«Sin agua suficiente, de calidad y a un precio asequible para el campo no hay futuro en la provincia». Así de rotundos se mostraron los alcaldes María Gómez, de Almoradí; Antonio Puerto, de Aspe; Sebastián Cañadas, de Mutxamel; y José María Pérez, de Pilar de la Horadada, durante el debate sobre agricultura del Foro Municipalismo de INFORMACIÓN. Todos coincidieron en que el agua es el gran problema de las comarcas alicantinas y con el cambio climático la situación se agravará. Los municipios siguen trabajando «de forma responsable» en mejorar sus infraestructuras para evitar los daños que ocasionan las lluvias torrenciales y, por su parte, los agricultores llevan años inmersos en actuaciones destinadas a modernizar los sistemas de riego para ahorrar al máximo los escasos y caros recursos hídricos de los que disponen. «El agua del trasvase, tanto del Tajo-Segura como del Júcar-Vinalopó, es imprescindible para el futuro agrícola de la provincia porque, por su alto precio, no es viable utilizar los caudales de la desaladora de Mutxamel para regar las plantaciones», señaló Sebastián Cañadas. Una opinión compartida por el resto de participantes a la que el alcalde de Pilar de la Horadada añadió que las aguas desaladas necesitan mezclarse con las del trasvase para recibir las sales minerales necesarias en los cultivos. «Los problemas que tenemos los ayuntamientos sobre esta cuestión son los mismos y están por encima de las ideologías», subrayó Antonio Puerto, incidiendo en que es necesaria agua de calidad, pero también a buen precio. «Todos estamos de acuerdo en que hay dejar de sobreexplotar los acuíferos, pero cuando haya una alternativa real y asumible», apuntó el alcalde de Aspe, reclamando una mayor protección legal para el suelo agrícola frente a las «agresiones como en su día fueron las macrourbanizaciones con campo de golf y ahora son las plantas solares. Pero para conseguirlo los ayuntamientos tenemos que creer en ello, actuar en consecuencia y dignificar la profesión del agricultor».

También la alcaldesa de Almoradí consideró necesario para el municipalismo defender a los agricultores alicantinos, y poner en valor tanto los productos de la tierra como a todo un sector que está perdiendo poder adquisitivo debido al progresivo encarecimiento de los costes en los últimos años. «Está en riesgo la economía de toda la provincia», afirmó María Gómez en alusión al empleo y la riqueza que genera el sector primario. «Así que los ayuntamientos debemos defender el agua de los dos trasvases para, al menos, mantener lo que tenemos y no ir para atrás», enfatizó mientras el alcalde de Pilar añadió que «el agua no tiene color político y tenemos que ir todos a una para defender la Huerta de Europa». Respecto a la sostenibilidad, José María Pérez también coincidió con el alcalde de Aspe en que «no hay nadie que ahorre más agua ni controle más el uso de los abonos que un agricultor». Pero el campo también puede abrir nuevas vías de negocio. En Mutxamel, por ejemplo, se trabaja para potenciar la gastronomía y el turismo partiendo de la agricultura como base.