La inmunoterapia es uno de los tratamientos de los que se disponen actualmente para tratar algunos tipos de cáncer, como:

  • El cerebral
  • De pulmón
  • De vejiga
  • De riñón
  • De mama
  • Melanoma y otros cánceres de piel
  • Cáncer hepático
  • Linfomas
  • Leucemias.

Este tratamiento puede administrarse solo o en combinación con otras terapias como la radioterapia y/o la quimioterapia.

¿En qué consiste el tratamiento de inmunoterapia?

Pues, resumiéndolo mucho, se trata de potenciar nuestro sistema inmunitario para que actúe contra las células malignas.

Como explican desde la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el sistema inmune no es capaz de detectar por sí solo a las células tumorales porque se hacen invisibles para él.

  • Lo que hace la inmunoterapia es actuar de intermediario para que las células tumorales sean visibles para el sistema inmune y de esta forma, las defensas puedan eliminar las células cancerígenas.

Para lograrlo utiliza sustancias producidas por el organismo o bien en un laboratorio con el objetivo de mejorar el funcionamiento de su sistema inmunológico y destruir las células cancerosas.

Los últimos avances del cáncer ponen el foco en las terapias dirigidas. EPC

Tipos de inmunoterapia

Hay muchos tipos de inmunoterapia, entre los que podríamos destacar los siguientes:

  • Anticuerpos monoclonales y tratamientos agnósticos del tumor, como inhibidores de puntos de control. Se producen en un laboratorio para potenciar los anticuerpos naturales del organismo o actuar como anticuerpos en sí mismos. En cuanto a los inhibidores, evitan que las células cancerosas se escondan del sistema inmunológico y logran que intensifique su función para ayudar a destruir las células cancerosas
  • Terapia con virus oncolíticos: Son virus que se han modificado en un laboratorio para destruir las células cancerosas. El médico inyecta en el tumor ese virus modificado genéticamente para que ingrese en las células cancerosas y se reproduzca. El resultado es que esto provoca que las células cancerosas exploten y mueran. 
  • Terapia con células T: el médico extrae células T de la sangre del paciente y las modifica genéticamente en un laboratorio para que tengan proteínas específicas denominadas receptores, que son las que permiten que las células T reconozcan las células cancerosas. Una vez hecho, las células se vuelven a introducir en el cuerpo para que encuentren y destruyan las células cancerosas. 
  • Vacunas contra el cáncer: existen 2 tipos: vacunas para prevención y vacunas para tratamiento. Y como tantas vacunas, se trata de exponer el sistema inmunológico a una proteína extraña, llamada antígeno, para que el sistema inmunológico aprenda a reconocer y destruir ese antígeno o las sustancias relacionadas. 

Cómo se administra y qué precauciones se deben tomar

Previo al tratamiento, se realizará un control analítico y una visita con el equipo médico, para confirmar que se puede administrar. Cuando es posible optar por este tipo de tratamiento, los especialistas en oncología lo administrarán colocando una vía venosa periférica (catéter) mediante una punción en la vena.

Para recibir esta terapia no es necesario que el paciente acuda en ayunas.

Durante la administración, o después, el paciente puede experimentar dolor o enrojecimiento en la zona donde se la ha pinchado para introducir el fármaco. En estos casos, se debe consultar inmediatamente.

Pero de lo que sí advierten los especialistas en oncología es que es esencial que el paciente no tome ningún medicamento sin previa consulta con su equipo médico.

Y en el caso de tener que acudir a un especialista o al médico de familia a causa de cualquier problema de salud ajeno al tumor, debe informar de que está sometido a inmunoterapia.

Los especialistas señalan también que algunos minerales, vitaminas, suplementos dietéticos o infusiones de hierbas pueden influir en el efecto del tratamiento.

Esto también ocurre con los remedios homeopáticos u otros tratamientos complementarios. Por estos motivos es importante que antes de tomar nada se consulte con los profesionales sanitarios que están implicados en el tratamiento de la inmunoterapia.

Efectos secundarios de la inmunoterapia

Los posibles efectos adversos derivados de esta terapia son diferentes a los que se producen con otros tratamientos utilizados contra el cáncer, como la quimioterapia convencional, las terapias dirigidas o la radioterapia.

Y conocer estas señales es fundamental para que el paciente controle y prevenga en la medida de lo posible estos efectos secundarios.

  • Diarrea: Es habitual que produzcan alteraciones en la consistencia y/o frecuencia de las deposiciones. Por eso, los especialistas recomiendan a estos pacientes llevar una dieta de fácil digestión y beber una gran cantidad de líquido.
  • Dolor abdominal: en el caso de que aparezca de forma brusca, o que se realicen más de 4 deposiciones al día o que veamos que las heces tienen restos de sangre o mucosidad, se debe consultar al equipo médico encargado de la inmunoterapia.
  • Alteraciones en la piel: Como consecuencia del tratamiento puede aparecer cierta sequedad en la piel e incluso picor. Para paliarlas, los especialistas aconsejan mantener la higiene de la piel e hidratarla con productos que no contengan alcohol ni detergente.
  • Molestias en articulaciones y músculos son uno de los habituales efectos secundarios. Y para que el paciente pueda aliviarlos es importante practicar ejercicio físico de forma regular y de acuerdo con la condición física de cada uno.
  • El paciente puede notar más cansancio de lo normal, y por ello lo más aconsejable es respetar las horas de sueño y descansar cuando sea necesario. Los oncólogos recomiendan tratar de hacer una vida normal sin olvidar la práctica de alguna actividad física.
  • Problemas respiratorios. Si aparece un aumento de la tos o el paciente siente que se ahoga, debe consultarlo con el personal sanitario que le atiende.
  • Mucositis: Pueden aparecer lesiones en las mucosas, sobre todo aftas en la boca. Para evitarlas es esencial cuidar la higiene bucal, y si aparecen aftas, hacer gárgaras con infusiones de tomillo y/o bicarbonato. Los especialistas aconsejan no tomar la comida o la bebida muy caliente porque eso puede ayudar a reducir estas lesiones.
  • Fiebre. El paciente puede tener un episodio de fiebre puntual durante las 24-48 horas después de la primera sesión de inmunoterapia. Esta fiebre se puede manejar con paracetamol (si no es alérgico).

También recomiendan no tomar el sol, y utilizar un protector solar 50 SPF UVB+UVA.

Y no olvide proteger los ojos con unas buenas gafas de sol.

Por último, los especialistas en Oncología recuerdan que cualquier empeoramiento de estas molestias derivadas del tratamiento con inmunoterapia deben ser comunicadas al equipo médico que está atendiendo al paciente.