Durante las vacaciones de verano son muchos los que escogen destinos de playa para descansar, disfrutar del mar y, sobre todo, broncear su piel.

Está claro que cuando nuestra piel adquiere algo de tono nos vemos mejor. Pero la obsesión por lucir moreno ha llegado hasta tal punto que ya se ha acuñado el término tanorexia para definir el deseo de estar bronceado a toda costa, con los riesgos que ello conlleva.

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Exponerse demasiado tiempo al sol, no utilizar protección solar o no aplicarla de manera incorrecta son hábitos demasiado extendidos y enormemente peligrosos para la salud.

Y es que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se producen entre 2 y 3 millones de nuevos casos de cáncer de piel a nivel mundial.

Mitos sobre el bronceado

Para despejar todas las dudas sobre la exposición al sol, los expertos de Sanitas han elaborado una lista con los 9 mitos más extendidos sobre el bronceado.

La producción de melanina que es lo que hace que la piel adquiera un color más oscuro, depende de la genética de cada persona y del capital solar, es decir, el tiempo máximo que una persona puede exponerse al sol a lo largo de su vida.

Por lo tanto, una persona de piel clara, por mucho tiempo que tome el sol, no conseguirá estar morena y se quemará con facilidad, que es lo que debemos evitar.

La sensación de «broncearse» puede provenir de la mayor desprotección de la piel y, por lo tanto, del enrojecimiento que, sin embargo, es una quemadura y, en ningún caso, bronceado.

Existen cremas excelentes que van etiquetadas como «waterproof» y «water resistant». Se trata de productos que persisten durante más tiempo protegiendo nuestra piel que las convencionales a pesar del contacto mantenido con el agua, y son las indicadas para la realización de deportes acuáticos.

Y es que hay que recalcar que broncearse no depende ni del número de horas al sol, ni del menor uso de cremas solares, sino del tipo de piel que tenemos: las pieles más claras, no se broncean, se queman.

Cuanto mayor es el grado de pigmentación de nuestra piel, más rápido y factible es el bronceado.

De hecho, es frecuente que la exposición al sol produzca cambios en lunares y provoque aparición de nuevas manchas que, en su mayoría no son peligrosas, pero que es conveniente revisar y, en su caso, consultar cuando estos presenten cambios, tanto en color, como en forma o tamaño.

«Lo ideal es incluir en nuestra alimentación alimentos como la zanahoria, el tomate, el maíz, el brécol, el germen de centeno, la acelga, el berro, la col rizada, las endibias, la escarola, la espinaca, el hinojo, las hojas del puerro y el pimiento rojo, además del albaricoque, el melocotón, el mango, el pomelo y la papaya que aportarán betacarotenos y, por tanto, proporcionarán beneficios a nuestra piel unas 6-8 semanas antes de exponernos de forma responsable al sol», concluye la nutricionista de Sanitas.

Sin embargo, deben tomarse las mismas precauciones que en días soleados pues la incidencia de la radiación solar es la misma.