Los 70.000 habitantes de cuatro municipios de la Conca d'Òdena, en la provincia de Barcelona, fueron hace un año los primeros en España en ver su territorio confinado tras declararse un brote de coronavirus en el Hospital de Igualada, que los encerró por partida doble durante semanas.

La que fue la "zona cero" de la pandemia de la COVID-19 en Cataluña y uno de los principales focos de España, pues registró una de las tasas de contagio y mortalidad más altas de Europa durante la primera ola, ha conmemorado este viernes el primer aniversario del confinamiento perimetral que decretó el Govern para frenar el inexorable avance del virus en Igualada, Vilanova del Camí, Òdena y Santa Margarida de Montbui.

Además de sufrir un "confinamiento dentro del confinamiento" -el encierro perimetral, con controles policiales en todas las vías de acceso de esta zona se mantuvo más de 20 días tras el decreto del estado de alarma en España-, el virus golpeó especialmente la Conca d'Òdena y se cebó en una infraestructura estratégica para combatir la pandemia como el Hospital de Igualada, que llegó a quedarse sin un 40 % de la plantilla, entre contagiados y aislados por contacto estrecho.

La emergencia fue tan repentina e imprevista que los planes de contingencia del centro quedaron obsoletos en tres días: el 9 de marzo el Hospital de Igualada confirmó el primer positivo por coronavirus y el día 11 ya se habían superado todos los escenarios contemplados, con una media de 50 ingresos diarios en un centro que disponía de menos de 200 camas.

En las peores semanas del mes de marzo y de abril, los fallecimientos en la Conca d'Òdena llegaron a quintuplicarse: La funeraria de la zona registró una media de 10 defunciones diarias, con picos sostenidos de 18, cuando lo normal eran 2 fallecimientos al día.

Durante aquellos infinitos y trágicos días, el alcalde de Igualada, Marc Castells, a través de las ruedas de prensa diarias que ofreció durante casi un mes, trató de acompañar y transmitir serenidad y esperanza a una población asustada: "No estamos en un pozo, estamos en un túnel y estamos a punto de ver la salida", decía.

Superados los momentos más oscuros del largo túnel en el que entró la Conca d'Òdena aquel 12 de marzo de 2020, el 18 de mayo los vecinos de la zona empezaron a regresar a la "nueva normalidad", al avanzar, antes que otras regiones catalanas como la de Barcelona, a la fase 1 del desconfinamiento.

Con la emergencia sanitaria controlada, ahora el reto de la Conca d'Òdena es paliar el impacto social y económico de la pandemia, que ha destruido el 6% del tejido empresarial y ha incrementado en un 31% las familias que acuden al banco de alimentos de Igualada.

Acto conmemorativo

En el acto conmemorativo de este viernes, Castells ha reivindicado la unión y el trabajo en equipo de todos los alcaldes de la Conca d'Òdena durante esta "crisis sin precedentes en décadas" y ha subrayado que para salir completamente del túnel hay que lograr la inmunización general de la población y la recuperación económica.

"Somos optimistas asintomáticos, creemos en la ciencia, las vacunas son la solución al problema, lo hemos visto. Lo que queremos ahora es que la crisis social que viene tenga la vacuna de la recuperación económica", ha enfatizado el alcalde.

Por su parte, la delegada de Salud en la Cataluña Central, Teresa Sabater, ha reconocido que, a pesar de estar acostumbrados a lidiar con crisis, aquella situación los "desbordó", pero ha reivindicado el esfuerzo de las autoridades sanitarias para reforzar los equipamientos sanitarios y afrontar en mejores condiciones las siguientes olas de la pandemia.

Un año después, para el recuerdo quedarán las emocionadas palabras de la consellera de Salud, Alba Vergés, vecina de Igualada, en la rueda de prensa en la que el Govern anunció el confinamiento de la Conca d'Òdena: "Es una medida necesaria, si no, no se tomaría. Es una medida muy necesaria en esta crisis global (...) hemos detectado este crecimiento fuerte en Igualada y, por lo tanto, estamos obligados por responsabilidad pública a actuar. Un abrazo muy grande a los vecinos y vecinas, a mis padres, a mi marido y a mis hijos".