Una foto que (casi) se repite

Veintiocho años después. Aunque no hay fecha del pleno de investidura para el relevo en el Palau, en menos de dos meses los herederos de Joan Lerma y Eduardo Zaplana reproducirán una escena similar.

Carlos Mazón y Ximo Puig

Carlos Mazón y Ximo Puig / Información

Quizás no haya nadie mejor que Ximo Puig para entender qué supuso la imagen del 30 de junio de 1995, cuando Eduardo Zaplana subió al atril de las Cortes Valencianas para pronunciar su discurso de investidura, mientras Joan Lerma permanecía sentado en el banco azul por última vez como presidente de la Generalitat. 

La crónica de INFORMACIÓN de aquel momento explica que el líder socialista desapareció del hemiciclo por la tarde porque Felipe González le había nombrado ministro de Administraciones Públicas, precipitando una salida que marcó la historia política de la autonomía valenciana y, especialmente, la de la formación del puño y la rosa. 

En menos de dos meses, esta imagen se repetirá, pues habrá un presidente socialista saliente y uno del PP que entrará tras un ciclo progresista. Además de esta circunstancia, la vida ha querido que los protagonistas sean sucesores o herederos (a ninguno de los dos les gusta estas etiquetas) de uno y otro protagonista. 

Ximo Puig tenía entonces 36 años y Carlos Mazón, 21. El actual jefe del Consell en funciones vivió, como el resto de los socialistas, una travesía por el desierto dura y repleta de crisis que se cerraron en falso, pues Lerma permaneció como máximo responsable del partido hasta 1997. El PSPV tardó 20 años en volver a pisar el Palau y tener mando en plaza. 

Dos páginas del diario INFORMACIÓN  del 1 de julio de 1995

Dos páginas del diario INFORMACIÓN del 1 de julio de 1995

Mazón no ha tardado tanto en recuperar la plaza valenciana para su partido. Los populares han dejado esta distancia temporal en tan sólo ocho años; pero, al igual que su antecesor, también sufrió en primera persona la batalla interna de la sucesión de su jefe. De hecho, cuando era diputado provincial con José Joaquín Ripoll dejó la Diputación de Alicante y salió de la escena política rumbo a la Cámara de Comercio, una institución de corte empresarial, que le mantenía conectado con la política. Se podría decir eso de que «era sin estar», pues si algo ha demostrado el líder del PP es que es un político de raza con voluntad férrea para pelear por cada papeleta. Así, mientras todos apuntaban como debilidad que era un personaje desconocido en la escena pública, echó el resto haciendo kilómetros para llegar a cuantas más poblaciones mejor.

La frase de Puig

En este sentido, el candidato a la reelección no se quedó atrás. La notoriedad estaba a su favor, pero todo venía muy ajustado según las encuestas y, al fin y al cabo, el que gobierna es el que más tiene que perder. Puig empleó una frase de la poetisa alicantina Francisca Aguirre en reiteradas ocasiones e incluso en publicaciones y mítines: «Sin memoria no podemos elegir». La utilizó para agitar el miedo a que si no se votaba al PSOE (o al Botànic) ganaría un PP que «nos había llevado a la etapa más oscura» de la Comunidad. 

Ese recuerdo cortoplacista (una década) se ha convertido en uno de largo recorrido. El pasado martes, el castellonense anunció que se quedaba en la oposición por «responsabilidad». Su decisión era un no implícito a la oportunidad de oro que se presentaba tras la convocatoria extraordinaria de elecciones generales y, por lo tanto, de marcharse a Madrid vía lista del Congreso o Senado, una puerta que queda abierta, pues las Cortes Valencianas tienen la potestad legislativa de elegir representantes. 

Allí estaba hasta el pasado lunes 29 de mayo que se disolvieron las Cortes Generales, su antiguo mentor Joan Lerma. A todas luces sería un relevo natural. También se encuentra Alberto Fabra, senador por designación territorial y ahora elegido diputado autonómico, pues fue el cabeza de lista por Castellón. Su designación se ha demostrado como clave para que el PP ganara en la provincia con una diferencia de seis puntos. 

El primer encuentro entre Carlos Mazón y Ximo Puig será el próximo 26 de junio, cuando ambos tomen posesión de su acta como diputados autonómicos. La cita electoral del 23J ha desdibujado el calendario de votación para la investidura y, durante esta semana, se han hecho aproximaciones de acuerdo con los plazos que marca el reglamento de las Cortes Valencianas. 

Siguiendo el mandato parlamentario, esa foto (casi) se repetirá el veintipico de julio; pero, estando una jornada electoral de por medio, parece poco probable que este hecho se produzca antes de ese día. Independientemente de que el debate de política nacional ha marcado el 28M, el nombramiento es una cuestión institucional mayor, con el permiso de Vox.