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Crisis del coronavirus

"Nunca imaginé acabar en un hospital con covid"

Tres jóvenes en la treintena explican su ingreso tras contagiarse de coronavirus: "Es una incógnita, no sabes cómo vas a ir ni cuándo vas a salir"

El joven alicantino Alberto Calero, de 34 años, estuvo ingresado durante tres días en el General de Alicante, esta semana.

Cuando a Alberto Calero le comunicaron que había dado positivo por covid junto a su mujer pensaba que como mucho serían un par de días encontrándose mal, quizás regular o incluso ser asintomático. "Entendía que me tocaría pasar algún día fastidiado, pero nunca me imaginé acabar en el hospital", expresa este joven de 34 años, "sin patologías previas, sano, que me cuido", pero que, sin embargo, acabó pasando tres días ingresado en el Hospital General de Alicante. "No es una experiencia para nada agradable", cuenta.

Habla por teléfono con este periódico ya desde su casa en la capital alicantina donde dice que se va encontrando mejor tras recibir el alta dos días antes. "Cuando entré en el hospital me costaba respirar, por suerte me trataron con corticoides y antibióticos y respondí bien a la infección, pero el susto te lo llevas", explica Alberto. Dio positivo seis días antes. Dónde se contagió asegura no saberlo "a ciencia cierta", aunque señala que lo más probable es que fuera su mujer, profesora en Orihuela, a quien le acababan de poner la segunda dosis de AstraZeneca igual que al resto de las siete compañeras del colegio con las que comió el último día de curso.

Al par de días a ella y otras dos compañeras les empezó doliendo la cabeza, se sentían muy cansadas y acabaron perdiendo el olfato. "Creíamos que eran efectos secundarios de la vacuna, pero no". Al día siguiente ya en fin de semana, Alberto comenzó a dar síntomas. El martes se hizo la PCR y el miércoles dio positivo. Su mujer, vacunada, apenas tuvo síntomas, él, que estaba a la espera de la cita, sí. Fueron seis días de fiebre y malestar que le llevaron el viernes a Urgencias, donde le pincharon un analgésico. Sin embargo, volvió el lunes. "Sentía que me faltaba el aire, que me ahogaba, era una sensación horrible". Esta vez sí que se quedó en el hospital.

A.C. prefiere no dar su nombre aunque sí su testimonio. Tiene 38 años y habla desde una habitación del Hospital General de Castelló, donde permanece ingresado. Allí entró hace más de una semana, el viernes pasado. "Me encuentro bien, aunque tengo la saturación de oxígeno muy baja, por eso sigo aquí", cuenta desde la habitación a la espera de que una analítica le pueda permitir recibir el alta el lunes. "Ahora tengo que recuperarme bien", explica.

Dio positivo con fiebre y tos como indicadores casi una semana antes de cruzar las puertas del centro sanitario. Se contagió en casa de un amigo, quedaron a ver un partido de la Eurocopa y las pruebas posteriores han confirmado la infección de dos de ellos, aunque solo él ha desarrollado una enfermedad grave para acabar en ingreso hospitalario. "Tenía fiebre y tos, me hicieron una placa en el hospital y al médico no le gustó y por eso ingresé". "Ahora voy mejorando, pero lo peor fue cuando estuve en casa, que me ahogaba y me fatigaba", expresa.

Por supuesto, añade, que no se imaginaba acabar en un hospital "y menos tantos días" porque hasta ahora no había tenido ningún problema de salud. Se cuida y hace deporte "de vez en cuando". "Lo bueno es que así estoy controlado", añade. "Sinceramente, me esperaba tener un contagio más leve, tal como habían pasado otros amigos, algunos han sido asintomático, pero cuando acabas en el hospital te das cuenta que esto no es ninguna broma", admite desde la cama del hospital donde solo puede tener comunicación con el resto del mundo a partir de la pantalla de su móvil.

"Me asusté muchísimo"

La más joven de los tres testimonios es Verónica Montemayor, de 29 años, del barrio de San Marcelino de València. Las paredes del Hospital Doctor Peset, del que agradece a su personal cómo le cuidaron durante su estancia de cinco días, quedan en un pasado que le trae lágrimas y sentimientos de todo tipo. "Me asusté muchísimo, no sabía cuándo iba a salir o si iba a salir", admite ya desde casa mientras sigue en tratamiento para mitigar las tres manchas que le han salido en uno de los pulmones.

Los síntomas comenzaron hace dos fines de semana, primero en su marido, luego en ella. «No me he contagiado de fiesta, tengo dos hijas, se contagió mi marido en el trabajo y dimos positivo los cuatro. No todos los jóvenes que se contagian es porque sean irresponsables», reivindica. La incidencia en su franja de edad (20-29 años) es la más alta, con 1.200 casos por 100.000 habitantes y muchos se sienten señalados solo por infectarse igual que lo hacen otros grupos de edad o que, en cambio, no lo hacen porque ya cuentan con la vacuna. No en vano, la mitad de los hospitalizados en la última semana tenía menos de 50 años, un aviso del riesgo en caso de infección y de que la edad no es un escudo frente a todo.

Días después del positivo, Verónica tenía ataques de tos y "una sensación rarísima de ahogo que no podía ni respirar, es inexplicable". Aguantó algunos días porque tenía miedo de acudir al hospital, pero finalmente fue el jueves . A sus dos hijas, de 8 años y 9 meses, les dijo un «ahora vengo» que se tuvo que alargar con el «te quedas aquí» de los médicos. En ese momento, se derrumbó.

"Creía que si me contagiaba iba a tener bastantes síntomas, pero llegar al punto de entrar en el hospital no. Eso no, pensaba que como mucho una mala gripe, pero no una neumonía con tres manchas en el pulmón y estar cinco días ingresada", cuenta. Pero lo peor, para ella, ha sido la incertidumbre. "No sabes cómo va a ir, ni cuándo vas a salir o si vas a salir; un día me levanté bien, creía que había mejorado, y de repente estuve toda la mañana que me ahogaba, me pasaba los días llorando", narra.

A ella todavía le cuesta andar y tendrá medicación durante un mes. Alberto, por su parte, tiene revisión en dos meses para ver si la infección le deja secuelas. Todavía sigue en casa sin salir, igual que ella, mientras A.C. sigue en el hospital. Con todo, a sus 34 años, Alberto reflexiona en voz alta y alerta a sus coetáneos: "Siempre pensaba que los casos graves eran los de otros, los de personas mayores, los que tenían alguna patología y no, también podía ser yo, puede ser cualquiera".

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