Se llama Mar Puig, tiene 40 años y polifacética en el plano laboral. Su foco lo tiene puesto en los animales como coordinadora de una asociación animalista llamada Cinco Hocicos, con sede en San Vicente del Raspeig, también es auxiliar veterinaria, educadora y peluquera canina. Se toma un tiempo para determinar su filosofía de vida y concluye: "Mejorar la situación de todos, pero de todos". La frase que más se le repite es: "A veces no es necesario tanto amor y sí mucho más respeto".

El título de tu ponencia en el Vegan Fest Alicante, el domingo a las 18:00, es: "¿Luchamos o parcheamos?"

Desde Cinco Hocicos vemos desde fuera la gestión de los albergues o de animales, directamente. Y, en los últimos años, a pesar de que hay más gente concienciada, nos damos cuenta que el número de abandonos de animales, al año en España, no baja de unos 200.000.

Vaya.

Estamos en el número uno del ránking europeo. Entonces, a consecuencia de estos datos pretendemos que nuestra charla desemboque en una reflexión de la gestión de las asociaciones. Es una pequeña autocrítica.

Cómo nace Cinco Hocicos.

Yo colaboraba con muchas asociaciones de rescate y me daba cuenta que ésa no era la solución, por mucho que trabajáramos a nivel individual con cada animal encontrado. La raíz del problema tocaba más hondo. El rescate requería de tantos recursos que no daba tiempo para trabajar la concienciación.

¿Y ahora lucháis para que se tenga en cuenta al animal y su libertad?

Su libertad en la medida de lo posible. Somos realistas. Fomentamos que se respete la calidad de animal. Un perro es un perro, un gato es un gato, un león es un león, un cerdo es un cerdo. Lo que intentamos cambiar es: humanizar a los animales. Darles un trato como su instinto les dice.

Si un perro es empleado para un servicio terapéutico buscáis que luego puede campar con cierta libertad por el terreno que viva.

Por ejemplo, Sábado es una perra que vive conmigo y está educada para trabajar con niños, determinados colectivos, gente mayor. Pero en casa hace vida de perra total. No acaba en una jaula o tiene limitaciones.

En Hanoi llegué a ver jaulas de perros cerca de la cocina de un restaurante.

Ya... Sobre todo, nos llama la atención que mucha gente tiene animales para cubrir ciertas carencias personales, que vuelvan en ellos. Sin quererlo están haciendo daño.

Que si se muerde la cola, fíjate, que es posible que tenga garrapatas.

Requiere observación y atención. Son animales amados con los que tenemos un desconocimiento importante sobre su naturaleza que les llevan a no desarrollar el potencial de sus cualidades como animal. Por ejemplo, ansiedades, miedos. Si un perro se chupa mucho la pata no es normal. Algo hay.

Se percibe un enriquecimiento y conciencia en el lenguaje sobre cuestiones de género y animalistas. En "Cero en Historia", programa de Movistar +, Joaquín Reyes, presentador del programa, dijo: "Raúl (Cimas) tiene un gato". Y Raúl respondió algo así como: "Convivo con un gato".

Es súper importante empezar a cambiar terminologías. Quitarnos el papel de propietarios para convertirlo en responsables. Y cuando tenemos que tomar una decisión hacerlo para ellos y no por ellos. Es decir, ¿qué es lo que le beneficia al perro? Y no, ¿qué es lo que queremos nosotros?

Lanzaste una reflexión hace un tiempo de: "Para comprarte un coche y conducirlo necesitas sacarte el carnet. Sin embargo, para acompañar a un perro y pasear no".

Estamos haciendo mucho hincapié ahora. Es quizá uno de los temas fuertes. Se va a tratar en el Vegan Fest. Y es el tema de la formación. En nuestra asociación cuando damos un animal en adopción, uno de los requisitos imprescindibles que ha de pasar la persona es un curso formativo.

Aha.

Hay compañeras que rechazan esta medida porque la ven como un reducción del número de adopciones. Pero claro, ¿qué queremos cantidad o calidad de adopciones? Preferimos gestionar menos animales y no tener esa duda de qué va a pasar.

Contabas en un Congreso en Villena que una vecina de San Vicente le dio leche en la calle a un gatito para atraerlo y acogerlo en su casa, la vio la Policía y la multó con 200 euros, que es lo que marca la ordenanza municipal.

No se llegó a juicio. Nos costó mucho que el Ayuntamiento aceptara lo que indicaba el catastro, que la vecina le había dado de comer al gato en una zona privado que pertenece a ella.

No debería ser tan costoso.

Tampoco que todos nos informemos de que las ordenanzas son herramientas que tenemos. No tenemos que tener miedo. Hemos de saber dónde informarnos.

¿Puedes comentar otro caso?

Me resulta curioso que en San Vicente del Raspeig se echen en la calle determinados productos químicos que son nocivos para nosotros y no son perseguidos por el Ayuntamiento. Sin embargo, un poco de pienso en una esquina se considera casi un delito. Pues bueno, después de tres años de trabajo, este mes, vamos a llevar a pleno las ordenanzas en el que prácticamente se elimina ese punto y se pueden establecer colonias de gatos y palomas controladas. Ello implicaría que a las cuidadoras se les dará herramientas para que el servicio se haga de manera correcta.

¿Falta más empatía?

Y formación. Saber cómo gestionar cuando hay involucrado un animal. Muchas veces se ven barbaridades por desconocimiento.

En Europa se ha conseguido que se les considere seres sintientes por ley.

Salió aprobado en el Congreso pero no está asentada la decisión. Hoy por hoy, es un poco simbólico.

Hasta la tecnología está creando robots como Aisoy1

¿Con robots? Me sorprende.

A mí también cuando lo escuché. ¿El resultado del acompañamiento es bueno con todos los animales?

Es genial. Se puede hacer hasta con una planta. Cualquiera que necesite de nuestro cuidado. A una persona que se encuentre en un estado emocional débil, sensible o desamparado le puede venir genial, sobre todo, porque los animales no juzgan, no te miran mal ni te ponen entre la espada y la pared. Entonces, cuando estás pasando un mal momento es de las cosas que más se agradecen.

Suena bien.

Nosotros hemos tenido un caso de un señor que tenía problemas con el alcohol, que derivó en esquizofrenia. Tuvo que ir la Policía a su casa a llevárselo para que lo trataran. Pues este señor convivía con un perro que tenía en perfectas condiciones. El animal fue a parar a la perrera en Bacarot. Finalmente, conseguimos la custodia del can. El señor había vuelto a su casa, llevaba una vida normal y decidimos que volviera a convivir con él, porque lo hacían antes. Cada semana y quince días hacemos una visita para ver cómo están. En la última visita nos enteramos que el señor llevaba 9 meses sin probar una gota de alcohol y, según nos confesó, su motivación fue que el perro no volviera a parar a una perrera. El perro estaba lustroso. Ése el poder que tienen los animales.

Silvia Barquero, presidenta del Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (Pacma), comentó a La Contra

Teniendo toda la razón del mundo, todavía falta trabajar un nivel más básico. Quizás tenemos más normalizados a los animales con los que convivimos, animales urbanos. Hemos de romper muchas barreras para ver igual a los otros, los que vemos lejanos. Y más desde el colectivo de la lucha: abrir la mente en muchos aspectos.