«Siento cansancio, es una sensación de verlo todo muy gris y de que ya da igual todo». Es el testimonio de Santiago Olarte, un joven que, al igual que el resto de su generación, está atravesando por uno de las etapas más complicadas en su adolescencia. Síntomas como el hartazgo o los trastornos de ansiedad están empezando a ser bastante comunes entre la juventud, una de los colectivos más golpeados en la pandemia. No a nivel físico, pero sí en lo psicológico. «Es un proceso de pérdida y duelo para ellos. Esa edad ya no volverá, se han perdido aniversarios, quedadas con los amigos, todo esto ya no vuelve. Es algo muy duro a nivel emocional» asegura Carmen Servera, psicóloga general sanitaria especializada en Psicooncología.

De la noche a la mañana, la juventud se tuvo que adaptar a una situación anómala, como es el hecho de no poder relacionarse socialmente en una etapa en la que esta era una de sus prioridades. «Es difícil porque antes estabas acostumbrado a tener la libertad de salir con los amigos para olvidarte de los problemas» comenta Llorenç Piñeiro, de 20 años.

Un juicio que comparte Xisco Costa, de 19 años: «Al final estás todo el día en casa, no puedes quedar con nadie y agobia tener una rutina tan aburrida». Esta frustración viene derivada por la falta de espacios de ocio y la imposibilidad de interacción con otras personas. «El estado de ánimo ha empeorado mucho. Han tenido que centrarse en los estudios y la familia en un momento, el de la juventud, donde sus prioridades son otras» añade Servera.

La psicóloga Carmen Servera en su consulta.

A nivel psicológico, los estudios demuestran que entre los jóvenes ha aumentado de forma notable los episodios de ansiedad y la fatiga. «Durante el confinamiento estuve bastante agotada y agobiada» aseguró Fiona París, de 21 años. Tesis que también defendió Llorenç Piñeiro: «Antes del verano cada día me sentía muy cansado y sin ganas de hacer nada». En la práctica, sí es cierto que son más los jóvenes que ahora visitan a especialistas, preocupados por este tipo de trastornos. Así lo explica la psicóloga Carmen Servera: «Han aumentado los trastornos de ansiedad, también la agorafobia, los problemas de insomnio o la irritabilidad. En definitiva, hay más sintomatología ansiosa-depresiva».

Distanciamiento ético

Desde otra perspectiva, dentro de los propios grupos de amigos, se ha producido una especie de distanciamiento ético en relación a las normas y las restricciones de la pandemia. «Hay muchos que han respetado las normas pero otros que no tanto. Por esto se han producido conflictos éticos dentro de los propios grupos de amistades, entre los que las respetaban más y los que menos. La adolescencia es un momento donde las cuestiones como la justicia o la moralidad están en pleno apogeo» declara Servera.

De hecho, hay muchos que sienten rabia e impotencia al ver que por culpa de algunos se ha señalado al resto: «Los que suben las fotos en redes sociales quedando con 20 personas son casos aislados. Da rabia porque la mayoría respetamos las normas» defiende Xisco Costa.

Sin expectativas

Aunque el fin de la pandemia parezca bastante cercano tras la llegada de las vacunas, los efectos de la misma seguirán presentes, especialmente en el empleo. «El sentimiento predominante es que no hay futuro para nosotros», comenta el joven Santiago Olarte. Un mercado que ya de por sí se está viendo mermado, sobre todo en el sector de la restauración y la hostelería, como advierte Fiona París«En el aspecto laboral me siento pesimista. La hostelería, que era un sector que funcionaba muy bien en la isla, de repente se ha quedado sin trabajo. Y esto es algo que puede pasarme a mí también». Una sensación que también percibe Carmen Servera, psicóloga: «Recuerdo un caso de un estudiante de cocina que pasó a estudiar un grado distinto porque pensaba que tenía más futuro, aunque era más feliz siendo cocinero».

"La hostelería, que era un sector importante, se quedó sin trabajo. Es algo que me podría pasar", apunta Fiona París, joven de 21 años

Sin embargo, a pesar de la complicada situación por la que están atravesando, siempre hay motivos para ver la visión positiva y seguir peleando por conseguir salir de esta situación, como concluye Piñeiro: «Al final si piensas que todo irá mal, acabas peor y con consecuencias psicológicas graves. Hay que intentar salir de la mejor forma posible, no queda otra, porque así son las cosas y así nos ha tocado vivirlas».

Culpables

La juventud también se ha visto señalada por parte de la población más adulta como los responsables del aumento de contagios. «Te vas a un parque y ves a muchas familias juntas jugando, ¿pero no se podía quedar? Luego los jóvenes se juntan y la sociedad los ataca mucho más», opina Irene Badía, de 16 años. Según la psicóloga Carmen Servera, es «injusto generalizar de esta manera y etiquetar a los jóvenes de irresponsables» y añade que la sociedad adulta y los jóvenes ven la vida de distinta forma. «La población juvenil se caracteriza por la impulsividad y falta de reflexión en algunas ocasiones. Pero es lógico, al igual que hacíamos nosotros cuando teníamos su edad. Las imágenes de los botellones y fiestas ilegales no son representativas» .