Hay monedas y monedas. Y pesetas y pesetas. Eso lo sabe cualquier coleccionista que se precie, pero fuera de este entorno de "frikis" numismáticos puede sonar casi a locura que se paguen hasta 3.000 euros por una moneda, concretamente por una pieza de la peseta de toda la vida.

La realidad es que ocurre, porque la primera peseta que acuñó Franco es tan insólita que se cotiza en torno a esta tarifa, como explica Juan Carlos Miró, gerente de Miró Coleccionismo, de Alcoy, y vicepresidente de la Socidad Española de Numismática. Además, todo se debe a un episodio histórico. Tras el triunfo bélico del 1 de abril de 1939, el gobierno de Franco usó la moneda antigua, hasta que en 1944 acuñó el primer ejemplar de 1 peseta, basado en el busto que Mariano Benlliure había creado del general.

La pieza fue presentada a Franco, que la rechazó porque no le gustaba la caída del cuello; por ello, en 1946 se hizo otra, que pasó "el corte" y se puso en circulación. Sin embargo, alguien tuvo un lapus, explica Miró, y a las nuevas pesetas sumó las originales, sin que nunca se haya podido saber cuántas hay. "Puede que unos centenares", explicó a INFORMACIÓN. Por ello, son "piezas de lujo", de un valor incalculable. En realidad, no tanto: unos 3.000 euros por cabeza. O sea, 1 peseta a cambio del equivalente acgtual a 500.000... Un "lujo" o un "sueño" para los elegidos numismáticos.