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Publicación en 'Nature'

1021, año del descubrimiento de América (por los vikingos)

Un estudio concluye que los exploradores nórdicos llegaron al otro lado del Atlántico hace exactamente 1.000 años

Réplica de una nave vikinga llegando al campamento de L’Anse aux Meadows, en Canadá.

En algún momento entre finales del siglo X y principios del XI, Leif Ericson, hijo de Eric el Rojo, se subió a un barco en Groenlandia y zarpó hacia el oeste. Poco antes, otro explorador vikingo, Bjarni Herjolfsson, se había perdido cuando navegaba en esa dirección, divisando una tierra desconocida. Ericson quería comprobarlo por sí mismo. Junto a otros 35 hombres, descubrió América casi 500 años antes que Cristóbal Colónestableciendo un campamento en la isla de Terranova. El vasto territorio fue llamado Vinland.  

Los anillos de crecimiento en tres piezas de madera encontradas en su campamento en Terranova permiten calcular la fecha exacta

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Relatada en las Sagas, el conjunto de épicas narraciones centradas (pero no solo) en los primeros tiempos de la colonización de Islandia, la historia fue tachada hasta hace tan solo unas décadas de poco más que un mito, apenas un peldaño por encima de los trols y los elfos. Después, con el hallazgo en 1960 de las ruinas del asentamiento en un lugar llamado L’Anse aux Meadows (la ensenada de las medusas), se demostró que aquello era, en esencia, cierto. Pero los historiadores rebajaron lo ocurrido con un asterisco. Al fin y al cabo, los vikingos llegaron a América antes que ningún otro europeo, sí, pero el descubrimiento no cambió el curso de los acontecimientos, a diferencia de lo ocurrido en el siglo XV. En qué momento tuvo lugar el hallazgo seguía siendo, además, una incógnita. Ahora, gracias a una investigación en la revista 'Nature' publicada este miércoles, se ha puesto fecha, sin ningún género de duda, al momento el que el pueblo nórdico llegó al continente: 1021, hace justo un milenio. 

La investigación está basada en el análisis de tres objetos de madera encontrados en L’Anse aux Meadows. Se sabe que pertenecieron a los vikingos, y no a una tribu nativa, porque las piezas fueron modeladas con hojas de metal, un material que la población indígena no empleaba. Y se sabe que datan de 1021 porque en 992 hubo una tormenta solar que provocó señales de radiocarbono específicas en los anillos de los árboles a partir del año siguiente. Las piezas tienen 29 de esos anillos de crecimiento, uno por cada año. El camino hasta la fecha del descubrimiento de América está construido con simples matemáticas. 

La cautela

“Encontrar las señales de esos 29 anillos nos permitió concluir que la madera fue cortada en 1021”, señala Margot Kuitems, profesora de la Universidad de Groningen, en Holanda, y autora principal de una investigación que, más allá de la fecha de la llegada al otro lado del Atlántico, se muestra cauta sobre lo que los exploradores hicieron allí.

La duración de la estancia vikinga en América y su posible contacto con la población indígena sigue estando en discusión

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Las Sagas, esas historias de vikingos que según Jorge Luis Borges prefiguran “la novela, el arte de Cervantes y de Flaubert” y suponen un “descubrimiento tan secreto y tan estéril, para el resto del mundo, como su descubrimiento de América”, sugieren que hubo contactos, violentos y amistosos, entre los nórdicos y los indígenas. El trabajo argumenta que no hay nada, de momento, que permita llegar a esa conclusión. “Si esos encuentros tuvieron lugar, deberían haber provocado consecuencias como la transmisión de patógenos, la introducción de fauna y flora foránea o incluso el intercambio de genes”, explica el artículo de ‘Nature’. Tampoco está claro, continúa la investigación, cuántas expediciones vikingas hubo a América, ni la duración de su estancia en el continente. Los datos actuales indican que se trató de un periodo corto, aunque existen pruebas botánicas de que los recién llegados viajaron al sur desde su campamento. 

El trabajo, en cualquier caso, llega en un momento da enorme fascinación por la cultura vikinga, a través tanto de estudios académicos como de la cultura popular. Está la serie ‘Vikingos’, por supuesto. Pero también un estudio del año pasado, publicado asimismo en 'Nature', que analizó su ADN para concluir que, lejos del estereotipo ario, eran propensos a mezclarse con otros pueblos. En el muy recomendable libro ‘Vikingos, la historia definitiva de los pueblos del norte’, Neil Price va más allá, al reflejar que cuidaban su higiene y apariencia, dentro de una identidad de género que era, en ocasiones, “fluida”.

Fue ese pueblo, que también llegó hasta Bagdad y creó en Islandia, durante el siglo X, el primer parlamento democrático, el que descubrió América en 1021. Sin que el hallazgo, a grandes rasgos, cambiara nada.

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