El debate no es nuevo. El avance de las técnicas digitales para retocar las fotografías -el más popular, el programa "Photoshop"- tiene detractores. Ahora la polémica ha saltado al ámbito parlamentario. En Francia, medio centenar de diputados encabezados por Valérie Boyer ha declarado una nueva batalla contra la "cirugía" fotográfica. Quieren que las imágenes retocadas incluyan, por ley, una advertencia. En Valencia, los profesionales del sector defienden el uso de estas técnicas con moderación y autoregulación.

La iniciativa gala parte del partido político del presidente, Nicolás Sarkozy. Curiosamente, el propio Sarkozy fue objeto de estos trucos. Boyer es autora de un informe sobre desórdenes alimenticios y dice combatir "la imagen estereotipada de que todas las mujeres son jóvenes y delgadas". De prosperar esta ley, fotografías de prensa, campañas políticas, imágenes artísticas, envases y anuncios publicitarios manipulados deberán indicar "fotografía retocada para modificar la apariencia física de una persona". Bajo multa de 37.000 euros.

En Valencia, los expertos admiten que pueden comenterse excesos, pero consideran excesiva la regulación. José Luis Abad, fotógrafo de moda, considera que el "Photoshop" es necesario y útil en su sector. El problema está en el exceso. Las propias revistas y los clientes lo reclaman. Abad calcula que se usa en el 95% de los casos "pero sin pasarse". Además, la mejora de las imágenes no es nueva. Existía antes de la era digital y hoy está al alcance de cualquiera. "Es una herramienta de trabajo", dice, "y la gente de la calle sabe que esas fotos erán retocadas".

José Vicente Aleixandre, redactor gráfico de Levante-EMV y presidente de la Asociación de Periodistas Gráficos de la Comunitat Valenciana, coincide en que la técnica ha avanzado pero el retoque no es novedoso. Puede servir pero, en el caso del periodismo gráfico, "el tratamiento de la foto lo que no puede nunca es altera la información que expresa la foto". Recuerda que a Gorvachov se le eliminaba la mancha de la cabeza en las fotos oficiales, por ejemplo. "Es un problema de ética profesional", concluye.

Carmina García, directora de la agencia valenciana de modelos Carmen Durán, apunta que "todo en su justa medida es bueno, no perjudica siempre que no se exagere". Piensa que los legisladores deberían preocuparse de problemas "menos banales". Las modelos, dice, son conscientes de que es su trabajo, aunque a veces haya cambios extremos como el color de los ojos o el aumento de pecho.

La pasada primavera Peter Lindbergh, uno de los fotógrafos de moda de más renombre, pedía desde Nueva York que se pusiera freno a los trucos de ordenador, a tanta perfección. Lindbergh encontró un aliado en la revista francesa "Elle". Y así nació una serie de portadas protagonizadas por Mónica Belluci, Sophie Marceau y Eva Herzigova, sin maquillaje y sin "Photoshop". Habían nacido los abanderados del regreso a la naturalidad. Frente a esta corriente, en internet hay multitud de ejemplos del "antes y el después". En el recuerdo está el posado de Sharon Stone en "Paris-Match", demasiado espectacular para sus 50 años, o el "aumento de pecho" a que fue sometida la delgadísima Keira Knightley en el cartel promocional de una película. También hay casos fuera del cine o la moda. Microsoft "borró" a un ejecutivo negro en su web polaca y últimamente ha habido quejas por la "fusión" forzada de dos fotos en un diario.