Hay que decirlo claramente pasando de lo políticamente correcto: los adolescentes resultan insoportables.

Para muchos es como si sus vidas solo tuviesen sentido llevando a la desesperación a sus padres y educadores, y probablemente a ellos mismos.

Su mente es tan extraña, abrupta e ilógica que a menudo resulta imposible reconocer en ellos a los maravillosos niños que fueron hasta hace poco.

Se vuelven totalmente insufribles por:

  • Sus crisis de identidad sin solución,
  • Su incapacidad para evaluar riesgos,
  • Su insaciable necesidad de aprobación social por otros que son como ellos,
  • Su total ineptitud para pensar en las consecuencias futuras de sus acciones
  • Sus impredecibles, frecuentes, extremos e incontrolables cambios de humor.

Desde antiguo el saber popular explica este desagradable comportamiento adolescente basándose en el tópico de que irremediablemente tienen que pasar por la “edad del pavo”.

Así es como llamamos a una época de hormonas desatadas, ignorancia, rebeldía e inmadurez.

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¿Teorías de psicólogos o atractivas patrañas?

Por supuesto también ha habido todo tipo de teorías “más intelectuales” -desde la filosofía a la sociología- para intentar explicar la adolescencia.

Las que más calaron en la población sin duda provienen de los psicólogos.

Demasiadas miradas de psicólogos intentan explicar este período de la vida a la luz del psicoanálisis.

Y así han ido interpretando que los adolescentes tienen que “matar” a sus padres, o en el mejor de los casos “divorciarse” de ellos y cortar con su familia para poder empezar a vivir sus propias vidas.

Como si nada de lo que les hubiesen transmitido sus padres les resultase útil en el nuevo “mobiliario” que se están procurando atesorar para afrontar su vida adulta.

Pero, aunque el psicoanálisis desarrolla argumentos muy bien narrados, podría no ser más que una atractiva patraña.

A fin de cuentas, estas teorías no dejan de ser más que una explicación en buena parte “ad hoc”, y en todo caso acientífica.

El análisis de la neurobiología

Afortunadamente durante este siglo el rápido progreso de la neurobiología ha permitido encontrar explicaciones mucho más rigurosas de por qué razón se produce el fenómeno de la adolescencia y cuáles son sus consecuencias.

Sorprendentes descubrimientos

  • Moleculares,
  • Fisiológicos
  • Y sobre el modo en el que se desarrolla nuestro cerebro durante esta convulsa etapa

aportan una explicación mucho más clara de lo que ocurre en la mente de los adolescentes.

Hay mucho de cierto en la creencia popular sobre una “edad del pavo” con hormonas desatadas.

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Fluctuación de los niveles de hormonas

En buena medida los rápidos y extremos cambios de humor de los adolescentes encuentran su explicación en las enormes fluctuaciones de sus niveles de hormonas y neurotransmisores cerebrales.

En especial de:

  • El GABA (un importante neurotransmisor inhibitorio en el sistema nervioso central),
  • La serotonina (un neurotransmisor muy relacionado con el control de las emociones y la sensación de sentirse bien)
  • Y el cortisol (conocido como la hormona del estrés).

En el cerebro de los adolescentes estas moléculas esenciales experimentan el nivel de variación más rápido e intenso que tendrán durante todas sus vidas. Y eso tiene consecuencias.

Procesos de recompensa rápida o autocontrol

Además, sofisticados estudios con imágenes funcionales del cerebro han demostrado que en los adolescentes las regiones cerebrales donde se asientan los procesos de recompensa rápida sufren un enorme desarrollo.

Y este resulta ser mucho mayor que el de las zonas cerebrales relacionadas con los mecanismos de autocontrol e inhibición.

Estas zonas cerebrales muestran durante la adolescencia una actividad en su señalización por dopamina (el neurotransmisor asociado con el placer), mucho mayor de lo que lo hicieron en la niñez y de lo que lo harán en la edad adulta.

Los adolescentes sufren grandes picos de dopamina cuando experimentan nuevas experiencias, nuevas relaciones o nuevas sensaciones.

Y esa es la razón fundamental de que sientan una atracción fatal por todo tipo de experiencias fuera de lo habitual.

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También hay cambios anatómicos en el cerebro

Complementariamente a estas variaciones fisiológicas y moleculares que acabamos de ver, el cerebro de los adolescentes también sufre cambios anatómicos significativos.

Así, las áreas del cerebro asociadas con la recompensa inmediata se desarrollan mucho más rápido que las relacionadas con el autocontrol.

Además, su corteza frontal (una zona del cerebro implicada la propositividad de la conducta y la toma de decisiones) pasa por una etapa en la que construye y elimina numerosas redes neuronales de manera muy rápida.

Complementariamente, en el lóbulo parietal el cerebro adolescente incrementa significativamente la "materia blanca”.

Todos estos cambios constituyen la base biológica por la que los adolescentes se sienten extremadamente tentados por nuevas experiencias que a los niños o los adultos pueden parecerles descabelladas.

En gran parte este proceso biológico condiciona su toma de decisiones tan impulsiva, arriesgada e irracional.

¿Por qué para ellos son tan importantes las relaciones sociales?

Así mismo, el cerebro de los adolescentes muestra una mayor actividad en la región de la corteza prefrontal donde se procesan las respuestas a otras personas y donde se produce la autoevaluación de las propias conductas.

Por eso para los adolescentes son tan importantes las relaciones sociales y las amistades, mientras al tiempo se pasan horas y horas analizando sus propios sentimientos.

Pero cuidado pues estas zonas de la corteza prefrontal extremadamente activas durante la adolescencia también son áreas cerebrales donde radican la sensibilidad a lo que podríamos denominar “desaires producidos por otras personas” y son extremadamente sensibles a interpretar señales de hostilidad.

Es la receta biológica perfecta para mostrar una enorme susceptibilidad y ansiedad social.

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¿Por qué desesperan tanto a sus profesores?

Desafortunadamente, los cambios neurológicos que ocurren en la corteza frontal alteran una gran cantidad de habilidades que se habían dominado durante la niñez, tales como:

  • La resolución de problemas,
  • El razonamiento abstracto,
  • La regulación emocional,
  • Y el mantenimiento de la atención y concentración.

Es la receta perfecta para que los adolescentes desesperen a sus profesores.

¿Por qué se vuelven zánganos?

También se dice que muchos adolescentes se vuelven zánganos, y no pocos padres se desesperan cuando cerca ya del mediodía sus hijos adolescentes siguen tirados en la cama.

El problema está en que nuestro ciclo de sueño está regulado en buena parte por los niveles de la melatonina.

  • Si sus niveles son altos (lo que nos ocurre por la noche) nos sentimos somnolientos.
  • Cuando esos niveles bajan por la mañana despertamos en un estado de alerta.

Y a menudo los adolescentes tienen desplazados varias horas estos picos, máximos y mínimos de melatonina, que simplemente sube y baja significativamente más tarde que en los adultos o los niños.

Es la razón por la que no tienen ganas de acostarse por la noche, cuando la mayoría de los adultos se van a dormir, ni de levantarse por la mañana cuando casi todo el mundo se levanta.

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Encontramos una explicación, pero no una solución

Indudablemente todas estas explicaciones científicas son de lo más interesante, pues permiten entender el por qué los adolescentes son como son.

Pero desafortunadamente de momento la ciencia aún no aporta una receta infalible sobre cómo deberíamos tratarlos.

En todo caso es un problema complicado. A fin de cuentas, el modo de lidiar con los adolescentes ya preocupó a las primeras civilizaciones de la humanidad.

Entre los primeros documentos escritos por quienes se asentaron en el Creciente Fértil (una región histórica que se corresponde con parte de los territorios del Mediterráneo), algunos recogen las quejas de educadores de la época destacando que los adolescentes lo hacen tan mal que el mundo podría acabarse cuando su generación alcance la edad adulta.

El mundo todavía no se acabó, pero decenas de miles de millones de seres humanos superaron la adolescencia.

Y aunque se han propuesto todo tipo de soluciones -desde la mano dura extrema con la que se nos trataba a los adolescentes hace muchas décadas, a la máxima tolerancia, comprensión y motivación positiva de la que son partidarios muchos educadores actuales- lo más cierto sobre la adolescencia es el célebre aforismo romano:

  • Hoc quoque transibiat” (todo esto pasará).

Tan solo es una etapa más en nuestro desarrollo.