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En busca de la normalidad

Ensayo en Canarias para un turismo bajo control

Unos 180 holandeses se exponen al sol en un hotel de Gran Canaria - Su propio gobierno ha organizado el viaje de ocho días

Turistas holandeses en la terraza del hotel RIU Gran Canaria, en Maspalomas, esta semana.

Ya a primera hora de la mañana, algunos incluso antes del desayuno, decenas de turistas holandeses colocan sus toallas sobre las hamacas mejor situadas, las más cercanas al mar y a la piscina panorámica. No importa que haya alguna nube grande ocultando de vez en cuando el sol. Para ellos, tras un invierno largo y frío, y tras más de un año sin viajar al extranjero, esto es el paraíso. “Lo necesitábamos imperiosamente”, dicen.

Desde el inicio de la pandemia del coronavirus, el gobierno holandés desaconseja a sus ciudadanos viajar al extranjero. La gran mayoría obedece. Pero a lo largo de esta semana, 180 holandeses se exponen al sol en el hotel RIU Gran Canaria, un cuatro estrellas de la cadena española-alemana en Maspalomas. No temen que las autoridades les regañen: es su propio gobierno quien ha organizado este viaje de ocho días.

Es una de las muchas pruebas 'field lab' (laboratorio de campo) que Holanda monta para medir los posibles contagios en eventos con público, desde conciertos y congresos hasta partidos de fútbol y, como este, viajes turísticos. Ya hubo el mes pasado una salida a la isla griega de Rhodas, donde el grupo de viajeros no pudo salir en toda la semana del hotel.

Unas turistas holandesas se frotan las manos con gel hidroalcohólico a su llegada al hotel de Maspalomas. Edwin Winkels

Al 40% de ocupación

“A nosotros nos pidieron también cerrar el hotel, para minimizar los riesgos, pero les dije que de eso nada, que ese no es un test de verdad, que si quieres hacerlo bien los turistas deben salir fuera, y mezclarse con otra gente,” dice Maurice Damen, responsable de ventas de RIU en Canarias. Además, esta semana también se alojan otros huéspedes en el hotel, españoles y de otros países. Espacio hay, con 738 habitaciones y un 40% de ocupación.

Más de la mitad de los holandeses suelen pasar las vacaciones de verano en el extranjero, con España como segundo destino preferido después de Francia. Pero el año pasado prácticamente todos se quedaron en su propio país. Así que hay ganas de viajar. Cuando se abrió la inscripción para el chárter a Gran Canaria, se registraron 68.000 solicitudes.

"Nos sentimos como si nos hubiera tocado la lotería"

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“Nos sentimos unos privilegiados, es como si te ha tocado la lotería,” dice el matrimonio Peter y Petra Schoon, ambos de 52 años, que como todos han tenido que pagar 800 euros por persona, todo incluido. “Solemos viajar mucho. El año pasado tuvimos que cancelar un crucero por el Caribe y una estancia en Jamaica y Florida.” Miedo a contagios no tienen. “Ahora mismo, el riesgo en Holanda es mucho más grande que en Canarias. Y todos que subimos al avión debíamos tener una PCR negativa”.

Debido a esa exigencia, dos de los aspirantes se quedaron en tierra en Holanda. Y este próximo viernes, en el hotel, los 180 volverán a pasar una prueba PCR antes de regresar el sábado a casa. Más normas no deben cumplir, solo las que existen en Canarias y en el propio hotel: las mascarillas puestas -aunque no para tomar el sol ni bañarse- y toque de queda a las 23 horas.

Pero eso ya es el paraíso para ellos, acercarse a una de las grandes terrazas en el paseo de Meloneras y tomar algo hasta bien entrada la noche. En Holanda, las terrazas de los bares -los interiores aún no- abrieron el pasado martes tras cinco meses de clausura, y deben cerrar a las seis de la tarde. Además, con lluvias y temperaturas de 10 grados la primavera sigue sin llegar ahí.

Holandeses esperando en fila a su llegada al hotel de Gran Canaria. Edwin Winkels

"Es la gloria"

“Solo el hecho de poder salir una semana larga de la habitación donde he estado trabajando en los últimos 15 meses es la gloria,” dice Femke, de 30 años, que trabaja como informática. Los primeros dos días los pasó, como casi todos, al borde de la piscina del hotel. “Pero alquilaré un coche para ver también algo de la isla”, afirma.

Prefiere que no le pongan su apellido en el periódico; tras el primer viaje a Rhodas, varios participantes que explicaron sus vivencias recibieron duras críticas en las redes sociales. Con los hospitales aún llenos, mucha gente aún no ve con buenos ojos que se monten este tipo de viajes. En Holanda, los contagios por covid están aún por encima de los 600 por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, seis veces más que en Canarias.

Jordy Pijl, de 25 años, está al borde de la piscina con su madre. Dice que él no ha recibido reproches, ni de sus compañeros de trabajo: "Acabo de terminar mi carrera de Medicina y llevo el último año trabajando en un hospital, en oncología y cirugía. Pero todos ven bien que me haya apuntado tras un año tan duro. Me tienen envidia y todo.”

En Maspalomas ven el experimento de manera positiva. “Aquí vivimos de tomates y de turistas, nada más,” dice Maurice Damen de RIU. El balance turístico en Canarias es tan triste como en el resto del país; en invierno y en primavera suele ser además el destino preferido de muchos europeos. Entre noviembre de 2019 y febrero de 2020 llegaron 5,1 millones de turistas a las islas, un año más tarde, en la misma época, solo fueron 684.000. Al lado del hotel donde se alojan los holandeses hay otros dos de grandes dimensiones que permanecen cerrados.

Será esta seguramente la última prueba viajera de las autoridades holandesas. Si Europa aprueba el ‘pasaporte’ covid para viajar, las empresas turísticas ya podrán organizar sus propios chárter, aunque en Alemania ya lo hacen, por ejemplo. Pero a cuentagotas, y que no calman la sed de la industria del turismo en España.

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