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El vicepresidente Dalmau cede el control de los tiempos de su dimisión a Ximo Puig

El presidente de la Generalitat ha de decidir si designa un sustituto o deja la silla vacía

Puig y Dalmau se abrazan en un pleno de las Cortes, antes de la pandemia. | EFE/KAI FÖRSTERLING

El vicepresidente segundo del Consell, Rubén Martínez Dalmau, ha dicho que se va del Ejecutivo, como adelantó este periódico, pero no sabe a día de hoy cuando será efectiva esa decisión. El control de los tiempos está en manos del presidente, Ximo Puig, y el máximo cargo público de Unidas Podemos no piensa (al menos de momento) forzar el día de su salida. Tiene agenda preparada hasta noviembre, señalan en su entorno. En todo caso, los plazos que maneja Dalmau desde el momento de anunciar a su equipo que se iba son abandonar el despacho del Palau de Pineda en septiembre.

El vicepresidente se va tras un último pulso con la dirección de su partido, representada por Pilar Lima, pero ha trasladado a Presidencia que asumirá el calendario y el marco que decida el jefe del Consell. Dalmau y Puig han mantenido alguna conversación estos días y el primero ha asegurado que uno de sus objetivos ahora es erosionar lo menos posible al Gobierno del Botànic.

El anuncio de la dimisión del vicepresidente segundo ha alterado el inicio de curso preparado por Puig y que tenía varios hitos en estas semanas: el encuentro en Sevilla con el presidente andaluz sobre financiación autonómica, el debate de política general en las Cortes y la celebración del Nou d’Octubre. El Palau pretende dotar a la diada de este año de un carácter más simbólico aún, como fecha icónica del control de la pandemia, con el fin de la primera etapa de la vacunación.

Ese paisaje de inicio de curso se ve ahora alterado por la crisis en la formación morada, con una relación insostenible ya entre su máximo representante institucional, Martínez Dalmau, y su líder política desde 2020, Pilar Lima. Presidencia hubiera preferido un mayor control de la situación y un diseño ordenado de la salida de Dalmau después del Nou d’Octubre. En ese momento, podría haber sido posible incluso situar la renuncia en el marco de una remodelación del Consell de más calado, como algunos dirigentes socialistas han planteado al presidente, que se resiste no obstante sobre ese respecto.

Pero Dalmau ha considerado que el momento era ahora, al inicio de la segunda parte de la legislatura y cuando se inicia una etapa de gestión de los fondos europeos para Vivienda que han de llegar. La tesis que ha ofrecido a sus colaboradores más cercanos es que aguantar unos meses más solo hubiera hecho más visible la fractura con la dirección de Podem tras lo sucedido con la designación de la nueva secretaría autonómica de Justicia.

Ahora Puig se ve obligado a actuar por detrás de la decisión del vicepresidente, uno de sus apoyos más leales desde 2019. Su primera ecuación a resolver es si ejecuta la salida en el primer pleno del Consell, previsto para el día 10 de septiembre. O eso o lo deja para más adelante. Sería un gesto a la dirección de Podemos, que en la práctica sale airosa del enfrentamiento. Sería subrayar que no van a marcar los ritmos. Puig ha de decidir también si designa un nuevo vicepresidente o deja la silla vacía. El director general de Inspección de Trabajo del Gobierno de España, Héctor Illueca, es el favorito, como ha publicado este diario desde la primera información: es próximo a Lima y no ha tenido una mala relación con Dalmau. Y Puig ha de decidir también si preserva la estructura actual del Ejecutivo o intenta con Compromís volver al escenario del primer Botànic, con apoyo de Podemos en las Cortes pero fuera del Ejecutivo, un vuelco complicado a mitad de legislatura.

Dalmau de momento prevé una agenda de perfil bajo, sin demasiada exposición, en ese intento de que la renuncia anunciada afecte lo menos posible a la acción de gobierno y a su imagen. No obstante, la elaboración de los presupuestos de 2022 entra en su fase caliente y habrá que decidir si las cuentas del departamento de Vivienda vendrán marcadas por el criterio del actual titular o de su sucesor, si lo hay. Cuanto más se retrase la decisión, más papel jugará el equipo actual, aunque se encuentre en situación de interinidad.

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