A pesar de que es temporada alta, muchos locales de alterne de los barrios rojos de la capital de Pat Pong y Nana están casi vacíos y las chicas de compañía no tienen nada que hacer excepto pasar indolentes las horas junto a la barra.

"No hay apenas 'farang' (extranjeros), espero que en las próximas semanas empiecen a venir cuando se den cuenta de que ya no hay problemas en Tailandia", relató a Efe Wannapha Jampa, que trabaja en el local "Lolitas", cerca de Nana.

El miércoles pasado, los manifestantes antigubernamentales pusieron fin a meses de protestas y a la ocupación durante una semana de los dos aeropuertos de Bangkok después de que el Tribunal Constitucional inhabilitara por fraude electoral al primer ministro, Somchai Wongsawat.

Los locales de alterne dependen de los turistas, al igual que los hoteles y albergues, que se han quedado casi vacíos después de que los 350.000 pasajeros afectados por las protestas, cientos de españoles incluidos, comenzaron a retornar a sus respectivos países.

Jampa, de 23 años y a la que todos llaman "Tequila", explicó que sin turistas que consuman en el bar, no puede ganar dinero para ayudar a su familia en Isan, una de las provincias más pobres de Tailandia situada en la zona noreste.

Las chicas se quedan con un porcentaje de la consumición a la que les invitan los clientes, con los que también suelen mantener relaciones esporádicas.

En la céntrica calle Sukhumvit, unas diez chicas almuerzan en la puerta de una peluquería donde realizan la manicura, cortan el pelo o realizan masajes, con "final feliz" incluido si así lo demanda el cliente a cambio de una buena propina.

"Si pierdo mi trabajo aquí tendré que ir a trabajar a un barrio tailandés, aunque allí gane menos y no reciba las propinas de los turistas", se quejó Sawitree, de 24 años.

Las agencias de turismo no son nada optimistas y esperan que en la presente temporada alta, entre noviembre y abril, el número de visitas no llegue o incluso se quede a la mitad de los 14 millones de extranjeros que viajaron al país el año pasado.

Para atraer clientes, los hoteles de la capital y otros destinos de Tailandia han rebajado sustancialmente los precios de las habitaciones.

También las prostitutas han tenido que hacer descuentos y ahora ofrecen sus servicios desde 800 baht (22 dólares o 17 euros), en lugar de los 1.200 ó 2.000 baht que cobraban antes.

En el barrio de Pat Pong, los vendedores ambulantes de relojes falsos, películas y camisetas acosan a los escasos turistas para que adquieran sus productos y cada vez más establecimientos de espectáculos sexuales recurren al timo para aumentar sus ingresos.

"Un tipo por la calle nos dijo que sólo teníamos que pagar la cerveza, a 100 baht (2,8 dólares o 2,2 euros), y nos llevó a uno de esos locales donde mujeres desnudas lanzan pelotas de ping-pong y dardos con sus vaginas", afirmó Marc, un turista procedente de Barcelona.

"Cuando nos bebimos la cerveza y nos levantamos para irnos del sitio, se acercó la gerente con una cuenta de 2.000 baht (56 dólares o 44 euros). Un tipo nos amenazó con que iba a llamar a unos mafiosos para que pagásemos", agregó.

Finalmente, Joan y su amigo no picaron el anzuelo y salieron del local sin lamentar nada, aunque pagaron la cerveza al doble de lo estipulado.

Uno de los locales de espectáculos de travestis más conocidos de Bangkok, el Calypso, ha perdido un 90 por ciento de la clientela y ha empezado a ofrecer entradas gratis, con la esperanza de que al menos consuman cócteles.

Tailandia era el mayor destino de turismo sexual del mundo hasta 2005, cuando fue desbancada por Brasil, según la Interpol.

Aunque la prostitución es ilegal, se estima que entre 80.000 y dos millones de hombres y mujeres se dedican al empleo más antiguo del mundo.