La conocida popularmente como culebrilla, dado que suele extenderse a lo largo de un nervio y toma por ello forma alargada, es la reactivación de la infección por el virus de la varicela-zóster en niños y en adultos o ancianos. Produce lesiones dolorosas asociadas a una localización nerviosa y similares a quemaduras en forma de pequeñas vesículas por regla general en el tórax.

Según explica el doctor Sergio Vañó, dermatólogo del Hospital Universitario Ramón y Cajal de la Comunidad de Madrid, el herpes zóster es un proceso que aparece si se ha pasado la varicela y que puede reactivarse en otros momentos de la vida. "Es un trastorno molesto aunque no grave que puede curarse por sí solo pero que requiere de un tratamiento adecuado ya que su curación es más rápida y se evita el dolor", aclara el doctor.

Los factores de riesgo son en primer lugar haber padecido varicela, estar recibiendo tratamientos inmunosupresores o tener un sistema defensivo deprimido. Los datos apuntan a que aproximadamente un 10% de la población está expuesta a pasar por un episodio de herpes zóster al menos una vez en la vida ya que se manejan cifras de 5 casos por cada 1.000 habitantes.

El herpes zóster permanece inactivo en ciertos nervios del cuerpo y se puede presentar no sólo en los nervios torácicos sino también en el auricular o el facial y puede presentar complicaciones según esta localización como sordera o parálisis facial e incluso afectar a los ojos dando lugar a una uveítis anterior, aunque la complicación más habitual es la neuralgia o dolor neuropático.

"No existen remedios caseros que puedan aplicarse para mejorar el herpes zóster, la mejor opción es siempre el tratamiento precoz y para ello hay que acudir al médico cuanto antes ya que es muy doloroso y si no se trata pronto este dolor puede perdurar mucho tiempo después de desaparecer las lesiones en la piel", apunta Vañó.

Entre un 30% y un 40% de los pacientes, uno de cada tres aproximadamente, pueden desarrollar dolor neuropático crónico que podría extenderse en algunos casos hasta más allá de un año e incluso dos, de ahí la importancia de, ante la mínima sospecha, acudir al médico.

"Las lesiones cutáneas suelen durar entre 7 y 10 días y el dolor asociado puede extenderse a tres o cuatro semanas e incluso meses por ello cuanto más precozmente se trate menos riesgo de afectación al nervio existe", aclara el especialista del hospital madrileño. Su tratamiento implica el uso de fármacos antivirales orales específicos y cuidados tópicos también antivirales, para evitar que se produzca una infección en las lesiones de la piel, junto a analgésicos para paliar el dolor.

Diferencias entre la varicela y el herpes simple

La manifestación de la varicela es diferente a la del herpes zóster ya que aunque se trata del mismo virus, el segundo sólo puede darse si el organismo ya ha tenido un primer contacto con el virus y ha desarrollado la enfermedad de la varicela.

Al contrario de lo que sucede con la varicela, el herpes zóster es poco contagioso y su transmisión sólo afecta a personas que no hayan padecido la varicela y en este hipotético caso no desarrollan un herpes zóster sino varicela.

"La varicela cursa con fiebre y las erupciones se presentan en todo el cuerpo mientras que en el caso del herpes zóster no hay fiebre y las lesiones cutáneas no son generalizadas sino que se localizan a lo largo del nervio al que afectan además de dar lugar a un dolor intenso", aclara el doctor Vañó.

El herpes zóster sólo aparece una vez en la vida ya que el organismo desarrolla una inmunidad específica y no sucede como en el caso del herpes simple que se suele manifestar en lesiones en los labios y que, a diferencia del herpes zóster, sí suele ser recurrente.