René Alphonse Ghislain van den Berghe, el verdadero nombre de Erik El Belga, vive desde hace casi tres décadas en Málaga. Acaba de publicar sus memorias, 'Por amor al arte', donde narra las mil y una aventuras de su vida y omite aquello que no le interesa que se sepa. De mirada traviesa y viva, Erik sostiene que de haber sido un tipo honrado su existencia hubiese sido mucho más "aburrida".

Lo que más sorprende de su historia es que no esté entre rejas...

Eso es el arte de no caer sobre un trabajo. Jamás me han pillado in fraganti. A veces he tenido problemas, pero nunca he sido detenido después de robar. Es más difícil recorrer 3.000 kilómetros con la pieza robada y pasarla de país a país que el hecho de robarla.

¿Es usted muy listo y la policía muy tonta?

Bueno, cada uno se prepara como puede o le parece.

¿Deberían los policías aprender a robar para conocer mejor cómo trabaja un ladrón?

Claro. El problema de la policía de este país es que habla pocos idiomas y le resulta casi imposible desplazarse al extranjero para buscar una pieza en Alemania, por ejemplo. Ahora está la cosa más sencilla con esto de internet y la policía española puede pedir más ayuda a la extranjera para localizar colecciones robadas.

Usted, como los periodistas, vale más por lo que calla que por lo que cuenta en este libro...

Hay cosas que no se pueden contar, de eso estoy convencido casi desde que nací.

El 80 por ciento de las obras que robó en España han sido devueltas o recuperadas. ¿Duerme más tranquilo?

No. De ninguna manera.

Extraña que no viva retirado en las Bahamas...

Yo creo que la Florida de Europa está en Málaga.

¿Por qué decidió quedarse en Málaga?

Estoy muy a gusto en mi Málaga. Ya llevo 27 años aquí. Nunca había tenido una ciudad en mi vida. Tenía mi foto en todas las comisarías de policía en el extranjero. No me arrepiento en absoluto haber elegido Málaga. La Costa del Sol me encanta. Vivo a un paso de la playa y rodeado de restaurantes y cafeterías. Hace diez años que como en el mismo restaurante a diario.

¿Y le fían?

Hombre, claro.

¿Ha tenido que regañar a alguno de sus cinco hijos por robar una goma o un lápiz en el colegio?

No, nunca he tenido ese problema.

Además de ladrón era falsificador. Un artista, vamos...

El falsificador es incluso mejor que el artista. Realizar una buena falsificación es más difícil.

Asegura que en España nos empezamos a interesar por el arte religiosos a raíz de que usted comenzase a robarlo.

Por supuesto. Y eso que lo mío no era nada más que la punta de un iceberg del que se desconocía la profundidad.

O sea, que se aprovechó de que éramos unos inconscientes y unos incultos.

Totalmente. Hace treinta años en España no había ninguna inquietud artística. Nadie se preocupaba de nada. Y no había dinero para restaurar o conservar arte.

La policía franquista le partió la boca. ¿Se lo merecía?

Bueno, no lo sé. Pregúntele a Franco.

¿Hacía tratos con los curas y párrocos de las iglesias?

Sí, claro. He tratado con docenas de curas que me vendían las obras. Les pagaba en las sacristías y al contado.

Vamos, que lo suyo era casi una obra de caridad.

Sí, sí... Porque además, el dinero no era para ellos. Estos curas no lo querían para ir a prostíbulos ni para comprarse unos zapatos. Todo el dinero iba directamente al obispado, que lo mandaba a Andorra y de ahí iba directo al Vaticano. Ni los curas ni los obispos se quedaban con un duro.

Entonces, gracias sus robos se engordó la saca del Vaticano.

Gracias a estos centenares de millones el Vaticano ha podido evangelizar mejor al mundo.

Se confiesa católico.

Soy cristiano.

Y sólo se aprendió nueve mandamientos...

Bueno, no sé. Quizá solamente aprendí tres.

¿Vinieron a preguntarle cuando desapareció el Código Calixtino de la Catedral de Santiago de Compostela?

Claro, directamente.

¿Y no le molesta estar bajo sospecha tras tres décadas retirado?

No. Siempre estoy dispuesto a ayudar.

Si un día desapareciese el Cautivo vendrán a registrar su casa...

Hombre, no lo creo. No me gusta ser cautivo de nada.

También cuenta que participó en la fuga de El Lute.

Era amigo mío y yo era el único que sabía que se iba a fugar. Él estaba en la cuarta galería y yo en la tercera, y le advertí que había un americano que se estaba chivando de su plan de fuga. Por eso no se fue ni el día ni por donde lo tenía planeado en un principio.

¿Sigue pintando?

Sí.

¿Y hoy vive de lo que pinta o de las rentas de lo robado?

De ambas cosas. Aunque la pintura no me da mucho dinero, porque hago muchos regalos a iglesias y museos. Soy el único belga, después de Carlos V, que tiene un museo en España. Eso me gusta.

Afirma que robaba por amor al arte, que le gustaba lo que se llevaba.

Evidentemente. El problema que tenía era que si mis coleccionistas tenían ya tres cristos, por ejemplo, me pedían que les robara uno mejor. Normal, pero la cosa se complicaba porque era difícil encontrarlos.

¿Cree que la Gioconda del Prado es mejor que la del Louvre?

Sin lugar a dudas es más bonita. Es superior.

¿Se puede robar todo?

Absolutamente. Los medios que pongan para impedirlo no sirven para nada. Basta con buscar a los que desmontan los sistemas de alarmas.

Pero hay piezas tan aparatosas, como puede ser el Guernica, que resultaría muy complejo llevarse.

Bueno, todo se puede desmontar. No hay problemas en hacer y deshacer. El único inconveniente es que no hay cliente.

Si los hubiera...

Vivir es un vicio. Y si no pagas los vicios... Tener un Ferrari es un vicio, al igual que tener una mujer guapa. Y un hombre sin dinero está muerto.

Hay muchos políticos que también piensan lo mismo...

Funcionan mejor si son corruptos. Ya se ha visto claramente.

¿De nada sirve ser honrado?

No creo que sea algo interesante.

Dicen que si me llevo algo de su casa tendré cien años de perdón...

No creo que eso funcione.