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El PSPV y Ferraz normalizan relaciones: Puig presidente del congreso y luz verde a las sanciones a los díscolos de San Vicente

La Secretaría de Organización se muestra receptiva con la posibilidad de suspender cautelarmente a los ediles rebeldes

Adriana Lastra, Ximo Puig y Santos Cerdán, el viernes por la mañana en las instalaciones de Feria València. | ROBER SOLSONA / EUROPA PRESS

Hubo un tiempo en el que las relaciones entre Ferraz y el PSPV eran, cuando menos, complicadas. Lógicamente, también estaban rotos los puentes entre Pedro Sánchez y Ximo Puig, quien, precisamente, en septiembre de 2016 dimitió de la ejecutiva del PSOE, junto a otros 16 miembros de la dirección del partido, para forzar la salida del secretario general. Una situación que acabó desembocando unos meses después en unas primarias en las que Sánchez se impuso a la candidata oficial, Susana Díaz. Puig había apoyado a la andaluza, y eso le acabó pasando factura. Ahora, cuatro años después, el también jefe del Consell no sólo se ha convertido en uno de los referentes del partido y en el barón socialista con más visibilidad, sino que, tras la salida del valenciano José Luis Ábalos de la Secretaría de Organización el pasado mes de julio, las relaciones entre el PSPV y Ferraz se han normalizado. Hasta el punto de que el 40 congreso federal no sólo se celebra desde este viernes en València, sino que Ximo Puig se ha convertido en el presidente del cónclave. Un espaldarazo en toda regla con repercusiones en la provincia de Alicante. Tanto es así que las sanciones a los concejales díscolos de San Vicente del Raspeig tienen luz verde, tras cuatro meses paralizadas. «No se trata de cantidad, sino de calidad y personas», sentenciaban este viernes en círculos del PSPV. Dicho de otro modo: venían a admitir que las relaciones con la cúpula del PSOE no sólo son completamente fluidas, sino que se tiene en cuenta lo que considera y lo que dice la dirección de los socialistas en la Comunidad.

La prueba es lo que ha ocurrido con los ocho socialistas del sector sanchista que protagonizaron la revuelta contra el alcalde de San Vicente del Raspeig, Jesús Villar, también del PSOE. En junio, una vez cerrado el expediente informativo, los instructores estimaron que había habido ofensas personales graves con menoscabo de la imagen de un cargo público, en este caso, el alcalde. También que se observaba obstrucción a la labor y decisiones de los órganos del partido, el PSPV-PSOE, e indisciplina reiterada. Incluso que se había actuado en contra de los acuerdos adoptados por la dirección, y se habían hecho públicos comentarios, opiniones o ideas opuestos a la línea política del partido. Se escudaban en que se trataba de acciones que, con los estatutos federales en la mano, podían ser constitutivas de falta grave, hasta muy grave. Con estos puntos de partida, estimaban que se podía pedir la suspensión de afiliación, la inhabilitación de cargo público u orgánico, y hasta la expulsión del partido. Sin embargo, en ese momento aún era Ábalos quien controlaba Organización. La propuesta de los socialistas valencianos parecía dormir el sueño de los justos. Así hasta que precisamente en los últimos días se ha reactivado todo, prácticamente coincidiendo con la celebración del congreso en València, tal y como confirman fuentes del partido. Ferraz no sólo ha retomado el caso, sino que poco menos que ha dejado en manos del PSPV la decisión que se adopta con los regidores díscolos. Una resolución que, en estos momentos, para los socialistas valencianos pasa por la inminente suspensión cautelar de militancia de quienes se vieron implicados en el motín contra Jesús Villar, y que, visto lo visto en los últimos días, pero sobre todo en la primera jornada del congreso, creen que no tardará en llegar.

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