NUTRICIÓN

Por qué deberíamos incluir insectos en nuestra dieta: son más que proteínas

En España se ha autorizado un nuevo insecto para consumo humano: larvas de escarabajo de estiércol

Los insectos comestibles son mucho más que proteínas: mejoran los niveles de colesterolLos insectos comestibles son mucho más que proteínas: mejoran los niveles de colesterol

Los insectos comestibles son mucho más que proteínas: mejoran los niveles de colesterolLos insectos comestibles son mucho más que proteínas: mejoran los niveles de colesterol / MICHAEL KOOREN - Archivo

Comer insectos no es una costumbre culinaria que esté demasiado arraigada en España.

A diferencia de otros países como México, China, Chile o Australia, donde es más habitual encontrarse con platos cuyos ingredientes principales son saltamontes, larvas cocidas, hormigas rojas o grillos. 

Sin embargo, desde el año 2018 está regulado el consumo y comercialización de este “nuevo alimento” en la Unión Europea que, según explica la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN), “los insectos comestibles pueden diversificar las dietas, mejorar los medios de vida, contribuir a la seguridad alimentaria y tener menos huella ecológica en comparación con otras fuentes de proteína”.

Precisamente, que el consumo de un alimento sea seguro es un requisito indispensable para que pueda ser incluido en nuestra alimentación.

No obstante, antes de que la AESAN tenga la última palabra, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) realiza un análisis del riesgo y los peligros que podría conllevar su consumo. 

En las últimas semanas se ha dado el visto bueno a un nuevo insecto, que ya se puede comercializar en supermercados y, por tanto, listo para consumir. Las larvas de escarabajo de estiércol se suman a los otros tres que habían sido previamente autorizados.

Comer insectos es habitual en muchos países

Comer insectos es habitual en muchos países / Getty

Gusano de la harina

Su nombre científico es Tenebrio molitor y recibe este nombre por ser el responsable de plagas en la industria dedicada a la fabricación de harinas.

La EFSA dice de este insecto que “no es perjudicial desde el punto de vista nutricional” y que “no existen problemas de seguridad”. Pero, su consumo puede provocar reacciones alérgicas en aquellas personas que son alérgicas a los crustáceos o a los ácaros del polvo.

Su sabor no es fuerte (recuerda al de la avellana) y se puede acompañar en una infinidad de platos: ensaladas, porridge de avena o pasta. Aunque puede chocar acompañar cualquier plato con gusanos de la harina, sus valores nutricionales lo convierten en uno de los insectos con más proteína, aunque no es el que mauor porcentaje tiene: 52%.

Además, contiene un 30% de grasas y respecto a las vitaminas, 57.4 ppm de calcio y 0.3 ppm de fósforo.

Son una fuente de niacina, piridoxina, riboflavina, ácido fólico y vitamina B12 (muy importante para el metabolismo de proteínas).

Langosta migratoria

Locusta migratoria es el segundo insecto aprobado en la Unión Europea. Hay tres formatos disponibles: congelado, seco y en polvo.

Precisamente, consumir este alimento congelado reduce sus porcentajes de proteína y grasas. Sin embargo, ingerir la langosta migratoria seca o en polvo eleva su contenido proteico hasta el 43-60% y de grasas hasta el 31-41%. También destaca por su alto contenido en fibra, que contribuye a alcanzar la ingesta diaria recomendada de 25 gramos.

¿El consumo de insectos tiene riesgos derivados?

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición detalla que el consumo de insectos puede suponer un riesgo para algunas personas. En concreto, los alimentos a base de insectos pueden suponer un peligro para “consumidores, en particular para aquellos que son alérgicos a los crustáceos debido a la reactividad cruzada”.

Otros de los riesgos son biológicos. Aunque los microbios patógenos de los insectos se consideran inofensivos para humanos y animales, sí pueden ser un vector de varios microorganismos que son perjudiciales para nosotros. 

  • “El riesgo de transmitir infecciones zoonóticas a los humanos a través de insectos comestibles parece bajo, pero este tema requiere una mayor investigación para aclarar los riesgos potenciales para los alimentos y los piensos”.

Grillo doméstico

En este caso, Acheta domesticus fue aprobado en febrero de 2022. Es una de las especies más utilizadas para alimentar a mascotas exóticas como reptiles y peces. Hablamos de un insecto con un 62% de proteína en peso seco, lo que lo convierte en una de las variedades con mejores propiedades nutricionales.

El grillo doméstico se puede encontrar como ingrediente en productos como galletas, barritas de proteína o pastas.

Ya es legal comer larvas de gusano en la UE, cuarto insecto autorizado

Ya es legal comer larvas de gusano en la UE, cuarto insecto autorizado / Pixabay

Larvas de escarabajo del estiércol

Son las reinas de la proteína (72%), pero también aporta, según la Sociedad Entomológica de Estados Unidos, cobre, magnesio, fósforo, selenio, hierro y cinc.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria ha autorizado en enero de este mismo año su consumo en pasta, congeladas o en polvo. Como también ocurre con otros insectos, pueden ser el causante de reacciones alérgicas en personas hipersensibles a los crustáceos y a los ácaros.

Los insectos comestibles también son antioxidantes

Una investigación de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha demostrado que los insectos comestibles no solo destacan por su potencial como fuente de proteína, sino también de “compuestos bioactivos”. 

“La actividad antioxidante de los insectos ya había comenzado a evidenciarse en los últimos años para distintas especies de insectos comestibles, la cual ha sido principalmente atribuida a la fracción proteica de la harina obtenida a partir de estos insectos”, explica la doctora Diana Martin, directora del trabajo publicado en Food Chemistry

Y es que, esta investigación evidencia la “capacidad inhibitoria” de la digestión de los lípidos de la dieta, “lo cual es de interés frente a problemas de salud como niveles elevados de triglicéridos o colesterol en sangre, así como sobrepeso u obesidad”.

“Una mejora del estado oxidativo de los tejidos está altamente relacionado con una mejora del estado de salud y la prevención en el desarrollo de determinadas patologías. De ahí el interés en el hallazgo de nuevas fuentes comestibles ricas en compuestos antioxidantes”, resalta Joaquín Navarro del Hierro, coautor del estudio.