Con la llegada de las vacaciones, en la mayoría de las familias todo se relaja. Hasta los horarios y la composición de las comidas.

Pero lo que no se puede relajar, advierten los alergólogos, es la vigilancia continua para aquellos niños que sufren alguna alergia alimentaria. Porque un descuido puede arruinar unas vacaciones familiares o un campamento de verano.

Por ese motivo, los expertos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), recuerdan algunas sencillas pautas y recomendaciones a los padres para evitar problemas mayores mientras los niños disfrutan de viajes, vacaciones y campamentos.

La mayoría de las medidas de prevención es recomendable que se pongan en marcha antes de iniciar el viaje, ya sea en avión o en tren, y también si tenemos previsto pernoctar en hoteles.

Y para todos esos casos la SEAIC recomienda:

  • Informarse si el medio de transporte que usaremos puede suponer algún tipo de riesgo porque se repartan comidas en su interior. Y si es así, recomiendan consultar con la compañía aérea para evitar durante ese trayecto ese alimento al que somos alérgicos.

Un ejemplo recurrente son los frutos secos, que nos podrían encontrar con que se los dan al niño sin que nos damos cuenta.

  • Si es necesario llevar con nosotros la medicación de rescate (adrenalina, inhaladores) durante el viaje en el avión, por ejemplo, lo mejor es llevar encima también un informe médico para que no nos pongan pegas a la hora de embarcar.
  • Recuerda que algunas compañías ofrecen menús especiales para alérgicos.
  • En el caso de que vayamos a un hotel, es conveniente saber si también tienen menús especiales o medidas de control alimentario que eviten la contaminación cruzada.

Mete en la maleta el informe médico que describa la alergia sanitaria y el tratamiento recomendado en caso de reacción alérgica. ¡Y no olvides la tarjeta sanitaria!

  • Botiquín: es absolutamente imprescindible que metas en la maleta toda la mediación que puedes necesitar en caso de reacción alérgica: adrenalina, antihistamínicos, corticoides... Llévalo siempre encima porque nunca se sabe cuándo ni dónde va a hacernos falta.
  • El peligro de comer fuera de casa: Lo más probable es que durante estas vacaciones comamos fuera de casa, en restaurantes que no solemos frecuentar. Así que, con la carta en la mano, debemos preguntar siempre que surja cualquier duda para no cometer un error que puede tener consecuencias no deseables.

«Aunque existe una normativa que regula la declaración en la carta de la presencia de los 14 alérgenos obligatorios, es importante comprobarlo preguntando al personal directamente», recuerdan los alergólogos.

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  • Cuidado con el pescado o el marisco. Se trata de productos que se consumen mucho en verano, y la SEAIC advierte que «no solo hay que tener en cuenta la comida que hemos elegido o prevenir la contaminación cruzada en cocina, sino la posible reacción por inhalación de partículas en los casos de alta sensibilidad».

Así que, si vamos a pedir pescado y tenemos algún alérgico al Anisakis simplex, «debemos además preguntar si siguen las recomendaciones de congelación previa».

  • Campamentos de verano: además de ser una forma de conciliar para los padres, los campamentos de verano son también una experiencia para muy divertida para los niños. Pero en el caso de que nuestros hijos tengan alguna alergia, los alergólogos indican la importancia de «informarnos de las medidas de seguridad que nos ofrecen, si hay personas responsables de su vigilancia y si tienen algún protocolo o experiencia en el manejo de estos niños».

Una vez que tenemos la seguridad de que en el campamento está todo está previsto, la familia debe llevar el botiquín de emergencia para que puedan usarlo con rapidez en caso de ser necesario.

  • Viajes al extranjero: Además de ponernos en contacto con la compañía para el tema de menús y el resto de indicaciones que ya hemos visto, en caso de que salgamos al extranjero, deberíamos conocer el nombre de los alimentos a los que somos alérgicos en el idioma del país que vamos a visitar. Por ejemplo, podemos llevarlos escritos en una tarjeta plastificada y enseñarlos cuando nos sentemos a comer. Así no tendremos dudas de que nos han entendido.

Recuerda que los países de la Unión Europea tienen la obligación de informar si el alimento contiene alguno de los 14 alérgenos de declaración obligatoria:

  1. Leche de vaca
  2. Huevo
  3. Cacahuetes y frutos secos
  4. Pescado
  5. Crustáceos
  6. Moluscos
  7. Cereales con gluten
  8. Apio
  9. Mostaza
  10. Sésamo
  11. Soja
  12. Altramuz
  13. Dióxido de azufre
  14. Sulfitos.