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Volcán de La Palma

Las dos caras del turismo ante el volcán de La Palma

La Palma observa con preocupación la caída del sector tras la erupción, pero también pide "más empatía" a los visitantes

Unos turistas se fotografían al atardecer, con el volcán en erupción al fondo.

Una de las primeras imágenes que sorprende al descender por la carretera de El Paso en La Palma se corresponde con ese brazo alargado que sostiene el móvil para fotografiarse junto al volcán. La segunda imagen que aterra son los hoteles y los restaurantes, casi vacíos, por la grave caída del turismo. 

Alrededor de la estampa ubicua de las coladas del volcán de La Palma, magnética para unos, terrorífica para otros; se extiende un crisol de puntos de vista, que basculan desde lo próximo a lo ajeno, sobre las distintas formas de mirar o dónde concentrar esa mirada. Amén de las ingentes muestras de solidaridad hacia la isla y, sobre todo, los centenares de vidas rotas por la pérdida y el miedo, muchos palmeros y palmeras apelan a una mayor "empatía" en su tierra por parte de los visitantes, profesionales y turistas que conviven con su tragedia.

Uno de los estragos que ya padece la isla como consecuencia de la erupción reside en una caída significativa en el sector turístico que, en los prolegómenos de la temporada alta, que comienza sobre el mes de noviembre, registra una grave recesión en las dos últimas semanas.

"Normalmente, en temporada alta, alcanzamos en torno a un 80% de ocupación hotelera en La Palma", indica el responsable del Hotel de Los Llanos de Aridane. "El pasado septiembre, el porcentaje ya se situaba en torno al 70%, porque los hoteles por fin se estaban recuperando de los efectos de la pandemia. Pero desde la erupción del volcán, la ocupación se ha desplomado hasta el 15 o 20%. Es preocupante".

En el lujoso complejo de Tazacorte, Hotel Hacienda de Abajo, no se escucha un alma salvo el rugido constante de Cumbre Vieja y el barrido de la arena sobre los adoquines de la entrada. "La cosa está muy floja, cada vez más. De repente, no llegamos ni a la mitad de camas ocupadas", apunta una trabajadora de la recepción. También en los mostradores de venta de Fred Olsen confirman una mayor afluencia en los barcos de salida que en los de llegada. "El volcán los ha ahuyentado", afirman. "Pero muchos siguen viviendo, sobre todo, del extranjero".

Consideración

A este respecto, muchos trabajadores del sector de la restauración, el pequeño comercio o el plátano suscriben la "necesidad" de que se reactive el turismo de manera urgente en la isla, pero también manifiestan una cierta "incomodidad" ante la consideración del volcán como "una nueva atracción turística".

"Yo entiendo que la erupción del volcán es un hecho histórico y que, probablemente, no vuelvas a ver algo así en tu vida", admite Alejandro, que trabaja como transportista de frutas y plátanos para una empresa de transportes de Los Llanos. "Pero ya se me han acercado varios medios y científicos a preguntarme directamente si vivo cerca del volcán y si he perdido la casa". "Me lo dicen sin preguntarme antes cómo me llamo", señala.

Por su parte, Cata trabaja en un prestigioso restaurante italiano de El Paso, situado en lo alto de una loma, con vistas panorámicas al volcán. "Me piden selfies todo el tiempo y entiendo que quieran el recuerdo, pero es un poco cansado", explica. "Además, frustra bastante que hablen todo el tiempo del espectáculo del volcán, porque igual yo vengo de hablar por teléfono con una amiga que acaba de perder su casa", añade. En esta línea, Alejandro coincide en que se trata de "consideración", "no de no hacerse fotos y eso, pero sí de ser un poco más discretos por el sufrimiento que están pasando tantas familias".

Ambos son conscientes de que el impacto negativo de este fenómeno sobre el sector turístico lacera la segunda pata sobre la que se sostiene la economía de La Palma, cuyo sustento central es el plátano, herido de muerte por el daño directo de la lava. Pero tampoco descartan que la erupción de Cumbre Vieja haya situado a la isla en el mapa internacional y que, a largo plazo, pueda despertar un interés mayor por la isla. "No solo me parece fenomenal que vengan más turistas sino que, además, es más necesario que nunca", apunta Cata. "Pero estaría muy bien que se interesaran por la isla y, sobre todo, con todo esto que ha pasado, por cómo somos los palmeros y cómo nos encontramos después de este horror", reflexiona.

"Que apoyen el producto local, porque nosotros siempre vamos a mostrar nuestra mejor cara y ofrecerles nuestro mejor servicio, pero necesitamos que sea un turismo responsable. La Palma tiene unas singularidades que no conocen ni en los medios nacionales, visto lo visto, así que visitarla es una oportunidad para interesarse por la isla y apoyar", añade.

Al respecto del debate que aflora en televisiones y redes sociales acerca de la idoneidad de construir en suelo volcánico en las islas, Cata no puede evitar una sonrisa irónica. "Es que estas islas son volcánicas", incide. "Fíjate que en Jedey, por donde se pensó que iba a salir el volcán en un principio, que está más al sur y tiene más riesgo, hay muchas menos casas". "Pero es que si no, ¿dónde íbamos a vivir? ¿En la hoja de una palmera?".

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