Un estudio con participación del Instituto de Investigaciones Médicas (IMIM) del Hospital del Mar de Barcelona ha validado un test genético que puede ayudar a predecir el riesgo de sufrir un infarto de miocardio a partir de 11 variantes relacionadas con el riesgo cardiovascular.

El estudio, cuyos resultados publica la revista 'Circulation: Cardiovascular Genetics', ha sido elaborado por la División de Investigación Kaiser Permanente (Estados Unidos) y la compañía Gendiag/Ferrer in Code, encargada de desarrollar el test 'Cardio inCode'.

El objetivo era valorar dicha prueba en un ensayo clínico epidemiológico a partir del estudio y seguimiento, durante 6 años, de una población de 52.000 pacientes de entre 30 y 74 años con distintos grados de riesgo cardiovascular (RCV), entre bajo, moderado o alto. De hecho, los autores aseguran que es el trabajo con mayor número de casos publicado en la literatura médico-científica en este campo.

De este modo, los resultados han demostrado que este test es "una herramienta muy útil para el manejo de la enfermedad cardiovascular por su alto valor predictivo y, en consecuencia, preventivo", según Roberto Elosúa, coordinador del Grupo de Epidemiología y Genética Cardiovascular del IMIM.

En España se producen cada año 116.000 casos de infarto de miocardio y para prevenirlos se aconseja cuantificar el riesgo cardiovascular, que se realiza en base a las características específicas de cada persona: su edad, género, si fuma o no fuma, su colesterol, su presión arterial y el diagnóstico de diabetes.

Con esta información se puede definir de una forma válida si una persona tiene riesgo bajo, moderado o alto. Por grupos, el 10 por ciento de la población tiene RCV Alto, el 24 por ciento RCV Moderado y, el 66 por ciento restante RCV Bajo.

Normalmente las estrategias preventivas se centran en las personas de alto riesgo pero los datos epidemiológicos más recientes confirman que aproximadamente el 60 por ciento de los casos de infartos de miocardio se producen en personas del grupo de RCV moderado o bajo, por lo que sería la población candidata a realizar el test ya que "se podrían evitar hasta el 13% de los infartos en este grupo de población".

Esto se debe a que el resultado del test proporciona una información genética en sí misma y complementaria a la cuantificación del nivel de RCV individual, con la finalidad de anticipar, a 10 años vista, la evolución del paciente y lo sitúen de manera precisa en su índice de riesgo: bajo, moderado o alto.

Posibles alternativas

El procedimiento es sencillo, ya que se realiza con una muestra de saliva de la que se analizan 11 variantes genéticas. Y los investigadores destacan que desde el punto de vista clínico la prueba abre dos posibles alternativas para su aplicación.

Por un lado, podría incorporarse dentro de la cartera de servicios sanitarios para dirigirlo, específicamente, a pacientes de riesgo cardiovascular moderado que representan el 24 por ciento de la población.

Los datos clínicos del paciente se combinan con el resultado de la prueba genética y el resultado final (aplicando un algoritmo) determina con precisión cual es el nivel de riesgo cardiovascular global de esa persona.

En segundo lugar, como estrategia de salud preventiva para personas con antecedentes familiares que no presentan factores clínicos visibles pero que presentan una mayor o menor carga de riesgo genético. Según Elosua, "esta determinación genética se podría realizar una única vez en la vida y proporciona una información predictiva muy útil, a diez años, aplicada como estrategia de salud preventiva".