Cirugía robótica contra el cáncer de ovario: más precisión, menos dolor y mejor recuperación

Cada año, unas 3.300 mujeres son diagnosticadas con cáncer de ovario en España, siendo el sexto tumor ginecológico más frecuente. Aunque su incidencia es menor que la del cáncer de mama o cuello uterino, su tasa de mortalidad es más alta.

"La principal dificultad del cáncer de ovario es que suele diagnosticarse en estadios avanzados, lo que complica el tratamiento y empeora el pronóstico", explica el doctor Rodolfo Martín Díaz, Jefe del Servicio de Ginecología y experto en cirugía robótica ginecológica del Hospital Quirónsalud Torrevieja.

A diferencia de otros tumores ginecológicos, este cáncer se manifiesta de forma silenciosa. Los síntomas iniciales son vagos y comunes: distensión abdominal, dolor pélvico, cambios digestivos o urinarios. “Muchas mujeres lo confunden con molestias digestivas o problemas hormonales. Esa ambigüedad retrasa el diagnóstico”, advierte el doctor Díaz.

¿Cómo se diagnóstica?

El diagnóstico suele iniciarse con una ecografía transvaginal y análisis de marcadores tumorales como el CA-125. Si hay sospechas fundadas, se recurre a estudios de imagen más complejos como el TAC. Pero la confirmación definitiva sólo llega con el análisis histológico tras la cirugía.

Sobre los factores de riesgo, el especialista es claro: "La edad es clave. A partir de los 50 años el riesgo aumenta. También si hay antecedentes familiares de cáncer de ovario o mama, mutaciones genéticas como BRCA1 y BRCA2, nuliparidad, endometriosis y terapias hormonales prolongadas. La genética juega un papel clave, especialmente en los casos hereditarios", indica el especialista de Quirónsalud.

Cirugía robótica: tecnología al servicio de la precisión

En los últimos años, la cirugía robótica se ha convertido en una herramienta fundamental en el abordaje quirúrgico del cáncer de ovario en estadios tempranos. El doctor Díaz lidera uno de los equipos pioneros en España en el uso del sistema robótico Da Vinci, un dispositivo que ha revolucionado la forma en que se realizan intervenciones complejas.

"La cirugía robótica es una evolución de la laparoscopia. Ofrece visión tridimensional, mayor rango de movimiento y una precisión milimétrica en tiempo real", explica. A diferencia de la cirugía convencional, permite al cirujano operar con una ergonomía mejorada, reduciendo la fatiga y aumentando la precisión en procedimientos delicados.

Esta técnica es especialmente útil en pacientes con tumores localizados en estadios I y II, o en aquellas que pueden beneficiarse de una citorreducción primaria o interválica. “La valoración preoperatoria por imagen es crucial para seleccionar bien a las candidatas”, comenta Díaz.

Ventajas para la paciente

Los beneficios de esta tecnología son múltiples: menor sangrado, menos complicaciones postoperatorias, incisiones más pequeñas y una recuperación más rápida. "En muchos casos, las pacientes reciben el alta en dos o tres días y pueden retomar sus actividades habituales en menos de una semana", asegura el doctor.

En mujeres jóvenes, además, la cirugía mínimamente invasiva ofrece un plus: “Es menos agresiva con los órganos reproductores, lo que puede ser crucial si la paciente desea conservar su fertilidad”, añade.

El impacto en la calidad de vida también es significativo. La reducción del dolor postoperatorio, la mejora en la movilidad y el menor daño estético ayudan a las pacientes a enfrentarse mejor tanto al proceso de recuperación como a las posibles secuelas emocionales. "Menos dolor, mejor imagen corporal y menos riesgo de complicaciones a largo plazo como adherencias. Todo suma en el bienestar de la paciente", afirma Díaz.

Planificación quirúrgica: un trabajo en equipo

Pero esta técnica requiere una planificación multidisciplinar. "Cada intervención robótica requiere una planificación minuciosa. Es un trabajo multidisciplinar en el que intervienen radiólogos, anestesistas, enfermería especializada e instrumentistas con formación específica", subraya el ginecólogo.

Antes de cada cirugía, se realiza un estudio preoperatorio que incluye TAC, marcadores tumorales y una evaluación general del estado funcional de la paciente. También se siguen protocolos específicos dependiendo del tipo de intervención y la localización del tumor.

El futuro apunta a una cirugía cada vez más personalizada, menos invasiva y con mejores resultados oncológicos y funcionales.

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