El proceso reproductivo es, sin duda, uno de los eventos más complejos, pero al mismo tiempo más fascinantes de la naturaleza, pues representa para cada individuo la posibilidad de perpetuarse a través de sus descendientes.

Una visión antropológica

La necesidad de las técnicas de reproducción asistida va unida a la historia de la Humanidad, puesto que la necesidad del hombre de perpetuar la especie no va ligada a ninguna sociedad, sino a la propia antropología del hombre como ser vivo. De este modo, la reproducción surge para el hombre como una necesidad y nace, por supuesto, con el hombre mismo. Durante milenios el complejo código genético, innato en todos nosotros, ha evolucionado y pasado de generación en generación, y resulta evidente que ésta es nuestra responsabilidad desde el punto de vista biológico.

Esterilidad e infertilidad, dos problemas

Sin embargo, en determinadas ocasiones se producen alteraciones de la fertilidad en parejas en edad reproductiva. Hablamos entonces de esterilidad y/o infertilidad. Pero, ¿qué se entiende por esterilidad? Podríamos referirnos a la incapacidad para lograr gestación, tras un año de relaciones sexuales con frecuencia normal y sin uso de ningún método anticonceptivo. Y ¿qué se entiende entonces por infertilidad? El término de infertilidad es la incapacidad para generar gestaciones capaces de evolucionar hasta la viabilidad fetal. Por tanto, este concepto engloba situaciones como el aborto de repetición, la muerte fetal intrauterina, el parto prematuro, etcétera.

Estudios

Según los estudios epidemiológicos más amplios, la esterilidad afecta al 15% de la población en edad reproductiva de los países occidentales. Es decir, a una de cada seis parejas y experimenta una evolución creciente. La fertilidad de la especie humana varía con el tiempo y está claramente limitada por la duración efectiva de la capacidad reproductiva de la mujer. Ésta presenta su máxima fecundidad entre los 20 y los 30 años. A partir de esta edad se inicia el declive fisiológico de la fecundidad, que es mucho más acusado desde los 35 años, y aún mayor a partir de los 38.

En consecuencia, la disminución de la fertilidad en edades reproductivas avanzadas o extremas es un hecho fisiológico, por el cual los resultados de los tratamientos, con la excepción de la donación de ovocitos, sólo podrán aspirar a equipararse a los resultados, traducidos en tasas de fertilidad normales para esta edad, que son notablemente.

La revolución in Vitro

Como explicábamos anteriormente, la aparición de la fecundación in vitro hace ya más de treinta años revolucionó el enfoque del tratamiento de la esterilidad, y propició el desarrollo de varias técnicas derivadas y complementarias, que han mejorado la eficacia de la fecundación in Vitro convencional, y que a la vez han permitido ampliar extraordinariamente el conocimiento sobre las causas de la esterilidad humana.

Tres factores

Durante los últimos años se ha registrado un creciente aumento de la demanda de servicios asistenciales en relación con este problema, lo que se debe probablemente a tres factores fundamentales: El primero de ellos tiene relación con que la población estéril tiende a consultar más frecuentemente, gracias a la mayor accesibilidad de servicios altamente especializados y a una creciente confianza en su eficacia.

En segundo lugar, la perspectiva vital de las mujeres de las sociedades desarrolladas se ha transformado profundamente en los últimos años. Este cambio en las aspiraciones de la mujer se ha traducido en su incorporación masiva al mundo laboral, lo que ha generado consecuencias personales de indudable trascendencia reproductiva, como son el retraso en el establecimiento de uniones personales estables, uso de anticonceptivos para retrasar las gestaciones e incremento de la denominada «edad reproductiva social».

En último lugar, el incremento en la demanda de técnicas de reproducción asistida de mujeres sin pareja masculina, sea de parejas homosexuales o bien de mujeres que desean afrontar la maternidad de forma individual.