Este 14 de febrero, como cada año, se celebra San Valentín, patrono de los enamorados.

¿Pero quién fue San Valentín? Se dice que San Valentín fue un obispo romano en los tiempos del emperador Claudio II en el siglo III. Según cuenta la leyenda, este emperador se caracterizó por reformar el ejército con unas normas muy estrictas, entre las que destaca la prohibición de que los soldados se casaran: para Claudio II, los jóvenes debían luchar, no formar familias, entendiendo que los hombres luchaban mejor si estaban solteros --y, por lo tanto, con menos ataduras--.

El entonces obispo Valentín, famoso y respetado por la zona, se mostró en contra de la decisión y, en secreto, comenzó a casar a jóvenes enamorados. Incluso cuenta la historia que arreglaba los encuentros a escondidas entre los soldados y sus esposas.

Al conocer esto, el emperador lo mandó llamar y, ante la negativa de Valentín de retractarse de su comportamiento, lo condenó a morir decapitado. Justo antes de su muerte como mártir de la Iglesia, el juez Asterio quiso burlarse del obispo y le dijo que, si era verdad lo que contaba sobre el Cristianismo, podría devolver la vista a su hija ciega. La leyenda asegura que Valentín devolvió la vista a la hija del juez, Julia, y que toda su familia se convirtió al Cristianismo, lo que no evitó la muerte del Obispo el 14 de febrero del año 270.

La hija del juez plantó sobre la tumba de Valentín un almendro, por lo que ahora este árbol también se considera símbolo del amor.

¿Por qué se celebra San Valentín?

Como sucede con muchas fiestas actuales, su ubicación en el calendario se debe a la sustitución de una fiesta pagana por una cristiana.

De este modo, fue en el 496 cuando el papa Gelasio estableció la fiesta de San Valentín el 14 de febrero, supuesta fecha de la muerte del obispo Valentín que coincidía con las fiestas Lupercales de los romanas, dedicadas al amor y la fecundidad.

La festividad de San Valentín se estuvo celebrando cada año en la Iglesia Católica hasta el siglo XX, cuando en 1969 se decidió eliminar la fiesta del calendario, pasando a ser sólo el día del santo pero sin celebración oficial.

Aún así, para esta fecha San Valentín ya estaba totalmente asentado, especialmente en las sociedades anglosajonas, por lo que la festividad siguió celebrándose, ya no sólo como santo, sino como un día para hacer regalos 'románticos'. De hecho, la costumbre de regalar tarjetas con mensajes 'amorosos' se remonta a mediados del siglo XIX.