El portazo de Toni Cantó ha agitado el tablero político de Ciudadanos (Cs) en las Cortes Valencianas, hasta el punto que el equilibrio de fuerzas que parecía existir se ha invertido en cuestión de cinco días. Los críticos con la gestión del exlíder, aliados en su mayoría con el senador Emilio Argüeso, suman ahora mayoría entre los 18 diputados que conforman el grupo y están dispuestos a reclamar su cuota de poder. La confrontación es tal que la última reunión celebrada entre parte de la ejecutiva del partido y los parlamentarios acabó, literalmente, entre gritos y descalificativos, según confirman varios de los asistentes. Fue un encuentro tan bronco que varios de ellos, de un sector y otro, amenazaron con dejar el escaño en un momento en el que a nadie se le escapa el goteo de desertores que reniegan de las siglas de Arrimadas. El primero, el propio Argüeso, seguido de Marta Martín en la provincia de Alicante.
El secretario de Acción Institucional, Jesús Gimeno, convocó este jueves reuniones individuales, uno a uno, con todos los diputados para medir las fuerzas de un grupo fracturado y los posibles apoyos para la elección del nuevo síndic. La opción de la portavoz adjunta Ruth Merino se diluye con el paso de los días por falta de respaldo mientras Vicente Fernández es el que, a priori, podría concentrar más votos. Él o Mamen Peris, siempre y cuando se pactara un nuevo reparto de portavocías y cargos.
El horizonte de los de Arrimadas en la Cámara valenciana es tan difuso, con una formación en caída libre y entre amagos cada vez más frecuentes de saltar del barco, que nadie se atreve a vaticinar si los intentos de taponar las fugas evitarán que la nave se hunda.
