La mudanza que el PP ha anunciado para abandonar su sede nacional de la calle Génova de Madrid tiene un precedente en la provincia de Alicante. Tanto por el fondo como por las formas. Acabar con un pasado ligado a la corrupción y dejar atrás los asuntos turbios que lastran el pasado para centrarse en el futuro. Estos son los motivos que han llevado a la cúpula del partido a cambiar de edificio. Y esas también son las causas que llevaron en 2013 al PP de Alicante a trasladar su sede provincial a la avenida de Salamanca.

La dirección provincial del PP, con José Císcar a la cabeza, decidió en enero de 2013 dejar las oficinas ubicadas en la avenida de Juan Bautista Lafora, frente a la céntrica playa de El Postiguet. La pérdida de ingresos obligaba a recortar gastos al PP, que tuvo que apretarse el cinturón. Con el cambio de sede, el ahorro anual fue de 15.600 euros. Fuentes del PP aseguraron ayer a este medio que la dirección provincial llegó a solicitar una rebaja en el precio del alquiler de Juan Bautista Lafora, pero, al no ser posible bajar la cuantía, decidieron cambiar de emplazamiento a unas oficinas más amplias y ubicadas en el centro de Alicante. A finales de enero, la cúpula provincial estrenaba sede en la avenida de Salamanca con un acto que rememoraba la vida de Alianza Popular, el embrión sobre el que se forjó el PP.

En esa época José Císcar trataba de zanjar el escándalo por el cobro de sobresueldos, en parte mediante sobres con dinero en metálico exento de tributación, del grupo popular en las Cortes. Entre tanto, dirigentes del PP alertaban del deterioro que estaban sufriendo las siglas. En medio de toda esta polémica, Císcar tomó la decisión de mudarse y reducir hasta más de la mitad el precio del alquiler, que ascendía a unos 2.500 euros mensuales. Fuentes del PP han apostillado que en la actualidad el alquiler está en torno a unos 1.400 euros en la avenida de Salamanca, en las oficinas situadas en las plantas tercera y quinta donde se ubican los despachos y las salas para las reuniones y ruedas de prensa.

Carlos Mazón y otros cargos de la dirección provincial del PP en la actual sede. | INFORMACIÓN

La mudanza que ahora ha anunciado el PP nacional tiene cierto paralelismo con la de los populares alicantinos de 2013. Unos meses antes, en julio de 2012, Císcar fue proclamado presidente del PP de Alicante con el reto de mantener a flote un barco que tenía importantes fisuras por las investigaciones por corrupción que azotaban a cargos populares. El partido también trataba de poner punto final a los conflictos internos de la época de José Joaquín Ripoll.

La sucesión de escándalos y conflictos copaban las portadas de los medios de comunicación y eran los propios dirigentes provinciales y autonómicos quienes reconocían el desgaste que estaba sufriendo el partido. La cúpula provincial popular decidió un cambio de emplazamiento ante la ristra de imputados con los que contaba el PP, varios de ellos alicantinos, por la Gürtel o por el caso Brugal, y con Luis Díaz Alperi y Sonia Castedo, en el punto de mira por el supuesto amaño del Plan General de Alicante a favor del constructor Enrique Ortiz, financiador confeso del PPCV. El presidente provincial llegó a presumir ante cargos y militantes de un alejamiento total con la anterior etapa. Una ruptura absoluta con el pasado que también ahora, paradójicamente, se trata de evidenciar desde Madrid. El inicio de una nueva etapa que, en el caso de Alicante, no resultaba baladí, ya que suponía un distanciamiento de los convulsos tiempos vividos marcados por la corrupción.

También hizo una estrategia similar Isabel Bonig hace cinco años, cuando tomó el control del partido en la Comunidad, dejando la simbólica calle Quart para mudarse al edificio de la Plaza América. El objetivo: despojarse de la imagen de la corrupción que perseguía al PP y tomar distancia con cualquier escándalo.

«No debemos seguir en un edifico cuya reforma se está investigando en los tribunales» , dijo Pablo Casado esta semana tras las elecciones catalanas, en alusión al caso Bárcenas y la supuesta caja b del partido. Ahora es el PP a nivel nacional el que sigue el camino que ya emprendieron los populares alicantinos hace ocho años. Los de Casado aún no tienen nueva ubicación, un encargo se le ha encomendado al número dos, Teodoro García Egea. Tampoco han confirmado si alquilarán o venderán su edificio. La mudanza requiere de un acuerdo de la Junta Nacional del PP, el mayor órgano entre congresos, puesto que la sede está fijada en los estatutos, aunque, desde Génova, todavía el homónimo de la dirección, señalan que el paso por este órgano es un mero trámite. Además, esa ruptura simbólica de Casado con el contenedor del pasado popular ha generado reacciones entre los cargos del partido. La mayoría de dirigentes populares, como Carlos Mazón, presidente de la Diputación y líder del partido a nivel provincial, avalan esta estrategia. A este respecto, Mazón aseguró ayer que «es una nueva etapa en el partido. Somos proyecto de futuro y no rehenes del pasado. La buena experiencia de gobierno la aprovechamos. Pero la factura de algún caradura, la pagará ese caradura».

Por contra, los adversarios políticos del PP, desde el PSOE a Unidas Podemos, e incluso Ciudadanos, han cuestionado la decisión de Pablo Casado de cambiar la sede del PP al dudar del alcance de este gesto simbólico para combatir la corrupción.