El miércoles 8 de septiembre los colegios e institutos de toda la provincia de Alicante abrieron sus puertas para recibir a los alumnos. Y con una novedad, este curso escolar 2021-2022 los padres solo podrán acceder a los colegios e institutos si así lo considera el profesorado. La colaboración de las familias se considera esencial para encarrilar con acierto los sistemas de aprendizaje y mejorar el rendimiento. En la gran mayoría de ocasiones así sucede, pero no siempre. Los profesores deben lidiar con ciertos progenitores que se quejan de forma compulsiva, cuestionan su capacidad de enseñanza o emprenden auténticas batallas parapetados en grupos de WhatsApp con tal de desprestigiarlos. ¿Cuáles son las actitudes que más les molestan de los padres y madres del alumnado?

Para establecer los tipos perfiles de padres más conflictivos, la estadounidense Natalie Schwartz, a partir de entrevistas, describía en “The Teacher Chronicles” cuáles eran este tipo de personalidades y cómo debían lidiar con ellos los profesores de sus hijos, tal y como se recoge en el artículo “Padres-escuela: una relación con malas notas”:

  • Hiperimplicado. Agobia con correos electrónicos y visitas repentinas. Schwartz aconseja a los profesores que establezcan un calendario razonable de contactos para tenerle al día (cada dos o tres semanas) y que le tranquilicen sobre su hijo.
  • Ausente. No responde a avisos ni acude a reuniones. Schwartz advierte que puede ser una persona sobrepasada por otras obligaciones (trabajo, familiares enfermos…). Hay que intentar adaptarse a su horario, llamarle por teléfono si no puede ir a la escuela.
  • El muy exigente. Que pide que se ponga a su hijo en el grupo avanzado, que se eleve el nivel de mates. El profesor debe reflexionar si el alumno podría dar más de sí o explicar al padre que si se le exige más de lo que puede dar, se puede frustrar al alumno.
  • El que se pone a la defensiva. Culpa al profesor o la escuela si el alumno tiene un mal comportamiento o mala nota. El profesor debe tener una actitud positiva, destacar lo bueno del alumno y pedir a la familia que ayude a mejorar el aspecto conflictivo.
  • El que no coopera. Que considera más importante que las clases un certamen de ballet o una minigira con el equipo de fútbol. Los profesores no deben aceptar excusa alguna que no sea una enfermedad o emergencia familiar, dice Schwartz.

PRFESORES | Esto es que los maestros de tus hijos odian de ti Pixabay

¿Qué es lo que más molesta a los profesores de la actitud de ciertas familias?

Con el objetivo de conocer de primera mano la visión de los "profes" sobre algunos de los problemas más comunes registrados en los centros formativos entre alumnos, familias y personal educativo, contactamos con un grupo de maestros y profesores para acercarnos a su realidad. Lo que se recoge a continuación son sólo algunas de las anécdotas relatadas en primera persona. Todos coinciden en que, en líneas generales, los padres y madres se comportan de forma correcta, pero cada curso se encuentran con alguna excepción. Estos son algunos ejemplos:

Carmen, maestra de Primaria:

«Para mí lo peor es cuando nos dicen cómo tenemos que trabajar y qué tenemos que hacer con sus hijos. También, las excusas que ponen cuando no estudian o hacen las tareas, siempre defendiéndoles. Por ejemplo: “no ha podido estudiar porque ayer tuve que ir a comprar y llevar a mi perro al veterinario”. Ejemplos tengo muchos. A mí me han llegado a decir cómo corregir, cómo dar mis clases e incluso cómo enseñarles a leer o distribuir el aula. Esto se agrava cuando acabas de empezar y te ven que eres una persona más joven. El principal problema de esto es que al decirlo en casa, los alumnos en clase también se cogen la libertad de decirte cómo debes de trabajar, lo que les lleva a quejas y enfados constantes. Afortunadamente, estos son un porcentaje muy bajo. En una ocasión un niño de 6 años se tragó una moneda de dos euros estando en su casa. Lo llevaron a urgencias y le dieron laxante para que la expulsara. Ese mismo día, por la tarde, lo llevaron al cole. La madre se dirigió al tutor a contarle lo que había sucedido y terminó diciéndole “así que, cada vez que quiera ir al baño, te vas con él y le miras la caca para asegurarnos que la ha expulsado”. También somos enfermeras, psicólogas, bancos, madres, padres… Otra cosa “divertida”. En la fila, a las 9 de la mañana, te comentan que la nena está toda la noche vomitando y con fiebre, “que estés pendiente”. ¿Qué persona humana que ha pasado semejante noche puede levantarse de la cama? Resultado, a las 9:15 te toca llamar a casa porque ha vomitado, bien por arriba o por abajo, y el resto de semana te falta más de media clase porque los ha contagiado. También se dan casos de niños/as de 9,10,11,12 años que cuando se les olvida algún material en casa te dicen “se le ha olvidado a mi madre echármelo “. Estoy cansada de repetir en cada una de las reuniones que esa tarea es de los nenes, que flaco favor les hacen las madres. Tienen que aprender a ser responsables de sus cosas, que luego, no son capaces ni de atarse los cordones con 12 años.»

María, profesora de Inglés:

«Una de las cosas que más perjudica a los nenes es el hecho de tener diferentes normas en el cole y en casa. Por ejemplo, una vez tuve que evitar una pelea y me centré en explicarles que esa no es la manera de resolver un conflicto. Cuando llegó una de las madres le dijo a su hijo que lo que tendría que haber hecho era “chafar la cabeza” al otro niño. Yo me quedé a cuadros. Es una falta de concordancia entre las reglas de casa y las que se intentan establecer en los centros escolares. También me he encontrado con algunos padres que no le dan valor a los estudios, a que se hagan los deberes en casa».

María, maestra de Infantil:

«Recuerdo un día que, hablando con una niña que había pegado a otra le pregunté: “¿Por qué pegas?”. Me dijo que su madre se lo había dicho, algo que no me podía creer. Cuando la mamá vino a recogerla le conté lo que había pasado y la mamá me lo negó, pero la niña se defendió y dijo: "¡Pues claro que sí, mamá! ¿No te acuerdas? Tú siempre me dices: si te pegan, tu les pegas de vuelta".»

Pedro, profesor de Filosofía:

«Lo que peor le puede sentar a una persona cuando se pone a hablar con otra a la que no conoce en profundidad es la falta de educación, no solo en las relaciones entre padres y profesores, sino también entre alumnos y profesores, entre hijos y padres y en muchas de las facetas de la vida en la que hay que relacionarse unos con otros. De ahí que a veces se escuche el comentario de que “los padres son peores que los críos”, y efectivamente en muchas ocasiones es así porque los padres carecen del mínimo de educación.


Eso es algo que se ve venir cuando empiezas a hablar con un padre o una madre que quiere tratar alguna cuestión sobre su hijo, enseguida sabes de qué pie cojea y si la forma de hablar es educada o simplemente va a intentar imponer su criterio caiga quien caiga y de lo que él piensa no lo va a sacar nadie.

 

A mi no me ha pasado nunca, pero he conocido casos de profesoras que después de hablar con alguna madre sobre su hijo han salido de la reunión llorando, sencillamente porque la madre la ha tachado poco menos que de prostituta… pero todo eso viene de lo mismo, de la falta de educación.


Creo que se ha perdido el respeto que antes se le tenía al profesor. Antes se le consideraba una persona que había conseguido un puesto de trabajo como resultado de un esfuerzo continuado a lo largo de su vida y al que no mucha gente podía acceder. Hoy día eso no se valora, entre otras cosas porque se ignora que un profesor para serlo ha tenido que pasar todos sus años de estudio en el colegio, instituto, universidad, hacer máster, saber idiomas, cursos de perfeccionamiento… y eso algunos padres o no lo saben o no lo quieren saber.


Antes los padres siempre daban la razón al profesor y ahora normalmente se le da la razón al hijo, y eso es lo peor. Desde el momento en que un padre le quita la autoridad al maestro está perdido, porque hay una falta de respeto por parte del hijo hacia sus maestros o profesores. Todo eso tiene su origen en esa falta de educación. Eso sí, son casos particulares y muy concretos, la generalidad no es así. Lo normal es que el trato entre los padres y profesores sea muy bueno».

Sandra, profesora de Matemáticas:

«En la actualidad existe en muchos casos una sobreprotección de los padres hacia los hijos. En los institutos la forma de trabajar se ha colegizado, se ha convertido en un colegio. Antes en el instituto al chaval se le consideraba una persona independiente que tenía que valerse por sí mismo, y ahora lo que se hace es ayudar, ayudar y ayudar, y creo que eso ha bajado los niveles al estar muy encima de los alumnos.


Recuerdo una madre que tiene un hijo con deficiencia física de nacimiento. Cuando llegó al instituto ya había pasado por tres colegios. Cada vez que empezaba en un nuevo centro educativo, muy bien, pero terminaba exigiendo para su hijo un trato diferente al de los demás, que siempre se le daba por su deficiencia, pero ella siempre exigía más.


Eso motivaba que los sacase de un colegio y lo llevase a otro, por lo que el chaval estuvo variando de colegios. Al llegar al instituto al principio iba todo muy bien, pero los profesores se percataron de que era ella quien le hacía los deberes y cuando tenía que hacer algún examen, no respondía. Cuando se lo dijeron a la madre puso el grito en el cielo, negándolo todo y llegó a denunciar el caso ante la Inspección.


Finalmente acabó sacando al chiquillo, que estaba muy integrado entre sus compañeros, y lo llevó a otro instituto. Al año siguiente los de ese centro nos llamaron para pedirnos su expediente educativo y nos comentaron que la madre seguía haciendo de las suyas. Es un ejemplo de cómo los padres a veces quieren que se les dé un trato fuera de lo normal a su hijo, y eso es algo que después no va a tener en la sociedad, pues tendrá que valerse con su propio esfuerzo».

Mercedes, profesora de Lengua:

«Yo creo que existen dos tipos de actitudes que dificultan mucho la labor del profesor: una de ellas es la negación como máxima para enfrentarse a todo y otra es desentenderse completamente de la educación de los hijos y creer que los docentes lo podemos resolver todo.


He tenido casos de padres y madres que vienen a quejarse por todo: por las notas de su hijo, porque ha sido castigado… la cuestión es que, para ellos, nunca es culpa del niño. Me ha llegado a ocurrir que una profesora pilló a un alumno rayando la mesa del pupitre. Yo era la tutora y decidimos expulsarlo un día, una medida más simbólica que otra cosa para que reflexionara sobre lo que había hecho y que aprendiera que los actos tienen consecuencias. Pues bien, la madre aseguraba que su hijo no había hecho nada, que estaría jugando y sólo creía lo que decía el nene, a pesar de que una profesora lo había visto con sus propios ojos. En otra ocasión, ese mismo alumno se metió en problemas con otro niño y lo llevaron ante el director. Allí confesó que, efectivamente, le había hecho algo al estuche de otro niño. Pues después de eso, la madre llegó al colegio hecha una furia y asegurando que su hijo no había hecho nada, que había confesado bajo presión y nos recriminó lo que habíamos hecho con él.


Todo ello dificulta mucho la labor educativa porque es imposible arreglar nada. Nunca nadie tiene la culpa y el único que puede ser culpable es el maestro, que en ese caso estaba acusado por la madre de que lo había presionado para admitir su culpa, cuando era la propia profesora la que lo había pillado.


Otro perfil conflictivo es el del padre o madre que se desentiende completamente de la educación de sus hijos, y ni sabe qué pasa ni lo quiere saber. Recuerdo una vez que, gestionando un banco de libros gratuito en un centro, una madre vino a devolver los libros de su hijo y estaban completamente destrozados. No con alguna página doblada, sino sin portada, absolutamente reventados, como si hubiera pasado un huracán por encima. Le dijimos que no podíamos aceptar esos libros y que debía de comprar otros para reponerlos. Pues bien, la señora sólo decía que ella qué iba a hacer, que había sido cosa de su hijo y ella no tenía nada que ver.


Lo que deberían hacer esos padres es inculcar el sentido de la responsabilidad a los hijos porque en ese caso no se trataba de un niño pequeño. Tenía ya 15 años y en casa también deben educarlos en valores, no creer que en los centros educativos se aprende todo. Cuando estás en clase con niños más pequeños se trabaja desde cero y en otro sentido, pero cuando son más mayores y te topas con esas actitudes y encima los padres miran hacia otro lado… es desesperante.


Claro que también hay padres y madres que no aparecen en todo el curso. Los llamas para una reunión o si ha habido algún tipo de problema y ni caso. Eso es lo peor de todo porque trabajar con esos menores es muy difícil si las familias no muestran un mínimo de implicación».

Víctor, maestro de Educación Especial:

«Casi todos los maestros y profesores nos hemos encontrado algún caso de familiares que no se presentan en todo el curso. Claro que, si me apuras, es incluso peor los que sí van al colegio pero luego no aplican nada de lo que les dices. Acuden casi cada día a preguntar cómo van sus hijos pero luego, nada. Si no hacen los deberes, se justifican culpándose ellos mismos. “No han hecho los deberes porque yo no he podido, estuvimos ocupados…”. Es decir, no le dan importancia a las obligaciones de sus hijos.


Recuerdo un caso en especial. La madre de un alumno llegó a denunciar al centro porque no aceptaba que su hijo fuera a repetir curso. Acusó al equipo docente de que lo había hecho fatal, aunque luego se comprobó que no era así. La realidad es que el nene tiene dificultades, pero era el rey de la casa y no querían ver más allá. Creo que, a veces, las orientaciones y consejos que damos a las familias no son tan respetables como antes, no se tienen tan en cuenta.


Con los alumnos de Educación Especial te encuentras muchas veces con familias que no aceptan las dificultades de sus hijos y es un problema. Si no colaboran es difícil que los niñ@s avancen. Por ejemplo, tengo un alumno que tiene muchos problemas de atención, de concentración, es muy infantil, tarda muchísimo en terminar las actividades... Es muy disperso, por lo que siempre hemos estado haciéndole ver eso a la madre, pero ésta siempre dice que son excusas y lo achaca a otras cosas. Además tiene Síndrome de Asperger, pero realmente sus dificultades no son consecuencia directamente de este Síndrome. Aún así, su madre siempre está recalcando eso de su hijo para dar pena. Un día la citamos para hablar de ello. A la reunión asistió la tutora, especialistas y todo el equipo para hablar sobre ese caso y encontrar soluciones. Pues bien, la mamá llegó con un tocho de papeles fotocopiados para cada uno de nosotros en los que se explicaba en qué consiste el Síndrome de Asperger con tal de darnos explicaciones y aclaraciones. La psicóloga le paró los pies por completo. Primero, porque no iba a permitir que cuestionara de esa manera nuestra profesionalidad. Y segundo, porque no aceptábamos esa montaña de fotocopias porque es ilegal fotocopiar un libro. Ese comentario aún le sentó peor a la madre, imagínate la que se lió en esa reunión…».

Julia, maestra de Infantil:

«A veces las familias toman decisiones poco acertadas porque, o no saben cómo hacerlo, o piensan que su forma de actuar es la única y mejor. En el tiempo que llevo ejerciendo, que ya son unos cuantos años, es cierto que he tenido siempre buena relación con los padres y madres de mis alumnos pero hay veces que no los entiendes.


Por poner algunos ejemplos:

 🔴 El tema autonomía: los maestros exigimos a los más pequeños que aprendan hábitos para los que están preparados (quitarse y ponerse el abrigo, lavarse las manos, comer solos…) y resulta que son los padres los que no están preparados para soltar ese cargo y muchas veces los pillas en los pasillos preparando al chiquillo para entrar a clase, quitándole la mochila, el abrigo y todo lo que el invierno conlleva, incluso colgándoselo en la percha.

🔴 La puntualidad: echamos a los alumnos la culpa cuando llegan tarde sin entender que no siempre de ellos depende que lleguen a tiempo al cole, debemos educar en el sentido de la responsabilidad dando ejemplo. Sin embargo, ellos mismos ven cómo sus padres no llegan a tiempo a recogerlos a la hora de la salida.

🔴 La impaciencia: en clase se trabaja constantemente la paciencia porque somos muchos y deben aprender a esperar. Sin embargo, las familias son las primeras que cuando llega la hora de salir, se agolpan en la puerta y te insisten en que le entregues al niño el primero y de inmediato.

🔴 La alimentación: me enfurece y llevo siempre una lucha constante con aquellos padres o madres que ponen en los almuerzos de sus hijos alimentos con infinidad de azúcar y otros componentes que no les beneficia. No entienden que es por su bien».

Bea, maestra de Infantil:

«Yo me atrevo a decir que en Infantil los padres a veces son muy mentirosos. Por ejemplo, se les dice que los niños de tres años no deben tomar biberón, ni utilizar chupetes... pues bien, cuando les haces las entrevistas iniciales te dicen que su hijo se bebe la leche solo, que es un campeón, y luego le preguntas al nene si ha desayunado, y te dice que le han dado el “bibe”, que duermen con un chupete rojo…


Otras veces se piensan que sus hijos son dioses. Recuerdo una madre que vino a hablar conmigo para decirme que su hijo era superdotado, que no atendía en clase porque se aburría y que necesitaba un nivel más alto. Y, aunque lo quisiera mucho, la realidad es que era un nene que no sabía ni abrir la bolsita del almuerzo o poner su nombre.. Era un niño normal y corriente y era la madre la que deseaba que fuera superdotado.


Otra madre me llegó preocupada por lo contrario, decía que su hija tenía un nivel muy bajo. Y me lo explicó con el siguiente ejemplo: me contó que su marido estaba muy preocupado porque le decía “Carla, pon el canal 1, pon el canal 2..” y la nena no sabía hacerlo. Lo que les extrañaba era que con tres años no supiera poner los canales de la televisión, y se preguntaban si era necesario apuntarla a clases particulares para que subiera el nivel. Tremendo.


Luego están los que llegan siempre tarde. No de forma puntual, sino sistemática y siempre con excusas de que les ha surgido algún imprevisto. El año pasado una compañera tenía un padre que siempre llegaba tarde y al tipo lo veías en una cafetería al lado del centro tomándose su café, y sólo cuando terminaba iba tranquilamente a buscarlo.


También están las que sí que llegan a tiempo y se empeñan en contarte la vida como si fuerais amigas del alma. Te cuentan qué han hecho el fin de semana, si han ido a un cumpleaños, te piden opinión sobre asuntos personales, te explican que están haciendo un curso en la Escuela de Idiomas… y todo ello cuando tu jornada ya ha terminado y estás deseando salir para hacer tus cosas o estar con tu familia. A veces parecemos psicólogos.


Lo peor de todo son los maleducados. Recuerdo un día en que un niño se había hecho caca encima. Tenía tres años e iba manchado desde la cintura hasta los pies, y el cuarto de baño lo puso perdido. Llamé a la madre para avisar y me dijo que no podía ir porque estaba trabajando. Al final envió a la cuidadora del nene, pero al día siguiente se presentó toda indignada por haberla avisado por lo sucedido. ¿Qué pretendía, que lo dejáramos así hasta la hora de la salida?


También están los que se hacen los remolones para pagar lo que les corresponde, por ejemplo los materiales que utilizamos en clase. Por ejemplo, una madre me pidió un poco más de tiempo, me dijo que en Navidad cobraría la paga extra y abonaría el dinero… y dos semanas antes de las navidades, desaparece y me entero que se ha ido a vivir a Mallorca sin decir nada de nada y, por supuesto, sin pagar.».