De piedra, madera o mixtos y separados del suelo mediante pilares. Algunos datan del siglo XV y en muchos casos se trata de piezas únicas que reflejan cómo el ingenio humano fue capaz de resolver un problema mediante estos particulares graneros. Los hórreos o cabazos son las construcciones más singulares del rural gallego, pero su caída en desuso con el paso de los años ha provocado un grave deterioro que amenaza este patrimonio histórico y cultural. El abandono de las aldeas ha agravado la desaparición de un cada vez mayor número de estas construcciones identitarias de Galicia, catalogadas como Bien de Interés Cultural (BIC). Desde los años 60 y 70 del pasado siglo, se estima que se han extinguido el 60% de los más de 70.000 hórreos que en todo el mundo permitieron durante décadas secar, curar y guardar las cosechas de cereales antes de desgranarlos y molerlos, Galicia tiene en pie 30.000. En Asturias hay otros 20.000 y en el norte de Portugal, unos 15.000. Los 5.000 restantes se levantaron en Cantabria, País Vasco, Navarra y León; y fuera de España, en Suiza, Suecia, Rumanía, Turquía, Japón o Laos. Una quincena de arquitectos, ingenieros, historiadores y etnógrafos del norte de España y Portugal se reunieron este fin de semana en el marco del I Encuentro Ibérico de hórreos, paneras y espigueiros para promover una declaración conjunta con el objetivo de instar a las administraciones a velar por la protección y conservación de estas construcciones ante el riesgo de "perder" este patrimonio.

En Galicia, el colectivo que se ha movilizado para blindar estas construcciones —en representación de la comunidad participó en el encuentro virtual Carlos Henrique Fernández Couto, arquitecto y presidente de la Asociación en defensa del Patrimonio Cultural Galego— se propone reunirse con el conselleiro de Cultura, la directora xeral de Patrimonio, representantes de las Universidades, Consello da Cultura Galega, Colexio Oficial de Arquitectos, entre otros, para informarles e invitarles al grupo de trabajo. El equipo ya está en contacto con asociaciones e instituciones de Suiza, Rumanía y Japón para trabajar juntos en la Candidatura de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Estos particulares graneros, según destacan los expertos, conforman el paisaje rural "sintetizando icónicamente la experiencia emocional que las comunidades desarrollan en la realidad espacial con la que interactúan de forma permanente". "Su presencia, su sostenible armonía, su resistencia, siguen trayéndonos la sabiduría ancestral de los pueblos que nos precedieron y que estamos llamados a proteger para trasmitirla a las generaciones futuras", defienden desde el grupo de trabajo constituido este fin de semana al tiempo que avisan de que los hórreos están "en serio peligro". En algunas zonas, detallan, casi han desaparecido y en otras, a pesar de seguir siendo numerosas, sufren "una clara decadencia". "La desaparición de la función para la que fueron concebidos, unida a la errónea política de cargar su conservación sobre las poblaciones rurales, puede suponer que, en poco tiempo, la pérdida se convierta en irreparable", alertan los expertos.

Tras analizar la situación en la que se encuentran estas construcciones, de las que destacan su "elevado valor cultural material, inmaterial y paisajístico", el equipo de trabajo reclama a comunidades autónomas y Gobierno central una acción coordinada con la finalidad de protegerlas, incluyéndolas en los Planes Nacionales de Arquitectura Tradicional y Patrimonio Inmaterial. Además urgen a crear una red de colaboración, que no comporte obligación jurídica o económica alguna, para la realización de proyectos nacionales e internacionales conjuntos para su protección y puesta en valor. Y, como colofón, demandan que estos particulares graneros sean declarados Patrimonio de la Humanidad (material, mixto o inmaterial), según recoge la declaración conjunta.