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Marta Cañas, de Médicos Sin Fronteras: "Las mujeres no son sólo víctimas, son también la solución"

La directora general de la organización en España defiende los programas de género que ayuden a incentivar a las mujeres como agentes del cambio

Marta Cañas es directora general en Médicos Sin Fronteras España.

Llegar hasta donde nadie más puede. Ése es el lema de Médicos Sin Fronteras y también el que ha guiado los pasos de Marta Cañas, directora general de esta organización en España. Un viaje familiar a la India le removió tanto por dentro que decidió que dedicaría su vida a ayudar a los demás. Dicho y hecho. Centró la tesis de su máster de Dirección y Administración de Empresas en el impacto de los choques culturales en la ayuda humanitaria.

Su vinculación a MSF comenzó en 1999, como voluntaria en un proyecto de atención a personas sin hogar en Barcelona. Más tarde, de la mano de esta organización, viajó a Kenia en calidad de responsable de administración y coordinadora financiera para diversos proyectos. Tras su experiencia sobre el terreno, trabajó como responsable de misiones en diversos países de África y Latinoamérica, como coordinadora general en Angola y Darfur. Fue responsable de emergencias durante la epidemia de fiebre de Marburgo de 2005 y participó en diversos programas de formación para trabajadores de MSF en Etiopía, República Centroafricana y Níger. El año pasado, asumía el cargo de Directora General de Médicos Sin Fronteras España, convirtiéndose en la primera mujer al frente de esta organización, compuesta por 7.500 personas repartidas en 22 países distintos de todo el mundo.

-A punto de cumplir un año bajo el cargo, ¿qué balance hace y qué objetivos de acción ha marcado para la organización en los próximos años?

-Es un reto tremendo, pero maravillosamente complejo. En la parte más operacional, cada día es más difícil conseguir estar en primera línea, que es lo que distingue nuestro trabajo, pues las personas de MSF están cerca del sufrimiento, acompañando a la gente de tú a tú, pero hay situaciones en las que la seguridad está en riesgo, cuando grupos armados o gobiernos atacan nuestra misión médica o nuestros hospitales y secuestran a nuestros equipos. Otras veces es difícil acceder a ciertos lugares puesto que algunos gobiernos criminalizan determinadas zonas, como Somalia, que asocian a grupos armados, y el gran reto que se nos plantea en una organización como la nuestra es mantener la proximidad con las poblaciones.

"El gran reto que se nos plantea en una organización como la nuestra es mantener la proximidad con las poblaciones"

Y mantener también la proximidad entre las 7.500 personas que trabajamos aquí, repartidos en 22 países distintos, pero también con la sociedad civil, que es la que nos empuja y asegura que seamos capaces de hacer este trabajo. En un momento donde cada vez oímos más discursos populistas, donde a las víctimas se las trata como criminales, tenemos un importante rol, el de acercar ese sufrimiento y generar esa empatía con los que sufren.

Un trabajador de Médicos Sin Fronteras en Etiopía.MSF

-¿Qué es lo que le animó a destinar sus conocimientos empresariales al ámbito social y humanitario?

-En tercer año de la carrera fui a la India en un viaje familiar y al ver la realidad de la gente me propuse que mi objetivo de vida iba a ser utilizar todo lo que aprendiera para intentar mejorar las cosas en el mundo. En cuanto acabé los estudios trabajé un tiempito en Naciones Unidas, después en un par de organizaciones locales de Nueva York y también en Amnistía Internacional, antes de llegar a Médicos Sin Fronteras hace veinte años.

-¿Dónde concentra sus operaciones Médicos Sin Fronteras actualmente?

-Al ser una organización humanitaria, nos centramos en los escenarios de crisis humanitaria que hay hoy en día en el mundo, que se concentran sobre todo en el África subsahariana: Congo, República Centroafricana, Somalia, Sudán, Etiopía... Allí se produce una gran concentración de crisis que requieren este tipo de respuesta inmediata, porque tienes una epidemia de cólera o de hambruna, o tienes un conflicto, como el de Etiopía, con un millón y medio de desplazados el año pasado... También en Siria y Yemen se viven grandes dramas humanitarios.

"Nos concentramos en la respuesta en emergencias, conflictos nuevos o que están eternizados y en víctimas de violencia"

-¿Cuáles son vuestras principales preocupaciones en estos momentos?

-Nosotros estamos muy concentrados en respuesta en emergencias, conflictos nuevos o que están eternizados, donde el acceso a la salud es inexistente porque los sistemas de salud están desmantelados, y en víctimas de violencia. Así, tenemos operaciones en República Centroafricana, Congo, Sudán, el sur de Sudán, Sudán del Norte, Somalia, Etiopía y en la zona del Sahel, donde está la presencia de grupos islamistas que están en conflicto con el Estado, en Mali, en Nigeria y en Níger, donde está el grupo Boko Haram y hay millones de desplazados.

También trabajamos en Yemen, que es un país que está absolutamente destrozado por un conflicto horrible que no tiene vistas de mejorar en los próximos años, y en Siria, donde tenemos grandes dificultades para operar.

Sudán del Sur es una de las zonas donde trabaja Médicos Sin Fronteras.MSF

Y aparte, llevamos a cabo proyectos en Centroamérica, destinados a la salud mental sobre todo, en lo que llamamos el triángulo Norte, que es un cinturón de emigración sobreexpuesta a la violencia extrema. Cientos de miles de personas cruzan desde Centroamérica, por México, para entrar a Estados Unidos huyendo de la violencia extrema en sus países, pero se convierten en víctimas de las mafias de personas, de violencia sexual... y cuando llegan a la frontera de Estados Unidos vuelven a sufrir violencia.

El papel de las mujeres

-Las niñas siguen siendo, por desgracia, el colectivo más vulnerable. Hace poco veíamos unas imágenes sobrecogedoras de chicas con las orejas amputadas por miembros de Boko Haram, ¿cuál es la situación de las mujeres en el mundo?

-Para nosotros, las mujeres son un target o grupo prioritario clarísimo en cualquier proyecto. El 85% de nuestro portafolio internacional es para víctimas de violencia o de conflicto, fundamentalmente mujeres y niños. En algunos contextos, la violencia sexual se utiliza como herramienta de guerra; en otros, la mujer está absolutamente ignorada o incluso en zonas de conflicto, por ejemplo, las niñas no pueden acceder a la salud igual que los niños.

"Empezamos a elevar a las madres como cuidadoras y agentes de salud, que sean ellas mismas las que sean capaces de diagnosticar lo que les pasa a sus hijos"

Tenemos claro que las mujeres tienen que ser un eje, ya no sólo porque son más víctimas, sino también porque creemos que pueden ser parte de la solución. De hecho, en lugares donde tenemos difícil acceso, estamos empezando a contemplar y elevar a las madres como cuidadoras y agentes de salud, que sean ellas mismas las que sean capaces de diagnosticar lo que les pasa a sus hijos, de tomar decisiones... Como en todas partes, somos más víctimas, pero también somos solución.

-Empoderar, no sólo victimizar a las mujeres, sino dar alas a todo lo que son capaces de hacer para cambiar las cosas.

-Efectivamente. La resiliencia que tienen las mujeres es brutal. Yo he visto a una madre en Sudán que perdió ocho hijos y ahí seguía encargándose de su familia y de tirar para adelante. Ahí es donde está el poder. Creo que hay que hacer programas con enfoque de género, pues las mujeres son pacientes prioritarios, pero hay que verlas también como las grandes héroes, las que van a hacer que cambie todo.

Las mujeres son parte de la solución, advierte Marta Cañas, directora general de MSF España.MSF

-¿Qué es lo mejor de su trabajo?

-Desde fuera parece un trabajo muy duro, pero te da muchas experiencias muy bonitas, es increíblemente enriquecedor y tienes contacto con tantos héroes que eso hace que en tu vida todo se relativice y que hasta las cosas más pequeñas cobren mucho valor.

"Estando en el terreno, ya me ha tocado negociar con gobiernos, partidos opositores o grupos armados, sobre todo para lograr accesos y garantizar la seguridad de los equipos"

Recuerdo, por ejemplo, una de las experiencias que viví en Angola, cuando después de 23 años de guerra, pocos meses después de firmar la paz, el Día de la Mujer, un 8 de marzo. Estábamos en un campo de tránsito al que regresaban los desplazados por el conflicto, y las mujeres de un grupo y del otro, que supuestamente habían sido enemigas, se cogieron de la mano y se pusieron a cantar y eso me impresionó mucho, sus ganas de alcanzar la paz y de luchar por un futuro positivo para sus familias.

-¿Y lo más difícil?

-Establecer pactos y negociaciones con actores armados, pero el hecho de que se reconozca ese trabajo a una mujer y se le dé el puesto máximo de una organización en la que va a tener que lidiar con este tipo de individuos es un reconocimiento muy importante para las mujeres. En el pasado, estando en el terreno, en Nairobi, ya me ha tocado negociar con gobiernos, diplomáticos, partidos opositores, responsables de otras ONG o de grupos armados, sobre todo para lograr accesos y garantizar la seguridad de los equipos. Es curioso, pero según mi percepción personal, los actores armados perciben a una mujer extranjera menor amenaza que un hombre. Lo importante es que muchas de esas operaciones han resultado exitosas, lo que pone en valor que una mujer puede negociar, al igual que un hombre.

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