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Fenómeno virtual

The Black Alien: "Mi proyecto es convertirme en alien"

Tiene la lengua bífida, se ha cortado la nariz, las orejas, medio labio. Y solo ha llegado al 29% de su "evolución". Lo detalla en Instagram ante más de 570.000 seguidores. Aquí destapa su perfil humano y adelanta qué se hará en noviembre

Anthony Loffredo, The Black Alien, posa en una calle del Raval de Barcelona.

Viene en son de paz. Es lo primero que uno pregunta instintivamente al ver a un alien. Él asiente, se ríe. Enseguida demuestra más sentido del humor que los extraterrestres de las películas.

Hace casi año y medio que este alien empezó a invadir las redes. Tiene una legión de fans y 'haters': más de 570.000 seguidores en Instagram. The Black Alien Project, ha llamado su cuenta. Hablan de él tiktokers youtubers. “Lo que le gusta a los jóvenes –justifica él- es que yo hago lo que quiero. Gracias a mí se liberan”.

Tiene la lengua bífida y verde, la mirada inyectada en tinta, implantes bajo la piel, tatuajes hasta donde alcanza la vista. Se ha cortado la nariz y las orejas. En julio se afiló los dientes y se extirpó la mitad del labio superior. Va detallando la “transformación” en Instagram. Solo ha llegado al 29%. En noviembre –asegura- prevé amputarse cuatro dedos: el meñique y el anular de cada mano.

“Sí –resopla-, la gente siempre me dice: ‘Necesitas un psiquiatra, ‘tienes un problema en la cabeza’. Siempre, siempre”. ¿Qué le diría a los que le llaman loco? “Yo me siento más normal que la gente que habla de ello –responde-. No necesito un psiquiatra”. Pero entiende que no le entiendan. “Sí, es normal –asiente- Es algo muy personal. La gente no puede entenderme, de verdad. Es muyyyyy… Muy delicado. Muyyyyy… Muy profundo. La gente no puede entenderme”.

Nombre terrícola: Anthony Loffredo. 33 años, 1,80, músculos XXL. Entrena dos veces al día. No bebe, no fuma, come sano. “Para equilibrar”, dice. Jura que aún le queda algún centímetro sin tatuar. “Siempre falta”, sonríe. Sí, sonríe más que un humano estándar. Su amabilidad choca con su fachada de ciencia ficción. “Para mí esto no es mutilar –se pone serio-. Para mí es una evolución. Es MI evolución” -recalca el mi-. Pero esa es la pelea de siempre con la sociedad”.

Se disculpa varias veces por su español. Es francés, de Montpellier. Hace solo año y medio que vive en Barcelona. En las redes lo tutean como “Antonio”. Así se llamaba su padre, cuenta él. Era italiano, murió el año pasado.

No suele dar entrevistas: últimamente solo ha hablado con dos 'youtubers'. La charla con René ZZ supera los dos millones de visualizaciones. “¿Qué atrae a la audiencia? “Anthony tiene un aura de contraste que llama la atención –opina René-. Se ‘destruye’ y se maltrata hasta el extremo pero al mismo tiempo transmite tranquilidad, seguridad en sí mismo y buenos hábitos”. Ya hay muñecos tatuajes con su cara, le piden vídeos para niños enfermos, tiene mánager. Acaban de sacar a la venta las Black Alien Cookies: cogollos de cannabis CBD. Sobre la mesa hay un posible documental para Netflix. Se podría decir que es ya un fenómeno social, asiente el youtuber. “Pero lo será aún más en los próximos años”.

¿Por qué? Es la pregunta que le hacen a diario. ¿Por qué? “Porque es algo muy personal que yo siento”, responde Anthony de carrerilla. “Mis preguntas sobre la vida… ¿Por qué hay solo humanos en la Tierra? ¿Por qué no hay algo más?”. Se ríe. ¿Por qué convertirse en alien? “Porque es algo que me llama mucho la atención: el mundo extraterrestre. Es algo que me llama demasiado la atención”.

The Black Alien enseña su lengua bífida y verde. JORDI OTIX

No es el único que está llevando la modificación corporal al extremo: hay un “Satán humano” en Brasil y un Red Skull (el archienemigo de Capitán América) en Ámsterdam. Solo en Instagram hay más de 1,3 millones de 'post' con el hashtag #bodymodification.

Anthony lleva siete años transformándose en alien. Se habrá gastado unos 30.000 euros, calcula. Dice que no va a parar hasta llegar al 100%. No desvela qué imagen final tiene en la cabeza, pero ha colgado un dibujo del verano del 2022 sujetando un cóctel con tres dedos.

¿Se ve guapo? “De verdad que sí”, se ríe. “Como todo el mundo. Ese es el principio de la confianza en uno mismo”. Y él la tiene, dice. “Total”.

"Soy muy feliz"

Ha pasado un “dolor insoportable, repetidos conflictos con familiares, un juicio sin fin”, confiesa en Instagram. ¿Merece la pena? “Sí, claro –asiente-, porque ahora soy muy feliz”. No se arrepiente de nada. “De nada –insiste-. Sí, duele mucho, pero es lo que quiero. Es el proceso de la evolución”.

"Yo me acostumbro a cada modificación. De verdad. Yo me acostumbro a todo"

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La semana pasada colgó fotos de dos piernas robóticas. “Es algo que yo… buah –dice emocionado-, que me encantaría, de verdad”. ¿Tener unas piernas robóticas? “Sí”, asiente. Pero para eso se tendría que cortar las piernas, le dices pestañeando convulsivamente. “Sí, pero es algo muy… Uf”. Tú insistes: eso sí que es loco, ¿no? “Eso es… uffffffff –resopla él-. No me lo puedo imaginar. Es un sueño. Si me dices: mañana…”. ¿Te corto las piernas y te coloco unas biónicas? “Voy directo”, afirma sin dudar.

"Sí que es un poco complicado para una madre ver a su hijo cambiar tanto"

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¿Qué le dice su madre? “Yo hablo con ella cada día”, asegura. Ella posa sonriente con su hijo alien en un par de fotos. “Si tú no matas, si tú no eres un loco, no pasa nada. Es solo un cuerpo –apunta-. Pero sí que es un poco complicado para una madre ver a su hijo cambiar tanto”, reconoce. “Yo la entiendo. Pero hago todo lo posible para relajarla. Hablo con ella, nos reímos... Soy el mismo de antes”. 

 Solía trabajar en una discoteca de relaciones públicas. Ahora Anthony se gana la vida con su “arte”. Así lo denomina. “Yo trabajo como modelo de fotos, grabo vídeos, trabajo con diferentes marcas…”. El año pasado le contactó un productor de cine para una película de ciencia ficción. “Vivo bien –asegura-, ¿no se nota?”, se señala la ropa. 

"No limit body évolution arte", define The black alien project en Instagram. Un arte de la evolución corporal. Sin límites. “Soy un artista –suele escribir- y mi trabajo soy yo”.

Retrato callejero de Anthony. Se extirpó en julio parte del labio superior. JORDI OTIX

“De quienes le practican todas estas “modificaciones” se limita a decir que “es un mundo muy cerrado”. Por no decir ilegal. “Si voy a ver a un doctor al hospital y le digo que quiero cortarme los dedos, él me va a decir: ‘Tú, loco, vete al psiquiátrico’. Porque para él no es estética, es mutilación, amputación, locura. Normal…” ¿Para Anthony no? “Para mí no es una mutilación. Para mí es algo… estético. Porque al final, yo me encuentro mejor, ¿entiendes?”. Pero ya es una cuestión de utilidad –se lo repiten cada día sus seguidores-: ¿cómo entrenará?, ¿cómo cogerá las pesas? “A mí me gusta poner a prueba mi cuerpo con nuevas experiencias –responde él-. El cuerpo se acostumbra a todo”. ¿No tiene miedo? “No, de verdad que no”. Lo dice riendo. “Es el proceso de mi proyecto”.

Y cuando termine el proyecto, ¿qué? “No lo sé”, confiesa. “Es como una película. Cuando la estás viendo, piensas: ‘wow, ¿qué va a pasar?’ Te da adrenalina. Y si un día termino mi proyecto, esa adrenalina parará. Y… no lo sé”. No se podrá dedicar a otra cosa. “No –asume-, va a ser toda mi vida".

“Imagínate que lleguen los extraterrestres y no sean así”, le ha planteado con sorna una seguidora. Anthony se encoge de hombros. “No pasa nada”, se ríe. Su imagen –asume- es solo fruto de su imaginación. No sabe si se parecerán a él, pero sí, cree que existen. “Seguro”.

"Solo soy un humano"

La gente se asusta al verlo por la calle. “Siempre”. Anthony deja de sonreír. “Es mi proyecto convertirme en alien, pero yo sé que soy un humano. Y la gente que se asusta demasiado no piensa que soy solo un humano. ‘¡Es un monstruo!, como en una película de terror, ‘me va a comer’”, se encoge de hombros. “Pero soy solo un humano”. Es lo mismo que grita 'El hombre elefante' ante una multitud furiosa al final de la película.

Los humanos le dan miedo, suele repetir en Instagram. De camino a la entrevista, de hecho, un tipo le ha insultado por la calle. En Barcelona, se queja, le suelen faltar al respeto. “No puedes juzgar a alguien solo por su exterior”. Dice que se mudará en breve.  

Lo que más le impresiona, añade, es que mucha gente se presigna al verlo. Como si fuera un demonio. “Eso para mí es…ufff”, resopla. “Es algo que pesa mucho”. ¿Lo más increíble? Una vez en el metro de París, un chico empezó a dar vueltas a su alrededor haciéndole reverencias. “Me dio miedo”, reconoce. ¿Suele pasar miedo? “Sí, claro –confiesa-. No sé cómo va a reaccionar la gente. Para mí es un poco peligroso. Si a alguien por la calle se le va la cabeza: ‘Quiero matar a alguien’, yo soy el primero, seguro”.

"Un alien vive al segundo"

¿Que cómo vive un alien? “Un alien vive al segundo –responde-. No tengo planes”. A él le gusta estar solo, dice. “Conozco a mucha gente, pero yo camino siempre solo”. Ahora liga más en Instagram, pero reconoce que en la vida real es difícil encontrar pareja. “Sí, es complicado”. Es único en su especie, ¿no se siente solo? “No –insiste-, de verdad que no”. 

 “No debes tener miedo de quién eres en realidad”, escribió en un 'post'. ¿Quién es Anthony? “Es un hombre normal –responde-. Con su pasión, con su mundo. Nada más”. ¿Un consejo? “Escuchar siempre a tu corazón para llegar a tu meta. Nunca escuchar a la gente”.

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