Iglesias y Margallo contraponen su visión de país en un intenso debate en el Foro Alicante

El exvicepresidente del Gobierno defiende el papel de Podemos y los independentistas catalanes y vascos para que el PSOE conserve el poder. El eurodiputado popular aboga por reformar la Constitución y defiende un ejecutivo del PP y Vox

Del régimen político que imperaba en España en el siglo XIX a los cambios que necesita la Constitución para dar respuesta a los retos que plantean la biomedicina o la garantía de la privacidad ante las nuevas tecnologías, Pablo Iglesias y José Manuel García-Margallo protagonizaron ayer un intenso debate en el Foro Alicante en el que analizaron el pasado, el presente y el futuro del país. Un protagonismo especial recayó en el último cuarto del siglo XX y en las poco más de dos décadas que se han vivido del siglo XXI, ya que el exvicepresidente del Gobierno y fundador de Podemos y el actual eurodiputado del PP y exministro de Asuntos Exteriores ofrecieron su visión sobre cuestiones como la Transición, el terrorismo de ETA, la proyección internacional de los Juegos Olímpicos del 92, el Movimiento 15-M, el independentismo catalán o el auge de los discursos de carácter populista.

Organizada por INFORMACIÓN, la Universidad de Alicante (UA), la Confederación Empresarial de la Comunidad Valenciana (CEV), À Punt y Baleària, la nueva cita del Foro Alicante sirvió para que los dos protagonistas dibujaran el escenario previo que se presenta ante las elecciones nacionales que se celebrarán el próximo año. Un marco en el que, para Iglesias, el papel que jugará Unidas Podemos, junto al de las fuerzas políticas independentistas catalanas y vascas, será fundamental para que el PSOE de Pedro Sánchez sea capaz de mantenerse en el poder. 

Frente a esto se sitúa el otro gran bloque, en el que al Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo le será inevitable recurrir a la muleta de la ultraderecha de Vox, un modelo que, según Margallo, ofrecería más garantías de viabilidad que el actual que gobierna España. Más allá del enfrentamiento protagonizado por dos grandes bloques antagónicos, el eurodiputado cree que se necesitan cambios más profundos, una intervención de calado que pasa por reformar la Constitución para convertir el Senado en una cámara de administración territorial y por otras modificaciones más, que incluyen resolver los problema de la financiación autonómica y el agua, una reforma fiscal o un mayor control del gasto público, como exige Europa. «Necesitamos dos partidos que se entiendan, un pacto de hierro y recuperar las normas del juego. Pero vivimos una situación de falta de diálogo y entendimiento que no necesita España», lamentó el propio Margalló al respecto. 

Los asistentes que llenaron el Club INFORMACIÓN destacaron la capacidad de los dos políticos para confrontar sus ideas, totalmente contrarias, de forma sosegada y con argumentos de peso, todo lo contrario de lo que se vive en los parlamentos de cualquier administración, ya sea nacional, autonómica o local. Los aplausos estuvieron repartidos entre los dos protagonistas, que utilizaron como punto de partida para introducir sus discursos los libros que han publicado recientemente: Medios y cloacas, en el caso de Iglesias; España en su laberinto, en el de Margallo. Observando el nombre de los libros, se entiende que en el debate se empezara hablando del papel que juegan los medios de comunicación en el devenir de la actualidad política o de personajes tan controvertidos como el comisario Villarejo.

Pero los momentos más álgidos del encuentro se vivieron a la hora de analizar el futuro de España en sus próximas citas con las urnas. «Me gustaría una España en la que el PSOE se ponga de acuerdo con Podemos y las fuerzas independentistas de Cataluña y el País Vasco. Eso solo tiene un camino: el republicano y federal», expresó Iglesias como una declaración de principios. Para el fundador del partido morado el apoyo a la Monarquía «ha quedado reducido a la derecha y sus múltiples formas: la política, la ultra, la mediática, la judicial...».

Tres errores

En su análisis electoral, Margalló empezó por reconocer los tres errores que supusieron un punto de inflexión en el PP, los cuales bautizó como «las tres C»: los episodios de corrupción, los recortes por la crisis y la debilidad con el tema de Cataluña. De vuelta al presente, ahora lo que ve es una política de bloques enfrentados, entre PP-Vox y Unidas Podemos y «un Sánchez que cada vez está más volcado a la izquierda». Entre estos dos bloques, el exministro sostuvo que «PP y Vox representan una mejor alternativa» que la de los otros dos partidos.

El nombre del expresidente Rodríguez Zapatero también surgió en varios momentos del debate. Por parte de Iglesias recibió elogios, ya que representa «una izquierda socialdemócrata moderada con la que se puede hablar de América Latina». Esto no ocurre, según el exvicepresidente, con otros personajes relevantes del Partido Socialista. «A tenor de sus declaraciones, ¿son de izquierdas Felipe González o Bono?», se preguntaba. Sobre la reflexión de Margallo de que Sánchez va a girar a la izquierda para comerse el espacio de Podemos, el fundador del partido morado respondió que «es grave entender la política como un mercado de demanda. Esto lo asume mejor la derecha, que sabe que es una guerra ideológica en la que hay que convencer a mucha gente». 

Siguiendo con Zapatero como hilo conductor, Margallo aseguró que el expresidente «no es un socialdemócrata, es un radical», lo que provocó una reacción de sorpresa por parte del público. Para el exministro, un partido socialdemócrata debe caracterizarse por apostar por «mercados regulados que eviten la concertación de poder, el arbitraje entre el trabajo y el capital, la extensión de los servicios sanitarios y educativos, la redistribución de la renta y la igualdad de oportunidades». Pero, según su visión, el PSOE de Sánchez ha optado más por ser «la muleta de los partidos nacionalistas a cambio de su apoyo en Madrid». Vox tampoco se libró de sus críticas, ya que acusó a la formación de ultraderecha de ser negacionista de cuestiones como la violencia de género, el matrimonio homosexual o la amenaza del cambio climático.

Tono distendido

El intenso debate discurrió en todo momento en un tono mesurado por parte de ambos ponentes, más allá de algún momento de mayor tensión. Para su intervención final, tanto Iglesias como Margallo se dejaron algunas anécdotas para que los asistentes se fueran a sus casas con una sonrisa en la boca. Empezó el fundando de Podemos. «Una vez me invitaron a dar una charla en un colegio del Opus Dei que era muy lujoso. Me pregunté que, si ese era el voto de pobreza, cómo sería el de castidad», rememoró entre las carcajadas de un público que le escuchó con mucha atención.

Por su parte, Margallo aseguró que le han insultado dos veces en su vida. Una, dijo, fue en el palco del Bernabéu, donde uno de los presentes le afeó que hubiera estado asistido al funeral de Santiago Carrillo. La otra tuvo lugar en un restaurante de Barcelona, en el que una de las comensales le dijo que estaba en la República Catalana y que, si no le gustaba, se fuera a España. El exministro rememoró ambos episodios alejado de cualquier dramatismo, en la línea de un debate en el que dos políticos con visiones opuestas mantuvieron un diálogo de altura.

La ley del «solo sí es sí» provoca los momentos de mayor crispación

Los elementos de la actualidad política estuvieron muy presentes en el debate protagonizado por Pablo Iglesias y José Manuel García-Margallo en el Foro Alicante. La mayor tensión entre ambos se vivió al abordar la polémica ley del «solo sí es sí» y los episodios decrispación que han deparado las últimas sesiones en el Congreso de los Diputados, con todos los focos apuntando hacia la ministra Irene Montero y los ataques procedentes desde la ultraderecha. Hubo otras cuestiones que también dejaron ver las diferencias entre Iglesias y Margallo. Por ejemplo, al eurodiputado del PP no le gustó que el fundador de Podemos le dijera que no tiene nada en común con la presidenta madrileña, Isabel Díaz-Ayuso. Del mismo modo, el exministro le echó en cara al exvicepresidente del Gobierno la ligereza con la que recurre al término «fascista» para descalificar a políticos de otras ideologías.

«La derecha participa en la batalla ideológica del feminismo cambiando la posición», dijo un Iglesias que también salió en defensa de la ministra Montero por haber empleado el término de «cultura de la violación», al afirmar que no se puede responsabilizar a las mujeres de recibir agresiones sexuales por vestir una minifalda o beber alcohol. Iglesias también acusó al PP de «entrar duro en el combate ideológico» y se mostró pesimista con respecto a la estrategia que seguirá Pedro Sánchez los próximos meses, de cara a las elecciones, ya que cree que intentará «dividir el espacio de Podemos entre los que son más cercanos y menos al PSOE».

Por su parte, Margallo calificó la ley del «solo sí es sí» como un error y consideró como injustas las críticas de antifeminista que recibe el PP, ya que fue el Gobierno de José María Aznar el que aprobó el primer pacto de Estado contra la violencia doméstica. También dejó una curiosa reflexión en el momento en el que entró a valorar el debate en torno a la Ley «Trans»: «Yo no puedo ir al Registro Civil y decir que soy negro».