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Bayan Al Fadel: "Si una mujer siria va a la cárcel es una vergüenza para la familia"

"Nos falta como comunidad es estar más conectados, no solo entre nosotros sino también con la sociedad de acogida. Se habla de integración, pero habría que cambiar la mirada sobre los refugiados"

Bayan AlFadel huyó de Siria en 2013 y estudia un doctorado en la UAB.

Tras diez años de guerra, el futuro de Siria aún es incierto. La jornada Maydan, impulsada por la Fundació Autònoma Solidaria, reúne mañana jueves en la UAB a mujeres y hombres de la diáspora siria junto a organizaciones de derechos humanos. El objetivo es intercambiar experiencias e iniciativas centradas en la construcción de la paz, la prevención del conflicto y la defensa de las poblaciones desplazadas, con especial énfasis en las mujeres.

-¿Recuerda el día que huyó de Siria?

-Por supuesto. Fue el 7 de mayo de 2013. Primero fuimos con mi madre a Líbano y después nos quedamos un año y medio en Turquía hasta que nos trasladamos de forma permanente a París.

-Hay 5,6 millones de sirios refugiados en el extranjero.

-La cifra es mucho más alta contando los desplazados que viven sobre todo en Líbano, Jordania y Turquía, y que no tienen estatuto de refugiados. Se calcula que 12 millones de personas han tenido que abandonar su hogar a causa de la guerra. 

-¿Hay algo que una a esta diáspora más allá de su origen?

-Creo que lo que nos falta como comunidad es estar más conectados, no solo entre nosotros sino también con la sociedad de acogida. Se habla de integración, pero habría que cambiar la mirada sobre los refugiados y para eso hay que conocer su situación.

-¿Qué imagen tenemos de los refugiados?

-Cuando se habla de ellos en los medios es casi siempre en un contexto de muerte y también se ven como una amenaza porque se quedan las ayudas y los trabajos. Es verdad que los refugiados necesitan ayuda, pero al mismo tiempo podrían hacer muchas más cosas si se les permitiera.

-Su experiencia de vida es muy valiosa.

-Son personas que han superado una situación que amenazaba su vida, que han puesto a prueba sus principios y eso hace que tengan mucho potencial y muchas cosas para ofrecer a la sociedad.

-Pero el sistema no lo pone fácil. 

-No, porque para mantenerte necesitas ayudas del Estado y para tener derecho a las ayudas tienes que estar activamente buscando trabajo. Pero no te darán el trabajo si no tienes un título. Y si te pones a estudiar para sacarte el título te quitan las ayudas. 

-Es un bucle.

-Estoy muy agradecida a Francia por acogernos a mí y a mí madre, pero el sistema es tan complicado que mucha gente abandona.

-¿Qué supone abandonar?

-Los títulos universitarios expedidos en Siria no son válidos en Francia, hay que convalidarlos y es un proceso complejo porque también está la barrera de la lengua. Esto obliga a médicos sirios a acudir al mercado negro para pagarse el proceso de convalidación y poder ejercer o a bien aceptan otros trabajos cobrando el sueldo mínimo. Desde el punto de vista económico es un error desaprovechar a toda esta gente que ya ha pagado por su formación.

-Pese a todo, usted ha conseguido continuar con sus estudios.

-Estudié Derecho en Siria, pero no puedo ejercer como abogada. Gasté todos mis ahorros en Turquía y no podía estudiar en Francia porque las becas son para menores de 26 años. Al final, una empresa privada siria, Chalhoub, me financió tres años de estudios y pude hacer un máster.

-Ahora estudia un doctorado en Derecho Global y Seguridad Humana en la UAB.

-A través del programa de Prevenció de la Violència Extrema de la Fundació Autònoma Solidària conseguí una beca para el primer año del doctorado. Pero aún no sé como voy a mantenerme durante los dos años que me quedan. Siempre es una lucha y para las mujeres es más duro.

-Precisamente trabajó con mujeres y niños antes de salir de Siria.

-Colaboraba con organizaciones que se ocupan de mujeres encarceladas y torturadas, no importa bajo la autoridad de quién. Las encierran embarazadas y algunas incluso han dado a luz entre rejas. El trauma para ellas es mayor porque es una humillación para la familia. Por ejemplo, si un hermano y una hermana van a prisión, el es un héroe pero ella es una vergüenza para la familia.

-Es una doble condena.

-Es como si la sociedad volviera a encerrarlas. Las mujeres ocultan su paso por la cárcel, mientras que los hombres hablan abiertamente de su experiencia y reivindican sus derechos. Estas mujeres que salen de las cárceles necesitan servicios de salud mental y de empoderamiento que no tenemos.

-¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan las mujeres sirias en Europa?

-Antes habría que hacer un inciso. Estas mujeres vienen de un país donde la propia ley no las protege, donde si un hombre ve que su hermana mantiene una relación no aprobada la puede matar. En Siria aún tenemos el problema de los matrimonios infantiles y la poligamia es legal. 

-El contraste cuando llegan a Europa es brutal.

-Llegan a países con libertad de expresión, donde puedes vestir como quieras, donde se fomenta la igualdad… Muchas oenegés están más ocupadas difundiendo historias de estas mujeres para obtener fondos que ofreciéndoles los servicios que realmente necesitan.

-¿Qué tipo de servicios?

-De apoyo psicológico, desarrollo personal, aprendizaje de idiomas… Necesitamos más proyectos que ayuden a las jóvenes a saber qué quieren ser en la vida y que faciliten su educación.

-En esta línea, usted participa en un proyecto de podcast de la oenegé Jusoor.

-Es una serie hecha por y para jóvenes sirios que busca empoderar y educar a través de historias, entrevistas y debates sobre la experiencia de la diáspora, poniendo énfasis en los referentes femeninos. Diez años después del inicio del conflicto el futuro aún es incierto y el podcast pretende unir virtualmente a los sirios de la diáspora con los jóvenes que aún viven allí.

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