Cuando se hace un análisis, tan importante es fijarse en lo que está presente como en lo que debería estar y no está. Este apunte es especialmente relevante en el caso del mensaje del Rey de este año. No se trata de una persona muy expresiva (esto tiene que ver con su perfil de personalidad), ni a nivel facial ni a nivel gestual. Sin embargo, supongo que, asesorado por alguien, se fuerza a utilizar sus manos para ilustrar el discurso (más adelante, demostraré porqué estoy segura de que los gestos son voluntarios y no espontáneos). Sin embargo, ser expresivo con el rostro es mucho más complicado.

Expresión facial

Así, hemos podido ver cómo Felipe VI se refiere a temas sensibles, como el paro y las personas que lo están pasando mal sin atisbo de emoción en su expresión facial. Se ha limitado durante todo el discurso a hacer elevaciones de las cejas a modo de ilustración, de acompañamiento del discurso, pero sin ningún tipo de emoción al referirse a temas sensibles. Para muestra, tenemos lo que se supone que debería ser una sonrisa al final de su discurso (min. 11'51), cuando acaba de saludarnos en las diferentes lenguas cooficiales.

Vemos que la elevación de las comisuras es asimétrica (síntoma de una expresión realizada voluntariamente, y no de forma genuina), así como ausencia de contracción del músculo orbicular oculis (el que rodea al ojo). Todo esto implica que no se trata de una sonrisa verdadera, genuina, sino que es una especie de mueca que pretende simular una sonrisa.

Por lo demás, no vemos expresividad facial, a excepción de un movimiento muscular de elevación de la barbilla y descenso de comisuras, característicos en el rechazo, que aparece en algunos momentos muy interesantes:

- Min. 5'46: cuando se refiere a nuestra sociedad como "plenamente integrada en la sociedad global".

- Min. 6'55: al referirse a "quienes nos visitan"

- Min. 7'01: al referirse a que las personas que vienen de fuera "reconocen y destacan" nuestro valor internacional.

- Min. 7'39: al afirmar que "no debemos caer en los extremos ni en una autocomplacencia".

De todos estos momentos en que el Rey realiza este gesto facial de rechazo, sólo es congruente con el discurso el último, el que realiza en el min. 7'39. Todos los demás son incoherentes con la verbalización.

Me resulta muy llamativo que los mismos asesores que le dicen que mueva las manos al hablar no hayan corregido esta expresividad facial tan negativa en lo que se supone que es un mensaje navideño de paz y armonía. Esto es la prueba de que debemos plantearnos quién asesora a los asesores. Pero sigamos con el análisis.

Gestos

En cuanto a la gestualidad, debemos destacar dos elementos muy interesantes: por un lado, vemos unos movimientos verticales de hombros significativos, y, por otro lado, este año puedo demostrar lo que vengo diciendo desde que Felipe VI hace los mensajes de Navidad: que alguien le dice que mueva las manos para ilustrar el discurso.

Vamos con los movimientos verticales de hombros (elevaciones sutiles y rápidas de uno o los dos hombros, indicadoras de duda o incoherencia con el discurso hablado):

- Min. 3'14: al referirse al proceso en el que nos encontramos, en el que el Congreso de los Diputados "otorgue o deniegue su confianza al candidato propuesto para la Presidencia del Gobierno".

- Min. 3'45: al decir "una confianza firme en nosotros mismos y en España, que siempre ha sabido abrirse camino".

- Min. 7'43: cuando señala que no debemos caer en una "autocomplacencia que silencie nuestras carencias o errores".

- Min. 9'41: al referirse a la tolerancia y el respecto como manifestaciones del "mejor espíritu cívico".

Por fin, llega el momento de explicar por qué los movimientos de las manos no son genuinos, fruto de su confianza en el discurso que verbaliza, sino que se producen de forma voluntaria, con el objetivo de parecer más convincente.

Podemos apreciar que Felipe VI realiza diferentes movimientos con las manos a modo de ilustradores del discurso.

- Por ejemplo, realiza gestos ilustradores batuta, que llevan el ritmo del mensaje (véase como ejemplo el min. 5'05).

- Esos mismos ilustradores batuta se vuelven puños cerrados cuando trata de dar fuerza a su discurso (por ejemplo, véase el min. 4'07 al hablar de la "fortaleza" de su sociedad o el min. 4'52 al decir "coraje").

- También realiza algún gesto ilustrador kinetógrafo o icónico; por ejemplo, en el min. 5'13, al dibujar en el aire una esfera con ambas manos mientras verbaliza "moldeando". Es decir, describe una acción a través de una metáfora gestual.

Todos estos gestos nos pueden parecer más o menos congruentes con el discurso hablado, pero lo cierto es que no son genuinos. Están muchas veces desincronizados respecto a la verbalización, pero, además, he encontrado un fallo en la ejecución de uno de ellos, que prueba justamente que no se trata de gestos genuinos, que el Rey realice porque está comprometido con el discurso hablado, sino que se trata de gestos voluntarios, forzados, que realiza adrede, como si de una interpretación se tratara.

En el min. 4'48, cuando dice "anteponer el bien común a los intereses particulares", vemos una incoherencia: al verbalizar "bien común", realiza un gesto ilustrador ideógrafo, llevando ambas manos a su derecha. Este tipo de gestos sirven para mostrar gráficamente la línea argumental del discurso. Es decir, si cuando dice "el bien común" lleva ambas manos a su derecha, y el gesto es genuino, cuando diga "intereses particulares", llevará ambas manos a su izquierda; porque está trazando su línea argumental a través de este gesto ideógrafo.

Sin embargo, vemos como, cuando verbaliza "intereses particulares", aborta la ilustración ideográfica y realiza un gesto ilustrador deíctico (gesto que señala a algo o a alguien). Es decir, no sigue con el gesto natural, que implicaría llevar ambas manos a su izquierda, sino que lo sustituye a mitad de camino por un gesto diferente que trata de ilustrar la palabra "particulares" señalándose a sí mismo. Para comprender bien este fallo, pueden los lectores tratar de imitar este gesto ellos mismos, y verán que no concuerda, que el señalarse a sí mismo en lugar de seguir desplazando las manos hacia la izquierda es algo provocado y no natural.

Conclusión

Debemos pues concluir que el Felipe VI tiene deberes que hacer: o bien cambia de asesores, o bien aprende a interpretar mejor los discursos. O bien, los hace de verdad, sintiendo de verdad lo que dice. En este último caso, todo fluirá mucho mejor.