La tensión se había venido elevando desde el viernes, y en la jornada del lunes ya prácticamente se daba por hecho que las cosas no iban a acabar bien. Al punto al que se había llegado, era evidente que habría víctimas. Y así fue. Todo se precipitó por la tarde, tras las reuniones que la dirección del PSPV-PSOE mantuvo, por un lado, con el portavoz municipal socialista en el Ayuntamiento de Alicante, Francesc Sanguino; y, por otro, con el exsenador Ángel Franco y el secretario general del PSOE en la capital de la provincia, Miguel Millana. Al final, Sanguino dimitió como portavoz municipal para tratar de contener la crisis, aunque mantendrá su acta de concejal.

Todo comenzó el pasado viernes, cuando Francesc Sanguino presentó un escrito en el Ayuntamiento en el que pedía la destitución de tres de sus cuatro asesores y, en concreto, de Javier Prats (prensa), Ana Candela (administración) y Pedro Ródenas. En paralelo, también solicitaba que Trini Amorós dejara de ser la portavoz adjunta, así como los puestos que ocupaba en las juntas municipales de Distrito 1, del Teatro Principal, de Aguas de Alicante y del Patronato de Turismo. Una jugada que, a efectos prácticos, suponía un castigo en toda regla al sector franquista y que provocó que, a lo largo del fin de semana, se sucedieran las llamadas y las contrallamadas para tratar de apaciguar una batalla que podía sacudir, y mucho, los cimientos de un partido ya de por sí bastante revuelto en Alicante, y, encima, con derivadas en València. Todo, a la sazón, cuando los socialistas aún no se habían repuesto de la polémica decisión de apoyar el inicio de la tramitación parlamentaria de la tasa turística con el rechazo bastante mayoritario de la provincia de Alicante, alcaldes del PSOE incluidos.

Fue en ese contexto en el que Sanguino salió el sábado por la mañana a dar explicaciones: la purga respondió simple y llanamente a que se oponía al rechazo mostrado por la ejecutiva del PSOE de Alicante contra la tasa turística, cuya tramitación parlamentaria se había aprobado esa misma semana por el grupo socialista en las Cortes Valencianas junto al resto de formaciones políticas del Botànic y, por consiguiente, con el plácet del presidente de la Generalitat y jefe de los socialistas de la Comunidad, Ximo Puig, según Sanguino.

La situación, lejos de calmarse, se complicó más el lunes por la mañana. El portavoz municipal contraatacaba, y lo hacía a través de un escrito dirigido a Ferraz, y del que iba a a remitir copia a la cúpula provincial del PSOE en la provincia y a la del PSPV-PSOE en Valencia, en el que denunciaba la existencia de un grupo municipal paralelo creado y dirigido por Ángel Franco con la «connivencia» del secretario general local, Miguel Millana. Trataba así de implicar a la ejecutiva federal del PSOE en la guerra sin cuartel abierta en Alicante, y le pedía que tomara cartas en el asunto. Lo hacía, eso sí, justo un poco antes de que vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, una de las personas de la máxima confianza de Pedro Sánchez, anunciara que dimitía alegando motivos personales, aunque la tensión con el número tres, el secretario de Organización, Santos Cerdán era pública y notoria desde hacía un tiempo.

Los concejales del sector franquista, en alianza con los dos ediles afines a los alejandrinos, tampoco se quedaron quietos. Al filo del mediodía, mantenían una reunión en la que rechazaban por unanimidad la decisión «unilateral» de Sanguino de cesar a los tres asesores afines a Ángel Franco y de retirar competencias a Trini Amorós. En el documento directamente le pedían que retirara los escritos que presentó el viernes pasado en el Ayuntamiento y que se restituyera a los tres cargos de confianza y a Amorós en sus puestos. Dejaban en evidencia, de paso, la soledad de Sanguino. El escrito estaba firmado por Trini Amorós, Miguel Millana, Raúl Ruiz, Lola Vílchez, Llanos Cano, Manolo Marín y Manuel Martínez, estos dos últimos próximos a Alejandro Soler, junto a Vicente Ronda, secretario de Política Municipal; y Carlos Giménez, secretario de Política Institucional. Sólo estuvieron ausentes -y, por tanto, no firmaron- el propio Sanguino y Lara López, la única que se ha mantenido al lado del portavoz municipal en estos últimos tiempos.

De por medias, y preguntado por el conflicto en Alicante durante un acto en Castellón, el secretario general de los socialistas valencianos y presidente de la Generalitat, Ximo Puig, fue contundente: «Son tensiones que obedecen al ámbito local. No tengo toda la información, pero, en cualquier caso, lo que debe hacer cualquier dirigente político es pensar siempre en el interés general», señaló. «Nadie es imprescindible», apostilló. Un mensaje que en determinados círculos socialistas se interpretó como la sentencia política de Francesc Sanguino, aupado y respaldado por el propio Puig como candidato a la Alcaldía de Alicante en 2019, una plaza ya de por sí bastante complicada para los socialistas.

El desenlace de la jornada se conoció a últimas horas de la noche del lunes, tras una tarde maratoniana de reuniones en València con una y otra parte. La versión oficial es que la intención era buscar una solución conjunta que permitiera contener las crisis y garantizara la estabilidad de un grupo municipal, el socialista, que sale muy tocado de este conflicto. Una solución que parece que, al menos de momento, pasa por la dimisión de Sanguino como portavoz municipal, aunque seguirá manteniendo el acta de concejal.