Es frecuente que lleve en el taxi a personas con problemas para oír y antes podían leer un poco en los labios, pero ahora con mascarilla no pueden”, comenta Any Voinea sobre los clientes que suben a su vehículo y las dificultades para hacerse entender que padecen y que ha incrementado la pandemia, de la que dice: “Incluso a nosotros nos parece que estamos sordos por culpa de ella”.

Para resolver esta situación, la taxista de A Coruña ha decidido instalar en su vehículo un bucle magnético, mediante el cual las personas con discapacidad auditiva que usen audífono o implante coclear podrán oír dentro del taxi “como cualquier otra persona y sin ruidos ni interferencias”. Por el momento, en España solo otros taxistas de Madrid disponen de este equipamiento, de forma que Any Voinea es pionera en toda Galicia en el uso de esta tecnología.

Sensibilidad

Aunque ha contado con la asistencia de la Asociación de Colaboración y Promoción del Sordo (Acopros), la iniciativa de utilizar el bucle magnético partió de ella misma gracias a la sensibilidad que tiene hacia las personas con discapacidad, ya que su hija tiene una de tipo intelectual y dice que ambas se han encontrado “muchas puertas cerradas”.

“La discapacidad auditiva no se nota tanto como la de una persona que va en silla de ruedas, pero en A Coruña hay muchas personas mayores y ¿por qué no van a estar bien el ratito que están en el taxi?”, señala sobre su deseo de dar un mejor servicio a estos clientes. En los próximos días un taller mecánico efectuará la instalación del bucle magnético en el taxi, para lo que es necesario levantar el techo del vehículo, aunque ella aprovechará para colocar también una mampara de protección en forma de cabina en torno al asiento del conductor que la dejará aislada del resto del compartimento, ya que desea evitar agresiones como la que sufrió recientemente.

“Hasta que uno no tire del hilo y vea que la gente está contenta...”, comenta sobre la reticencia de otros taxistas a implantar este sistema en sus vehículos, ya que su coste es elevado, puesto que cuesta 1.800 euros y además no se conceden ayudas públicas, a lo que hay que sumar que el taxi es uno de los sectores perjudicados por la crisis generada por la pandemia.