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La crisis en Ciudadanos: La batalla por el control ahonda la fractura

El efecto arrastre tras las fugas de cargos relevantes acerca al abismo a Ciudadanos en las Cortes mientras el partido es incapaz de sofocar la escalada de tensión entre los dos bandos

Parlamentarios de Ciudadanos, durante una de las sesiones plenarias de las Cortes Valencianas, con el ya exsíndic Toni Cantó al frente. |

Los diputados críticos con la gestión del hasta ahora todopoderoso líder valenciano de Ciudadanos (Cs), Toni Cantó, han elevado el tono y endurecido su discurso para hacerse con la hegemonía del grupo en las Cortes. Ahora son mayoría, suman 11 de un total 18, y están dispuestos a jugar sus cartas. La cuenta atrás para formalizar el relevo del síndic parlamentario aprieta cada vez más y las tensiones entre los dos sectores enfrentados se han disparado. Con ese complicado panorama, y tras unos días de vértigo, la ejecutiva autonómica maniobra a contrarreloj para intentar dar con la tecla que evite que el grupo cortocircuite del todo, aunque no está nada claro que eso sea posible. Por el momento, nadie confirma y todos admiten que se pueden producir nuevas fugas por efecto arrastre. Primero fue la salida de Cantó y los movimientos de calado han seguido después en Alicante.

El portazo del actor se ha traducido en un vacío de poder y los afines a uno de los históricos del partido en la Comunidad, el senador alicantino Emilio Argüeso, se niegan a perder la partida de póquer. Una partida que se ha enrevesado todavía más por un inesperado as en la manga de Inés Arrimadas, que ha expulsado de sus filas al propio Argüeso, al que acusa de ofrecer «prebendas» para captar tránsfugas, o lo que es lo mismo, de conspirar para fagocitar la formación desde dentro en beneficio del PP. El que fuera secretario de Organización de la Comunidad, que niega ese extremo y esgrime que responde a una «venganza», ha anunciado esta semana que se va al grupo mixto de la Cámara Alta, pero que continúa como senador, pese a que la cúpula le pedía que dimitiera. Solo un día después, la diputada en el Congreso Marta Martín renunciaba al acta. Son dos bajas en la marca Cs que se han producido poco después de que Fran Hervías, exsecretario de Organización de los naranja a nivel nacional y, en definitiva, afín a Argüeso y Martín, haya dado el salto al PP. Ese es un asunto clave que podría tener réplicas en la Cámara valenciana más pronto que tarde.

Los aliados del senador en el parlamento autonómico quieren que el diputado Vicente Fernández sea proclamado nuevo síndic. Su segunda opción es Mamen Peris, y no parecen dispuestos a ceder ni un ápice en sus aspiraciones. Se jactan de que la aritmética les acompaña. Cuentan con apoyos repartidos prácticamente por igual entre los diputados de las tres provincias y es en Castellón donde la balanza se torna a su favor.

En este lado del tablero naranja se sitúan Jesús Salmerón, Patricia García, Luis Arquillos y Asunción Sanchís (que asumirá el escaño de Cantó), por Valencia; Mercedes Velasco, Eduardo del Pozo, Cristina Gabarda y Vicente Fernández, por Castellón; y Yaneth Giraldo, José Antonio Martínez y Rosa Menor, por Alicante. Tan hercúleos se ven que aseguran que bajo ningún concepto aceptarán que Ruth Merino, actual portavoz adjunta y designada por el actor como sucesora en el cargo de síndica, asuma las riendas. Eso es algo que algunos de los alineados con este sector recalcaron durante la última reunión entre grupo parlamentario y ejecutiva, organizada de urgencia esta semana para evaluar la crisis. Fue tan caótica que acabó, según varios asistentes, con descalificativos y literalmente a gritos entre algunos de los diputados que ya no disimulan su rivalidad.

Aunque el secretario de Organización de Cs, Borja González, está haciendo llamamientos a la unidad e intenta frenar a toda costa que la agrupación salte por los aires en un momento en el que la marca cotiza tan a la baja que está al borde de la desaparición, no parece que lo haya conseguido, al menos de momento. Las aguas están demasiado revueltas. El órdago que algunos de los aliados de Argüeso lanzan consiste en amenazar abiertamente con renuncias si no se produce un cambio en las portavocías de la Cámara y, en definitiva, se reformula el reparto de cargos impuesto, dicen, por Cantó. Rechazan que la guardia pretoriana del actor asuma el liderazgo, pues contribuyeron a «invisibilizar» a los díscolos y condenarlos a la irrelevancia.

Por contra, desde el grupo de diputados que se han remado junto a Cantó, varios de ellos alejados a su vez de Argüeso, se recalca que la sucesión en el liderazgo deberá ser consensuada entre la dirección nacional y los parlamentarios. En Alicante son mayoría, con Fernando Llopis, Emigdio Tormo, Tony Woodward y María Quiles, aunque estos dos últimos, leales en su día al actor, se muestran ahora dispuestos a adoptar un perfil más neutro. En Valencia, Ruth Merino, Carlos Gracia y Mamen Peris han sido los grandes apoyos del excoordinador territorial, aunque esta última, señalan fuentes del círculo de la formación, parece no estar dispuesta a hacer más sangre y trabajará por el acuerdo. En cambio, en las huestes parlamentarias de Castellón, los de Cantó carecen de respaldo.

Desde este lado de la orilla de Cs, argumentan que una imposición de la ejecutiva nacional para designar a un nuevo líder sin apoyos suficientes haría ingobernable un grupo que, si se mantienen los plazos electorales, tendría que convivir al menos dos años más. Eso si resiste finalmente a la pérdida de influencia que viene arrastrando en cada nueva cita electoral, con la prevista en Madrid el 4M como prueba de fuego, y mientras se asiste al goteo de deserciones que poco a poco se registra entre cargos de relevancia. Algunos de los adheridos a este grupo calificaron la última reunión de grupo como un auténtico «aquelarre» en el que se criticó con palabras gruesas la labor de Cantó y también de Merino, con salidas de tono que elevaron todavía más la presión. La gravedad de la situación es tal que desde la ejecutiva autonómica, instados por Madrid, han convocado encuentros individuales, diputado a diputado, para sondear las distintas sensibilidades y, por supuesto, medir fuerzas. Fuentes del círculo de Cs reconocen que, hoy por hoy, es inviable volver a sentarlos a todos en torno a la misma mesa para aproximar posturas.

En territorio valenciano, y al menos a nivel institucional, los de Arrimadas siguen teniendo un peso considerable en las Cortes. Es el tercer partido con mayor representación, tras pisarle los talones al PP en los últimos comicios, y ese es un altavoz, el parlamentario, que no se pueden permitir perder en caso de que la formación, contra todo pronóstico, sobreviva. Pero a nadie se le escapa que ese altavoz es una arma de doble filo. Puede servir para defender el proyecto, pero también como refugio de desertores. Todo dependerá de cómo se cierre esta crisis.

En busca de su quinto síndic parlamentario en seis años

Ciudadanos anda a la gresca en busca del que se convertirá en su quinto síndic de las Cortes en prácticamente seis años. La confrontación que existe entre dos sectores que ya no ocultan su enfrentamiento dispara el riesgo de que, una vez más, el grupo parlamentario se fracture con dimisiones o traspasos al grupo de no adscritos. El escenario actual presenta similitudes con el registrado en 2017 y las maniobras de los próximos días serán claves para definir el futuro a corto plazo en una formación que se desmorona.

La marcha de Carolina Punset al Parlamento Europeo a principios de 2016 motivó el primer cambio en la portavocía parlamentaria de los naranja en territorio autonómico. En ese entonces, el número dos, Alexis Marí, asumió el puesto de mayor visibilidad en la Cámara. Apenas 16 meses después, el síndic fue relevado a la fuerza por la cúpula de la formación y Mari Carmen Sánchez, ahora vicealcaldesa de Alicante, cogió las riendas. Hacía tiempo que los tambores de guerra se escuchaban en el seno de un grupo que estaba dividido y la operación de relevo se saldó finalmente con la renuncia de Marí y tres diputados afines, que causaron baja en Cs y se integraron en el grupo de los no adscritos, dejando con nueve escaños a un partido que había obtenido 13 en las elecciones. Toni Cantó fue el siguiente en la lista de portavoces de Cs en las Cortes hasta su renuncia al inicio de esta semana. Todo ello en un contexto que recuerda mucho al ocurrido en UPyD, partido que abandonó cuando estaba en sus horas más bajas, como ocurre ahora en la formación naranja.

Si algo ha caracterizado el perfil de Toni Cantó durante la recta final de su liderazgo como síndic de las Cortes han sido los volantazos en sus acercamientos y distanciamientos al Gobierno del Botànic siempre que consideraba que la ocasión lo requería. Ha pasado de tocar a la puerta de la coalición de izquierdas para acercar posturas en cuestiones de relevancia como una posible reforma de la ley electoral autonómica, a abominar de ese posible cambio legislativo; una reforma que podría ser clave para la supervivencia de las siglas en la Comunidad, al rebajar el listón electoral del 5% al 3%. Serán sus sucesores quien tendrán que decidir ahora si dan un giro de estrategia en ese asunto clave. También en la negociación de los presupuestos para 2021, Cantó se sentó horas y horas con Ximo Puig, que intentaba un acuerdo que, en realidad, no era imprescindible para sacar adelante las cuentas. En el último momento, todo se torció y Cs optó finalmente por la abstención. Y, mientras la cúpula nacional de Arrimadas daba el enésimo bandazo ideológico de la formación, aliándose con el PSOE para pactar una moción de censura en Murcia que nunca prosperó, Cantó endureció su discurso contra la izquierda desde la tribuna y las redes, alejándose del centrismo que su máxima líder quiere ahora marcar como perfil de un partido que parece que aspira a volver al centro. Está por ver si ocurre también en la Comunidad.

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