Quien más, quien menos ha practicado sexo en el coche. Bien porque te da el calentón con tu pareja justo ahí o porque, sobre todo en la juventud y al carecer de casa propia, es tu espacio privado con más intimidad. Pero hay personas que padecen mecanofilia, una especie de parafilia que les lleva a sentir atracción sexual por vehículos de motor como automóviles, motos, barcos o helicópteros. El caso más paradigmático es el de Edward Smith, un hombre estadounidense al que la BBC británica se le dedicó un documental, titulado "My car is my lover", después de hacerse público que había "tenido sexo" con más de 1.000 vehículos.

No es muy habitual, pero en 2013 un ciudadano británico acaparó la atención mediática al ser descubierto en plena calle "copulando" con su Land Rover.

Al margen de la recurrente presencia de la mecanofilia en películas de ciencia ficción, donde suele ser con robots y humanoides, ha sido plasmada también con coches en el cine. La escatológica cinta francesa "La Grande Bouffe" incluye una escena de un hombre y un auto en pleno acto íntimo, aunque la cosa no acaba bien que digamos.

Pero la pregunta que a cualquiera se le viene a la cabeza tras leer todo esto es...

¿Cómo se hace el amor con un coche?

Si estás pensando en la respuesta fácil y socarrona de "se la mete por el tubo de escape", no. Cada mecanófilo tendrá su modus operandi, pero en el caso del citado Smith asegura que no suele pasar de besos, lametones, caricias y restregones con su carrocería o tapicería. Obviamente, los hay que culminan su excitación sexual masturbándose sobre el vehículo o en su interior.

Smith asegura que alguna vez tuvo en su juventud relaciones sexuales con mujeres, pero no fueron satisfactorias. Desde que a los 13 años empezó a sentirse atraído sexualmente por los coches solamente tiene intimidad con automóviles y vehículos a motor.

Les pone nombre, como a Vanilla, su Volkswagen Beetle blanco de 1974, su gran amor. Ahora ya casi septuagenario y fiel a dos o tres coches de su propiedad, admite que en su juventud fue bastante promiscuo, llegando a hacerlo con coches que veía estacionados en la calle.

Su experiencia más salvaje e intensa, relata, la vivió con un helicóptero. No obstante, no es solo sexo, sino también amor, ya que les habla, les recita poesía e incluso les canta. Dice no estar enfermo ni hacer daño a nadie, es solo que siente esa pulsión. En algunos países se considera una perversión y sus adeptos son colocados en un registro de delincuentes sexuales.

Smith montándose un trío

Si crees que el caso de Smith es único, hay foros de mecanofilia en Internet donde se dan cita cientos de amantes de los coches en el sentido más literal. Y no, el preferido de la mayoría de ellos no parece ser el Mitsubishi Pajero.