Ana Barceló está en el peor sitio justo en el peor momento. Y eso en política te da todos los números para participar en el sorteo del chivo expiatorio. A la consellera de Sanidad le ha tocado bregar con una situación sanitaria inimaginable, una pandemia que ha dado de lleno contra el sistema público de protección, que no estaba preparado para semejante reto y que ha dejado al descubierto todas las deficiencias que arrastraba desde que la crisis económica de 2008, tijera en mano, lo podó y lo dejó en precario para atender las necesidades de salud de los ciudadanos de esta Comunidad. Pero la herencia recibida no es suficiente para protegerla del huracán que ha desatado el covid-19, con vientos tan fuertes que podrían ser capaces de hacer volar a todo el gobierno del Botànic.

Una crisis de tal calado es políticamente devastadora y suele dejarte a la intemperie y a merced de ser el primero al que arrojen por la borda para mantener a flote el barco. Ana Barceló, que llegó al Consell tras sustituir a Carmen Montón -la efímera ministra de Sanidad-, va a salir muy desgastada de esta pandemia y eso, que es malo para ella, no lo es necesariamente para el resto de integrantes del Consell. Ni para los socialistas, que en el momento oportuno pueden verse beneficiados soltando el lastre de una consellera cuestionada en la calle y en el sector sanitario. Ni para los socios de gobierno del presidente Puig, que ya están apuntando hacia ella y culpándola anticipadamente de un rebrote descontrolado y del problema que se va a generar en los colegios cuando el virus se abra paso por las aulas y obligue al cierre de colegios.

Para la exalcaldesa de Sax, que llegó al Consell por la cuota de Ángel Franco, el inicio del curso político no ha traído grandes cambios. Lo terminó gestionando una pandemia y lo ha empezado ante una segunda oleada, pero siempre envuelta en la polémica y cuestionada tanto por los grupos de la oposición como por los propios socios del Botànic. Su gestión pierde enteros también entre los suyos, ya que ni siquiera sus compañeros de partido han salido a su rescate tras las últimas declaraciones del conseller Vicent Marzà, en las que plantea la necesidad de que Salud Pública haga más pruebas a los alumnos y que el resultado sea más rápido.

A medida que pasan las semanas, la consellera de Sanidad va acumulando una retahíla de reproches por cuestiones como la falta de material de protección para los sanitarios, la presión de los hospitales trasladada ahora a la atención primaria, la falta de información a los ayuntamientos, el retraso en las pruebas PCR o el cerrojazo informativo que los medios de comunicación han sufrido. Con todos estos argumentos y, pese a que el volumen de contagios en la Comunidad no alcanza la media nacional, Ana Barceló está en el ojo del huracán. La oposición la acusa de permitirse «el lujo de despreciar» la opinión de quienes han estado en primera línea de batalla frente al virus y, ahora, Compromís, en su intento de evitar que su peso se diluya, escenifica la desconfianza que le provoca. Esta semana Vicent Marzà evidenció su malestar sobre la tardanza de los resultados de las PCR y mostró su temor a que Sanidad ponga en jaque el sistema educativo. Primero fue Mónica Oltra sugiriendo la necesidad de hacer cambios en el Consell y ahora le toca el turno a Marzà. De una manera o de la otra, Compromís ha encontrado una vía para atacar al PSOE y así tapar el agujero creado por sus propias debilidades, sobre todo en materia de Servicios Sociales ante una gestión que hace aguas. Los valencianistas no han dudado en poner sobre la mesa los principales puntos débiles de Ana Barceló, a sabiendas de que el desgaste puede acabar con ella. Han trazado un ataque con gran carga de profundidad y su voluntad de acorralarla parece no tener límites.

Es larga la historia de idas y venidas entre el PSOE y Compromís, pero, ahora, con la crisis, sus desavenencias han estallado con crudeza y los dos socios tratan de tomar posiciones de ventaja frente al otro. Mañana Ximo Puig iniciará el curso político con el debate de política general para enfocar la Comunidad hacia la recuperación. Su relato se basará en responder a la respuesta social y a la económica con los preceptos del pacto del Botànic y los acuerdos de reconstrucción. Pese a la presión de Compromís, Ximo Puig no valora, por el momento, relevar a Ana Barceló, pero está por ver si, a la hora de apartar escollos, se quitará de en medio las imágenes más quemadas de esta crisis. Lo único que sostiene a Ana Barceló en estas circunstancias es que nadie quiere estar en el lugar del muerto en el entierro.