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La mayoría de empresas públicas incumple las normas de control interno

El director de la Agencia Antifraude se muestra partidario de cambiar la ley para castigar el transfuguismo

El mismo día en el que la última operación anticorrupción en suelo valenciano se saldó con la detención de quien ha tenido asignada la misión de velar por el cumplimiento normativo de una empresa pública como Divalterra, el director de la Agencia Antifraude, Joan Llinares, puso el foco en la falta de controles internos efectivos que sigue ensombreciendo el funcionamiento del grueso de las sociedades mercantiles que componen el sector público instrumental de la Comunidad Valenciana.

Prueba de ello es que las normas autonómicas que desde 2012 obligan a estas entidades a incorporar en sus plantillas figuras como las de los auditores y controladores internos de legalidad para prevenir riesgos de corrupción y fraude «se han debilitado», «se están tomando poco en serio» y no se están aplicando en la mayoría de ellas salvo «en contadísimos casos», según censuró Joan Llinares durante su comparecencia en las Cortes para desgranar la memoria de actividades de 2020 del órgano fiscalizador que dirige.

El motivo de este lastre son las restricciones de personal y los obstáculos presupuestarios con los que se topan las empresas públicas de la Generalitat. Llinares hizo hincapié en que, cuando estas entidades trasladan su voluntad de cumplir la normativa con la creación de las nuevas figuras de control, «se están encontrando con problemas para que les autoricen (desde la Generalitat)» a hacerlo. «La empresa privada va muy delante de la Administración en este campo», subrayó el director de Antifraude, que mostró su sorpresa por las dificultades, teniendo en cuenta que -tal como reveló- los gerentes de las empresas públicas reconocen que no pueden garantizar que no se estén produciendo determinados hechos fraudulentos en los entes que dirigen y que tampoco disponen del personal necesario «para gestionar un considerable presupuesto», profundizó.

En ese sentido, Joan Llinares hizo hincapié en la «desproporción» entre «lo que se le pide a una empresa pública» en materia de gestión y la capacidad que ésta tiene para controlar sus actuaciones a nivel interno. Una disonancia que, a su juicio, representa «una de las situaciones de riesgo más peligrosas» detectadas por la agencia.

Además, a preguntas de Ciudadanos, Llinares se mostró partidario de cambiar la ley para impedir y castigar los casos de transfuguismo. El director del organismo fiscalizador aprecia un «elemento fraudulento» detrás de quienes mantienen el acta tras abandonar su partido e incluso un delito si la persona que se marcha de su grupo lo hace a cambio de un cargo público. «Es algo muy serio que se puedan producir estas situaciones», sentenció.

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