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El Botànic frena la reforma electoral hasta tantear si tiene apoyos en el nuevo Cs

Necesita al menos el sí de 14 de los 18 diputados

Cantó agacha la cabeza en el pleno de la semana junto a Merino, Peris y Woodward.

El Botànic ha puesto en el congelador la reforma de la Ley Electoral Valenciana, una norma que puede ser clave para la composición del Consell en futuras convocatorias electorales. Lo hace hasta comprobar hacia dónde sopla el viento en el futuro grupo de Ciudadanos, en la nueva etapa que se abre en la formación naranja tras la renuncia de Toni Cantó, que este miércoles registró su renuncia al escaño en las Cortes y al liderazgo autonómico.

La formación centrista es la piedra angular para que triunfe la reforma y si este partido no la apoya está condenada de nuevo al nuevo fracaso, como ya ocurrió en la pasada legislatura. La clave de la reforma legislativa, que ya ha superado la toma en consideración en las Cortes, es la rebaja del listón electoral para acceder a la cámara, que bajaría del 5% al 3%.

En función de un porcentaje o de otro pueden decidirse las mayorías de gobierno en la próxima legislatura en la Comunidad Valenciana, en un momento de máxima igualdad entre bloques políticos, ya que la izquierda cuenta con 52 diputados por 47 del espacio de la derecha, Cs incluido.

De momento, los tres partidos de izquierda, PSPV, Compromís y Unides Podem, han presentado un escrito para ampliar en un mes el período de enmiendas a la ley con el objetivo de ganar tiempo, pero la idea es aguantar hasta que se despeje la tormenta en la formación naranja y calibrar si es posible recabar apoyos hasta llegar a los 66 diputados que la reforma necesita para aprobarse.

La modificación puede ser clave también en la subsistencia de Cs si no se ha desintegrado antes y llega vivo a las próximas autonómicas, previstas salvo adelanto para el segundo trimestre de 2023. La reforma necesita el apoyo del Botànic y de al menos 14 diputados de Ciudadanos. PP y Vox la rechazan de plano.

Cambio de posición

Cantó estaba dispuesto a apoyarla tras el verano pasado, pero hace unos meses cambió de opinión y empezó a poner palos en las ruedas. Algunas voces señalaron entonces que a Cantó ya le daba igual la reforma porque entendió que Ciudadanos no tenía futuro ni con el 5% ni con el 3% y que tampoco su futuro político pasaba ya por la formación naranja. El dimitido líder dijo entonces que la rebaja solo beneficiaría a la izquierda porque aumenta las opciones de Unides Podem, el socio electoralmente más frágil del Botànic, de acceder al hemiciclo. No de otra forma puede entenderse su cambio de opinión y su rechazo radical. «No vamos a ser quien asegure las poltronas de Podemos», aseguró en su última referencia en el hemiciclo a esta cuestión. La condición de extraparlamentario de Podemos beneficiaría directamente al PP que podría sumar mayoría con Vox. La formación morada alcanzó el 7,9% en las autonómicas de abril de 2019, pero contó con el plus que suponía que la convocatoria coincidía con las generales y con el tirón de su líder, Pablo Iglesias. Sin embargo, apenas un mes después, en las municipales, Podem se quedó fuera de ayuntamientos como el de València al no alcanzar el 5%.

Por tanto, para el futuro de la reforma es clave quién asuma el liderazgo de Cs. Si lo hacen los más cercanos al expulsado Emilio Argüeso, que serían los más proclives a integrarse o buscar acomodo en las listas del PP, la reforma decaerá porque su aprobación perjudicaría las aspiraciones del PP. Solo si se imponen quienes piensan que Cs tiene futuro en un espacio de centralidad y la formación de Arrimadas es capaz de llegar a 2023 con alguna opción de supervivencia, puede plantearse el Botànic su apoyo.

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