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"La prostitución se nutre de la pobreza. Te convencen de monetizar tu ‘follabilidad’"

Carol L., superviviente de explotación sexual, relata cómo pasó del abuso infantil y la desestructuración familiar a la violación y la captación

Carol L., este jueves, en el Museu Comarcal de Torrent.

Cuatro largos años, con sus noches y sus días. 1.460 jornadas. 35.040 horas. Ese es el tiempo "efectivo" de "humillaciones, vejaciones, violaciones, sometimiento, explotación y dolor", del cuerpo y del alma, que Carol L. , hoy de 41 años y con dos hijos aún pequeños, pasó en la prostitución. Pero ni siquiera hablamos de cuatro años consecutivos, de los que poder recuperarse en los siguientes: ese es el tiempo sumado que en realidad ha ocupado décadas de su vida. Desde los 17 hasta que, por fin, pudo salir sola del infierno. "No hay rescates allí dentro", aclara.

Lleva menos de un año contando públicamente su experiencia, pero ya se ha convertido en una guerrera que no quiere perderse "este esperanzador momento que se vive en Valencia, con el apoyo de la consellera Gabriela Bravo, y con el que vamos a conseguir la abolición de la prostitución". Es todo fuerza. Y sonrisa. "Es la primera vez en mi vida que sonrío de verdad, sin miedo ni vergüenza, que veo que lo que hago tiene sentido, que otras mujeres me abrazan y no siento culpa". ¿El fin? "Que mi experiencia ayude a otras mujeres que aún siguen ahí dentro, sin saber que son víctimas. Como no lo sabía yo".

"Es importante trabajar con nuestros adolescentes: son los siguientes puteros y las siguientes víctimas"

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Su voz demudó este jueves al auditorio de la sede de la Mancomunitat de l’Horta Sud, en Torrent, que asistía a la primera de las tres jornadas comarcales que bajo el nombre 'Estrategias de intervención contra el tráfico de mujeres y la prostitución'.

Con valentía y una entereza que aún está reconstruyendo, desgranó sin rodeos — "porque hay que huir del peligroso blanqueamiento y maquillaje con el que algunos sectores están queriendo dulcificar una realidad que nada tiene de dulce", denuncia— cómo fue captada con 17 años, cuando era apenas «una niña extremadamente vulnerable» a la que nadie quiso ayudar y proteger a tiempo. "Porque de eso se nutre la prostitución, de niñas en situación precaria que nadie pone a salvo".

Carol creció "en una familia en la que había mucha violencia y muy, muy, muy desestructurada". Entre los 8 y los 10 años —"la prostitución tiene estas cosas; hay lagunas de memoria porque te pasas la vida borrando recuerdos para sobrevivir"—, sufrió el primer abuso sexual. La familia nunca denunció, había que callar. Así "empecé a integrar el abuso como algo normal".

A los 15, "mi familia me mandó a Argentina. Quería ser modelo, pensaba en éxito, fama...". Fue su madre quien la llevó a la agencia de modelos. La entrevista con el director, con la promesa "de un súper contrato", no fue como creía: "Me dijo que tenía que ir a fiestas, que habría señores mayores, que no tenía que hacer nada raro y que si tenía algún inconveniente". Aquello acabó en violación. Y logró frenar in extremis la del fotógrafo en la sesión de posado, "con ropa erótica", que vino a continuación. "Nunca supe qué pasó con ese material fotográfico. Imagino que acabaría en manos de pedófilos".

Con 16, regresó a España. Tras un mes de camarera en una cafetería, decidió que tenía que dejar atrás el infierno familiar: "Quería algo mejor. Una nueva vida".

Carol.L., este jueves. Teresa Domínguez

"Con lo bonita que eres..."

Sola, sin dinero y "con una mochilita" se fue de casa a probar suerte. Tenía 17 recién cumplidos. "Me puse a hacer autoestop y me recogió otro ‘salvador’". El sarcasmo es evidente. Ese tipo tenía un discurso y una intención claras: captarla. "Se resume en que podía monetizar mi ‘follabilidad’: ‘Con lo bonita que eres podrías ganar mucho dinero; no te preocupes, que allí no te va a pasar nada; tienes un techo y comida, y los clientes, tranquila, son como niños en un espectáculo de magia y tú eres la maga...’ ¡Mentira! Los puteros saben que tu sonrisa no es de verdad. No les vendes ningún cuento de fantasía. Y les da igual. Nunca, jamás, ninguno de ellos me preguntó si me dolía, si quería, si estaba bien o mal. Ellos pagan y tú sonríes. Y pagan por someter, que nadie se engañe".

Ese ‘salvador’ la llevó a un burdel, el primero de una larga serie. Le cambiaron la edad (era menor), el nombre y la sometieron a una charla de ‘formación’ con "una larga lista de servicios que yo no había escuchado en mi vida". La mitad de cada ‘servicio’ se la quedaba el club; el resto del dinero, también: "Ya te lo daremos cuando te vayas", era la frase. "Constantemente te llevaban a la peluquería, a cuidados estéticos, a comprar ropa, maquillaje... Todo para agradar a los puteros, ante quienes desfilábamos para que eligiesen. Como el ganado". Y todo se les cobraba a ellas, claro, incluida la publicidad en los periódicos.

Duró un año. Huyó y fue a buscar refugio a la Casa de los Muchachos. Enferma, con hambre y frío, llegó hasta la garita de la entrada una noche de invierno. El vigilante le ofreció el catre, el único que había, y le prometió medicamentos y comida al día siguiente. No los hubo. Lo que hubo es que se le metió en la cama. "‘Como si fuéramos novios’, me dijo". Por la mañana, violada y desamparada, la echó. Sin más.

Fue el principio de la caída libre, rodando por clubes y casas de puteros de medio país. Pasó por manos de un chulo que la hundió en el alcohol —acabó semanas internada en un psiquiátrico— y hasta de un "Richard Gere que, en realidad, me convirtió en su esclava sexual. No hay Richard Geres. Otra fantasía y otra mentira".

Nadie tiene que explicarle qué es la prostitución. "Se nutre de la pobreza y la vulnerabilidad extremas. La primera vez que intentaron captarme, fue cuando estaba tutelada en un centro de menores. Cuando tienes que elegir entre hambre y prostitución, entre alimentar a tus hijos y prostitución, no hay elección. Ninguna de las cientos de mujeres con las que he estado en esta situación me ha dicho nunca que estaba voluntariamente en esto y que lo hacía porque le gustaba el sexo. Jamás".

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