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La degeneración macular es la primera causa de ceguera en mayores de 65

La Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) es la primera causa de ceguera irreversible en individuos mayores de 65 años. Actualmente hay más de 600.000 españoles que padecen esta enfermedad. Según el doctor Javier Placeres, especialista de la Unidad de Retina de Oftálica, «El número de casos aumenta progresivamente debido al aumento de la esperanza de vida y el progresivo envejecimiento de la población».

La Degeneración Macular Asociada a la Edad consiste en un desgaste progresivo de la retina central, es decir, la mácula y los principales factores de riesgo son: la edad, el sexo femenino, la hipertensión arterial y el tabaco. Se trata de una enfermedad de origen multifactorial en la que influyen también factores genéticos.

Existen dos tipos de degeneración macular:

- Degeneración macular seca, que representa un 90 % de los casos y se inicia con la formación de unos depósitos amarillentos llamados drusas. Las drusas están constituidas por material de desecho de las células fotorreceptoras de la retina. Su acúmulo progresivo compromete la nutrición de las propias células y produce isquemia y muerte celular con lo que se forman áreas de atrofia con la consiguiente pérdida visual irreversible.

- Degeneración macular húmeda, que consiste en la descompensación de la forma seca con presencia de neovascularización que genera hemorragias y exudados a nivel del área macular con disminución brusca de agudeza visual.

Según el doctor Placeres, «el paciente presenta un síntomas concretos, normalmente se inicia con la visión de una mancha o imagen distorsionada en el centro del campo visual conservando la visión periférica».

Para intentar prevenir o retrasar la enfermedad conviene seguir la dieta Mediterránea, mantener un buen control de la tensión arterial y de los niveles de colesterol, así como evitar factores de riesgo como el tabaco. Además, la ingesta de antioxidantes, bien sea en la dieta o como aporte en forma de complejos vitamínicos, puede atenuar o retrasar la evolución de la enfermedad en algunos pacientes.

Una vez diagnosticada la enfermedad, es fundamental para la detección precoz de la forma húmeda la autoexploración rutinaria del paciente con una rejilla de Amsler.

Técnicas diagnósticas no invasivas como la Tomografía de Coherencia Óptica (OCT) del área macular nos ayudarán a detectar la enfermedad, permitiendo además valorar la eficacia del tratamiento así como el seguimiento a largo plazo. En algunos casos se requieren pruebas mediante la administración de contraste intravenoso como la angiografía para caracterizar bien el tipo de lesión y planificar el tratamiento a seguir.

Tratamientos

La aparición de fármacos antiangiogénicos ha supuesto un cambio radical en el pronóstico de esta enfermedad. El tratamiento consiste en la inyección intraocular periódica de dichos fármacos, que frenarían el crecimiento del complejo neovascular y tratan de «secar» la lesión.

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