No es la primera vez que alertan de este drama, pero no entienden cómo, año tras año, España es incapaz de brindar una acogida digna a los niños y adolescentes que abandonan sus familias en África y se juegan la vida para llegar a Europa. Unicef ha presentado este miércoles una investigación sobre la situación en la que están viviendo los menores que llegaron a las Islas Canarias durante el 2020 y el 2021. La conclusión apunta que el 80% de ellos están viviendo en macrocentros donde no se tienen en cuenta sus necesidades psicológicas, ni les llevan a la escuela y que, en algunos casos, sufren violencia. "Las comunidades receptoras están saturadas, necesitamos un mecanismo de redistribución y coordinación estatal para poder garantizar los derechos de estos niños", han insistido des de la entidad.

A lo largo de varios meses, diversos miembros de Unicef en España han recorrido una treintena de centros de protección donde viven los niños que se jugaron la vida a alta mar. Desde el 2019, más de 3.800 niños llegaron a las costas canarias en patera. Se trata de la ruta más mortífera y se calcula que en 2020 murieron más de mil personas. ¿Qué pasó con los que sobrevivieron la ruta? Unos 2.500 siguen viviendo en centros de menores de las Islas, sólo el 4% fueron trasladados a otras comunidades autónomas y menos del 3% han conseguido su permiso de residencia, un documento al que tienen derecho y que les permite tener derechos en España.

"El diagnóstico es claro. Canarias no estaba preparada. En 2020 las llegadas crecieron un 650% y este 2021 se han vuelto a superar un 150%", ha explicado Pablo Ceriani, autor del l’informe y miembro del Comité de la ONU en protección de los migrantes. "La acogida humanitaria ha sido insuficiente, inadecuada e ineficaz. El sistema de protección a la infancia se saturó y los niños han estado desprotegidos", ha explicado.

De hecho según el autor se han visto dos caras de la moneda. Un 20% de los centros abiertos para esta emergencia en Canarias hacen las cosas bien. "Son centros pequeños, de menos de 20 plazas, con ayudas individualizadas, equipos terapéuticos y multidisciplinarios donde los chicos pueden ir a escuela y tienen papeles: en definitiva, logran la integración", cuenta. Sin embargo, en el 80% de las plazas, no se garantizan los derechos humanos. Ni escuela, no actividades especializadas, ni trabajadores suficientemente formados ni especializados. "No pueden responder de manera adecuada en la recepción y acogida de los niños", ha insistido el autor.

"Nos hemos encontrado casos de niños que tenían una angustia enorme porque aún sufrían por sus amigos que habían muerto en la patera. Niños que se autolesionan o se que pasan el día llorando. En estos recursos no tienen nada que hacer, están encerrados y su salud mental y emocional se está desmoronando. Y todos vienen aquí para trabajar y formarse", ha descrito Sara Collantes, especialista en migraciones de Unicef en España y miembro del equipo de investigación.

Una situación similar de la que ocurre en Ceuta, donde tras la llegada de 1.500 niños durante el mes de junio, hay 1.128 en centros de menores y cerca de 500 que malviven en la calle. "Es urgente poder cubrir sus necesidades, la atención que se les está brindando no es la necesaria porque la ciudad no da abasto", ha contado desde la ciudad autónoma Carmen Molina, directora de sensibilización y políticas de infancia de la organización.

Es por ello que, desde la entidad, insisten en que es necesario que el Gobierno Central invierta recursos pero que, sobretodom redistribuya los menores alrededor de l provincia. Una decisión que, hoy en día, es voluntaria y nace de la solidaridad de los gobiernos autónomos, pero que es ínfima comparados con los que siguen allí. Confían en que el Gobierno apruebe lo antes posible la estrategia nacional para la acogida a la infancia migrante, donde varias entidades sociales exigen un pacto de estado sobre la distribución de los menores. "Lo que no puede ser es que sigamos improvisando: España es y será la puerta de la frontera con Europa, y no dejarán de llegar niños cruzando el mar. Hay que acogerlos, y acogerlos bien", ha señalado Gustavo Suárez Pertierra, presidente d’UNICEF España.