En este día internacional dedicado a los pacientes con tumores cerebrales queremos compartir, desde nuestra experiencia en Neurocirugía, información que ayude a comprender mejor este grupo de patologías que conocemos comúnmente como “tumores cerebrales”.

Es evidente que el simple término “tumor” genera una preocupación muy importante en el paciente diagnosticado, preocupación extrema si esta lesión se localiza en el cerebro o en la cabeza.

Como expondremos más adelante, los avances en el campo de la neuroanestesia, de ingeniería biomédica y de investigación oncológica en el comportamiento y naturaleza de estas lesiones ha permitido actualmente una mejora sustancial en su diagnóstico, cada vez más precoz, y en el tratamiento neuroquirúrgico, ofreciendo un amplio margen de seguridad intraoperatoria frente a las temidas secuelas neurológicas.

Definimos “tumor” como el crecimiento anómalo de un grupo de células del organismo, en este caso a partir de tejido encefálico u otras estructuras intracraneales, como las envolturas meníngeas o las vainas de los nervios.

Para comprender más fácilmente los diferentes tipos de tumores cerebrales plantearemos una clasificación simple en dos amplios grupos según su naturaleza:

-Tumores benignos: aquellos que poseen un lento crecimiento y no invaden tejidos contiguos, sino que van desplazando lentamente el tejido cerebral en su crecimiento. Suelen dar sintomatología al alcanzar un gran tamaño o comprimir nervios craneales.

Los tumores cerebrales benignos más frecuentes son los meningiomas, derivados de las meninges cerebrales que envuelven y protegen al cerebro. Estos tumores presentan una consistencia carnosa, son de lento crecimiento (pueden detectarse tras varios años de evolución) y aquellos que se localizan en estructuras complejas como la base del cráneo suponen un desafío importante para el neurocirujano debido a que en su desarrollo engloban arterias y nervios craneales. El tratamiento quirúrgico con extirpación completa tumoral permite la curación en la mayoría de los casos.

-Tumores malignos: presentan un crecimiento rápido y desordenado, con zonas de necrosis en su interior, e invaden tejido cerebral adyacente. En su debut pueden producir crisis epilépticas por irritación de la corteza cerebral que han invadido, o bien algún tipo de déficit neurológico.

Dr. Javier Sendra Tello, neurocirujano Hospital HLA Vistahermosa (Alicante).

Dr. Javier Sendra Tello, neurocirujano Hospital HLA Vistahermosa (Alicante). SONY DSC

Dentro de los tumores malignos diferenciamos los primarios (originados a partir de células del propio tejido nervioso cerebral), y las metástasis (tumores secundarios, con origen en tumores que han aparecido en otros órganos y que envían células tumorales que alcanzan el cerebro).

Las metástasis cerebrales representan la causa más frecuente de tumores cerebrales malignos en el adulto. En múltiples ocasiones la metástasis es la primera manifestación del tumor primario, como por ejemplo un cáncer de pulmón, mama, melanoma, etc.

En este tipo de tumores el tratamiento neuroquirúrgico representa un arma fundamental en el manejo terapéutico de los pacientes, pudiendo llevarse a cabo una cirugía en el caso de que el tumor primario esté controlado y el estado general del paciente lo permita. La extirpación de las metástasis disminuye el daño generado en el cerebro por el crecimiento tumoral y la gran inflamación producida a su alrededor.

Los gliomas son considerados los tumores cerebrales malignos primarios más frecuentes, se originan a partir de células gliales del tejido nervioso, y presentan varios tipos según su agresividad.

Los gliomas de bajo grado son de lento crecimiento, se extienden por el tejido cerebral de forma asintomática hasta que se descubren al realizar pruebas de imagen por otro motivo, o bien por desencadenar crisis epilépticas en un paciente previamente asintomático. Los tumores más agresivos, los glioblastomas, requieren un tratamiento multidisciplinar mediante cirugía, quimioterapia y radioterapia.

Los avances tecnológicos y en neurociencia han permitido abordar los tumores cerebrales de una forma integral y segura en la mayoría de los pacientes, lo que supone una máxima resección tumoral y mayores posibilidades en cuanto al pronóstico.

Entre las múltiples herramientas que utilizamos para la intervención se encuentra la resonancia funcional con tractografía, que permite visualizar en el cerebro la relación de los tumores con área motora, de lenguaje o visual (llamadas áreas elocuentes).

El neuronavegador (GPS neuroquirúrgico) garantiza el acceso preciso a lesiones profundas, minimizando el daño cerebral. La monitorización neurofisiológica intraoperatoria es imprescindible para garantizar la integridad de nervios afectados por el tumor, como por ejemplo en los neurinomas del acústico, y en aquellos tumores que afectan áreas elocuentes.

Esperemos que las líneas de investigación en neurooncología puedan aportar en un futuro cercano opciones de tratamiento novedosas que permitan ayudar a nuestros pacientes afectados por estas patologías.

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