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Las aficiones que nos dejó la pandemia

Convirtieron su casa en un refugio de gatos, diseñaron rutas perimetrales para caminar sin salir del municipio, exprimieron su gusto por los fogones o su pasión por el reciclaje... y aún siguen

Los hobbies que nos dejó el confinamiento.

Cuando está escrita en chino, la palabra crisis se compone de dos caracteres: uno representa peligro y el otro, oportunidad. Así, una de las pocas caras amables que dejó la pandemia luce entre quienes supieron, con imaginación, encontrar esa oportunidad.

Descubrieron aficiones en tiempos imposibles de confinamiento y restricciones. Han dado un vuelco a sus vidas, o más bien, a la forma en la que las hacían, y esos hábitos se han quedado. De momento, hasta ahora.

El ingeniero vigués David Usera y su novia, la médico Marta Rodríguez decidieron escuchar su voz más solidaria y convirtieron su casa, un piso en Vigo, en refugio de mascotas durante la pandemia. Concretamente, de gatos. El primero que acogieron llegó en pleno confinamiento. Su hogar de acogida, como un paso intermedio entre el abandono del animal y la llegada de una familia de adopción definitiva, siguió recibiendo inquilinos gatunos.

“Ya habíamos pensado antes en acoger gatos, pero no nos decidimos hasta que llegó la pandemia. Sabíamos que las protectoras necesitaban ayuda y decidimos echarles un cabo durante el confinamiento”

David Usera - Ingeniero

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El ingeniero vigués David Usera y la médico Marta Rodríguez, en casa con su gato de acogida.

“Nos ofrecimos como casa de acogida de gatos con la Asociación protectora de animales “Os Biosbardos”. Y tuvimos un gato muy pequeñito primero, que ya adoptó una pareja también joven, así que lo entregamos”.

David muestra una foto de un gato callejero con un protector alrededor del cuello porque, cuando llegó a su casa tenía otitis y, de tanto rascarse en las orejas, se hizo heridas. “Pero, solo una semana más tarde, recibimos otro con el que seguimos todavía”, reconoce el ingeniero. Y eso, que la vida también sigue y ahora, son ellos los que tienen que irse fuera por trabajo. David está en Grecia y Marta, en Barcelona.

El ingeniero David Usera y su gata.

Pero ni con esas han frenado su vertiente altruista, que no se ha quedado en una anécdota. Una amiga cuida del miembro felino de la familia mientras no están, como si de un bebé se tratase. “Cuando estás encerrado, siempre piensas en lo que no puedes hacer, como viajar por placer. Y se echa de menos, ¡claro! Pero también aprendes a darle importancia a cosas pequeñas como esta. A nosotros nos gustaban los gatos, pero fue determinante saber que las asociaciones estaban hasta arriba y necesitaban ayuda”, confiesa la pareja.

“No podemos ir a Pirineos, pero podemos adaptarnos. Tienes que tener fuerza de voluntad y sacar tiempo”

José Manuel Vázquez Álvarez

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José Manuel Vázquez Álvarez, ayer mismo en una ruta por Luintra (Ourense) de 37 kilómetros. RAFA VÁZQUEZ

Este año se ha propuesto recorrer 3.000 kilómetros... y ya casi ha llegado a los mil, sumando los 37 de la ruta por el municipio ourensano de Luintra que hizo ayer mismo. Se trata de José Manuel Vázquez Álvarez, que durante toda la pandemia trabajó en primera línea como cajero en una gran superficie comercial de Ourense –su labor se consideraba esencial– pero se marcó el reto de seguir saliendo a caminar todos los días. Dicho y hecho.

De este modo, también fue el ideólogo de varias rutas de hasta 60 kilómetros de distancia sin salir del municipio, es decir, aptas para la época del cierre perimetral. Un buen ejemplo de adaptación a las circunstancias. De hecho, José Manuel no ha parado.

“Me gusta caminar y hacer rutas de montaña. Cada año me planteo un reto personal”, relata. Pero le viene de lejos. Entre sus propuestas (cumplidas) anteriores, está la de caminar con cien personas: “

"Antes del confinamiento tenía 29 personas que habían caminado conmigo y a finales de junio, setenta y pico...”

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El año anterior había hecho cumbre en las 25 montañas más altas de Galicia y en 2018 se había propuesto y realizado hacer una ruta en cada concello de la provincia; es decir, 92 concellos 92 rutas.

Aficionado, casi adicto, a los viajes, el confinamiento y las continuas restricciones le obligaron a replantearse la forma de disfrutar de su actividad.

José Manuel Vázquez Álvarez

El también autor del blog “Diario de un gallego por el mundo” también aprovechó el tiempo extra que nos legó la pandemia para ordenar carpetas de fotos y actualizarlo. “He viajado solo y acompañado a 43 países del mundo, desde Nepal a Irán, India... Etiopía es el que más me gustó, por su naturaleza verde y la alegría de su gente”, asegura. Ahora mismo, lo compagina con sus salidas a caminar. “En Ourense hay mucha zona periurbana que sigue perteneciendo al concello de Ourense”, comenta. Su récord, hasta la fecha, es “una ruta de 60 kilómetros en 11 horas”. Y sobre el plano, su intención era trazar una ruta de 100 kilómetros enlazando tramos. La llegada de la primavera y el aumento de horas de luz ayuda en esas caminatas.

Andrea Martínez ha reciclado todos sus CD para hacer marcos de fotos con teselas, entre otras manualidades.

La época de restricciones también vino como anillo al dedo en las casa de los adictos a los ‘handmade’. Una profesora y traductora de Vilagarcía, Andrea Martínez, perteneciente a esa especie conocida como ‘manitas’ recicló todos los CD de su casa (y luego, los de los vecinos) para hacer marcos con una técnica de manualidades llamada ‘teselas’. “Lo único bueno de la pandemia es que potenció mis aficiones. Tenía muchísimos CD y DVD y ahora, con todo en la ‘nube’ y almacenado en memorias USB, no tenían sentido. Como no me gusta tirar, soy más partidaria de reutilizar y dar una segunda vida a las cosas, hice teselas, que son como pequeñas baldosas”, explica Andrea Martínez.

“En el confinamiento tenía mucho tiempo libre... así que ya no me quedan CD en casa. Y la mayor parte de los marcos que elaboré los he regalado”

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Pero sigue ‘aprovechando’ el tiempo extra de esta situación para dar rienda suelta a su creatividad: “Ahora se me dio por el ganchillo: decoración, cojines...”, concluye esta traductora que hace dos años vivía en China.

Pero si algo cuajó en la pandemia, sobre todo durante un confinamiento en el que en los supermercados gallegos se agotó la harina y las levaduras, fue la cocina. En muchas familias afloró el chef que algunos llevan dentro y los placeres culinarios fueron de los más visitados durante la época de restricciones. Pero miles de tutoriales web, recetas en Youtube y libros de cocina –en algunas editoriales, los más vendidos del año– después, ¿qué ha quedado? Pues en muchos casos, ese impulso gastronómico se sigue materializando hasta hoy en día.

Laura García, en Pontevedra,con la receta lista en sus redes “Cook&mama”

Es el caso de Laura García Rodríguez, empleada en un comercio de Pontevedra que comenzó a subir sus recetas a su Instagram (Cook&mama) durante el tiempo que el local en el que trabaja estuvo cerrado por el confinamiento. El mundo ‘instagramer’ no le disgustó y ya va por unos mil cuatrocientos seguidores.

“No tengo el mismo tiempo ahora que hemos vuelto un poco a la normalidad, pero sigo colgando recetas porque disfruto y lo hago para los míos. Me gusta acabar lo que he empezado y sigo investigando y leyendo”, asegura.

“Cocino desde siempre y me gusta comer variado, pero cosas sencillas. También me gusta la cocina para sorprender a los míos”, explica. “En base a nuestros gustos, trataba de hacer cosas diferentes. Lo que cambió con la pandemia es que lo visibilicé. Antes no lo exponía”, añade Laura García. Quizás, sus recetas ayudan a muchos otros a responder la tediosa pregunta diaria: ¿Qué comemos mañana?

“A veces lo importante es dar ideas, la gente agradece la aportación para no caer siempre en lo mismo”

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Aunque su profesión y su afición en principio no casan, Laura no descarta (“¿por qué no?”) que algún día la cocina se pueda convertir en un reto profesional para ella, aunque no lo sitúa como prioridad. Eso sí, es una firme defensora del comercio local y ya participó en una campaña para impulsar la compra en los mercados de Pontevedra.

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