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PERFIL

La consellera que lidió con la pandemia

La sajeña Ana Barceló, en una imagen de hace unos días. fernando bustamante

«El futuro no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer», dejó dicho José Luis Borges. Una frase que es la que Ana Barceló (Sax, 1959) utilizó este sábado a través de Twitter para cerrar una etapa, la de los últimos cuatro años al frente de la Conselleria de Sanidad, y abrir una nueva, la que le llevará de nuevo a las Cortes valencianas, aunque, en esta ocasión, como síndica del PSPV-PSOE, convirtiéndose, además, en la primera mujer portavoz de los socialistas en la Cámara autonómica en toda la historia del autogobierno.

Licenciada en Derecho por la Universitat de València, ejerció como abogada hasta 2002, sólo un año antes de que se convirtiera en alcaldesa de Sax durante dos mandatos. En 2011 perdió las elecciones. De por medio, en 2008, se convirtió en la primera secretaria general del PSPV-PSOE en la provincia. A partir de ahí, permaneció un año en la oposición municipal, pero acabó renunciando a su acta de concejal para centrarse en sus responsabilidades en las Cortes valencianas, donde llegó a ser presidenta y secretaria general del grupo socialista, síndica adjunta y vicepresidenta segunda de la mesa de la Cámara. Ahora, tras haberse convertido en la consellera que manejaba el mayor presupuesto de la Generalitat, con 7.837 millones este año, pero, sobre todo, la consellera que pilotó la pandemia, hace el camino inverso.

La frase de Borges define a la perfección la que ha sido hasta ahora su filosofía de vida. Considerada una mujer de partido, aunque cuentan quienes la conocen que su aterrizaje en política fue un tanto casual y en buena parte por su vinculación con las fiestas de Moros y Cristianos de Sax, siempre ha sido de las que cree que no hay que mirar al pasado ni al futuro, que en política sólo vale vivir el presente. Fue uno de los principales apoyos del entonces síndic socialista en las Cortes, Manolo Mata, durante su primera etapa en las Cortes; una de las personas de confianza de Leire Pajín, quien precisamente también fue ministra de Sanidad en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero; y tuvo un papel decisivo en el triunfo de Ximo Puig frente a Jorge Alarte en 2012, lo que le permitió ir entrando en el círculo de confianza de uno de los hombres fuertes del president, Alfred Boix, hasta llegar a ser una de sus personas de referencia en la provincia.

A lo largo de su trayectoria, de Barceló siempre se ha puesto en valor su talante negociador, dialogante y moderado. Ahora bien, si algo destacan de ella quienes la conocen, da igual que sean amigos o enemigos políticos, es su capacidad de trabajo y su exceso de responsabilidad. Hasta el punto de que siempre es de las primeras en llegar y de las últimas en irse, aún a costa de dormir muy poco, según cuentan en su círculo de colaboradores más cercano. Evidentemente, la peor crisis sanitaria del último siglo no dejó opción para otra cosa, pero ya en su anterior etapa en las Cortes se decía que era de las diputadas que más tiempo dedicaba al escaño. Para la historia quedará la rueda de prensa que ofreció para dar cuenta de los datos de contagio solo unas horas después de que falleciera su madre.

A lo largo de estos dos años de covid se pudo cuestionar la gestión de su departamento, pero nunca su entrega. Especialmente polémico fue que en los primeros días de la pandemia negara la escasez de material de protección -algo que incluso llegó a corroborar la Justicia- y que atribuyera los contagios entre los sanitarios a sus viajes y sus contactos con familiares y amigos.

También su llegada a Sanidad tuvo mucho de fortuito. La moción de censura que entronizó a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno en 2018 y el nombramiento posterior de Carmen Montón como ministra de Sanidad obligaron al jefe del Consell, Ximo Puig, a mover ficha. El departamento autonómico pasaba de estar gestionado por una mujer licenciada en Medicina a estar encabezado por una jurista. La elección no se había dejado al azar. En 2018 la posibilidad de una pandemia era poco menos que una distopía, y la prioridad pasaba por la consolidación de los procesos de reversión de las concesiones privadas, con los departamentos de Torrevieja y la Marina Alta en el foco.

Menos azarosa ha sido su salida. El desgaste personal ha sido evidente, y prácticamente desde el otoño pasado comenzó a especularse con su marcha, casi a la misma velocidad que iba tomando fuerza la posibilidad de que fuera la candidata de los socialistas a la Alcaldía de Alicante. A partir de ahí, se habló de varias posibilidades, desde la Conselleria de Innovación o la de Política Territorial hasta la presidencia de la Autoridad Portuaria de Alicante, pasando por la Delegación de Gobierno. Hubo unos meses en los que sonó para casi todo. Había mucho de pago por los favores prestados en el área que más erosión había sufrido como consecuencia del covid, pero con el ojo puesto en la campaña para las municipales en la capital de la provincia desde una posición que le diera visibilidad y le permitiera pisar más Alicante. Eso mismo es lo que motivó que en noviembre del año pasado se convirtiera en la presidenta del PSPV-PSOE.

Al final, la salida de Manolo Mata de las Cortes ha hecho posible que se materialice el cambio. Su nombre sigue estando en las quinielas para ser la cabeza de cartel en las municipales del próximo año. Para ello, cuenta con el plácet del exsenador Ángel Franco. Cierto es que su nombre ha perdido algo de fuerza, y han emergido otros nombres, como el de la nueva consellera de Innovación, Josefina Bueno. Sin embargo, Ana Barceló sigue contando.

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