Análisis
Cuando los números empiezan a no dar en el PSOE
Los críticos evidencian que si se unen Franco ya no tiene el control de la dirección local del que presume en València

Las socialistas alicantinas Ana Barceló, María José Adsuar y Eva Montesinos, del sector crítico, junto a Ángel Franco, en imágenes de archivo / informacion.es
Pocos recuerdan en el PSOE de Alicante la última vez que Ángel Francoperdió una votación interna en una de esas ejecutivas que se celebran periódicamente en la sede de la calle Pintor Gisbert. El exsenador, colocando piezas en la dirección local asamblea tras asamblea, mandato tras mandato, lleva décadas manejando los hilos del socialismo alicantino.
Así que de puertas adentro se otorgue importancia a lo que sucedió este pasado miércoles en la última reunión de la ejecutiva local. No era un punto capital. No. No se trataba de un asunto de calado que vaya a cambiar el devenir ideológico del partido del puño y la rosa en la ciudad. Tampoco. Se hablaba, en realidad, del control de las redes sociales de la agrupación local. Nada vital. Sin embargo, por el enfado que provocó en Franco perder esa votación, que desde fuera puede parecer algo trivial, se adivina fácilmente lo simbólico de ese momento en lo político.
Que el miembro de la Ejecutiva del PSPV tras la llegada de Diana Morant hincara la rodilla esta semana en la reunión de la ejecutiva fue consecuencia de una sucesión de hechos. Entre ellos, resulta fundamental su evidente distanciamiento con el todavía secretario local de los socialistas, Miguel Millana, a quien Franco colocó al frente de la dirección local hace casi siete años.
Este movimiento, esa manifiesta enemistad entre ambos históricos, permite que desde la cúpula de la Ejecutiva se incluyan en el orden del día iniciativas que son contrarias a los intereses de Franco, como que las redes sociales, de manera indirecta, dejen de estar bajo su control, para pasar a manos de Millana que, supuestamente, trasladará la responsabilidad a un tercero con el fin de que en esos canales no solo se publique lo que el exsenador estima oportuno, bajo su criterio e intereses, sino que también se dé voz, por ejemplo, al grupo municipal, totalmente silenciado por el enfrentamiento público entre la portavoz, Ana Barceló, y el propio Franco. También se quiere habilitar espacio para los diputados alicantinos.
Nerviosismo
Y una vez incluido el asunto en el orden del día puede suceder lo del pasado miércoles, que Franco compruebe que si sus críticos se unen está en minoría en la Ejecutiva local. De ahí el nerviosismo que exhibió, espetando a quien consideraba adversario que si iban a hacer por «cesarle», aunque sin concretar de qué ni por qué. Y es que ese signo de debilidad manifiesto no gusta a Franco, que si de algo presume en València desde hace años es de tener controlado el partido. Y nada más lejos de la realidad, siempre que sus críticos aparquen sus diferencias (que no son pocas) y sumen fuerzas en pro del objetivo que más puede hacer por galvanizar su unión. Nada sencillo por egos e intereses supralocales. Esas familias con poso antifranquista están encabezadas por María José Adsuar (como representante del sector de Alejandro Soler), Eva Montesinos, Ana Barceló y Rafael Fonseca, como actores principales.
Cuando hace tres años el PSOE de Alicante fue convocado para elegir a su nueva dirección, Franco decidió, en un gesto para «vender» unidad tras la batalla campal que supuso el congreso provincial, ofrecer a los afines a Soler un tercio aproximadamente de los puestos de la Ejecutiva. Y no fue el único acuerdo que se alcanzó. Las otras «sillas» se las repartieron entre Franco y el resto de familias, con las que el exsenador acabó pactando, pese a que algunas de ellas, como la liderada por Montesinos, se mostrasen contrarias a que el histórico socialista siguiera manejando la agrupación local en la capital.
Y es que Franco ha conseguido por momentos que hasta sus críticos acabasen pactando con él. Al menos, hasta ahora. De ahí el reparto de la actual dirección encabezada por Millana, donde figuran «sanchistas» conocidos por su animadversión contra Franco, sentimiento compartido por representantes de otros sectores. Esa dirección de consenso logró un apoyo casi unánime de los militantes.
Urnas
Esa oportunidad, la de pasar por la urna a nivel interno, se dará en breve, en apenas unos meses. Y por ahora nadie se atreve a aventurar lo que sucederá. Los hay que piensan que finalmente habrá acuerdo entre familias para evitar generar ruido, como ha sucedido a nivel provincial en Alicante con el relevo entre Alejandro Soler y Rubén Alfaro. Aunque también hay quienes plantean que podría haber lucha, replicando lo sucedido en Valencia, en ese más que tenso mano a mano entre Carlos Fernández Bielsa y el oficialista Robert Raga. Valencia si algo ha demostrado por ahora es que Diana Morant no tiene, ni mucho menos, controlado el partido que dirige pese a conseguir por segunda vez en dos años el aval para estar al frente del PSPV.
En Alicante hay un precedente cercano en el tiempo de una persona con peso específico que rechazó pactar con Franco. Fue Ana Barceló, en su condición de alcaldable por gracia del por entonces todopoderoso Ximo Puig, que confeccionó la lista electoral para las municipales de 2023 sin cesiones, pasando el rodillo, lo que le costó un boicot en la campaña electoral desde el entorno de Franco.
De todo a...
Barceló, que «aterrizó» en Alicante siendo presidenta del PSPV y tras haber liderado la lucha contra el covid en su condición de consellera de Sanidad, ejerce ahora de portavoz socialista en el Ayuntamiento, haciendo oposición al gobierno de Luis Barcala. Y poco más. El cargo orgánico que obtuvo tras dejar la presidencia del partido en 2024 en la cita de Benicàssim lo perdió recientemente, en el Congreso de València, cuando Morant la excluyó para sorpresa de muchos de la lista federal, mientras mantuvo a Franco en la ejecutiva nacional. Hechos fácticos, que diría el todavía jefe del Consell. Como que el exsenador ya no tiene el control a nivel local de un partido que ya depende de la voluntad de sus críticos de unir fuerzas. Demostrado está. No será sencillo que suceda en el día «D». Tal vez ni probable. Pero esta semana se evidenció que los números pueden dar. Y Franco lo sabe.
La también ministra, según su entorno, espera que el veterano dirigente poco a poco asuma que su tiempo ya ha pasado y que debe dar pasos al lado, saliéndose del foco mediático. Que debe quedarse más como un asesor (para que tampoco se pierda esa experiencia) que como un dirigente activo de la agrupación. Es evidente, si Morant realmente piensa así, que conoce bien poco al exsenador, a quien le gusta controlar y que se vea que lo hace.
De ahí que hiciera todo lo que estuvo en sus manos para continuar en la ejecutiva del PSPV, incluido hacer guardia hasta bien entrada la madrugada en el hotel convertido en cuartel general durante el reciente congreso de València. En la cabeza de Franco no se valora dejar paso. Y no hay ocasión que pierda para demostrarlo, como ya ha podido sufrir en primera persona la actual secretaria general de los socialistas valencianos, única responsable de «rehabilitar» al exsenador al darle cargo hace un año. ◼
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