La provincia de Alicante y buena parte de Murcia, con un déficit de lluvias que en algunas comarcas, sobre todo al sur de la primera, es similar al del desierto de Atacama en Chile, sufre directamente el azote de los periodos de sequía debido a que, por sí sola, carece de los recursos hídricos suficientes para mantener su producción hortofrutícola. Un sector de la economía que da empleo a 50.000 personas y que no hubiera sido posible sin los aportes de caudales que llegan desde hace 41 años por el trasvase Tajo-Segura, una infraestructura hoy amenazada por el cambio climático y por el tradicional carácter ‘antitrasvasista’ del Gobierno de España, convencido de que el futuro pasa por la desalación de agua del mar. Un caudal cuyo precio es imposible para los agricultores.

En Alicante se cultiva desde hace milenios -gracias a las más de 3.000 horas de sol al año-, de todo para consumo interno y exportación pero, nadie lo oculta, si no llegara agua de otras cuencas, como la del Tajo, sería imposible. Pero no solo para la agricultura, sino también para el turismo, tanto el residencial (segunda vivienda), como para los miles de turistas que eligen los hoteles. En Benidorm, por ejemplo, los más veteranos tienen en sus retinas las imágenes de barcos-cuba abasteciendo a la población a mediados de los 70. El turismo alemán se fue y no ha vuelto. Y otra derivada: los que lo sufren lo afirman. En Alicante no sabe llover, porque cuando lo hace es de forma torrencial destruyendo todo lo que coge a su paso.

Pérdida del 40% de tierra fértil

El avance que sufre el proceso de desertificación tanto por causas naturales como por el abandono de los cultivos por los agricultores debido a que muchos han dejado de ser rentables, ha provocado que en los últimos 20 años se haya perdido un 40% del suelo fértil, al pasar de las 180.000 hectáreas en producción en el año 2000, a las 130.000 actuales (2020).

Labores de sembrado con el canal del trasvase Tajo-Segura. Tony Sevilla

Alicante es la segunda provincia española tras Almería (70%) donde el problema de la erosión es mayor aunque, paradójicamente, la dramática coyuntura comience a trasladarse también hacia el norte de España. Más de un tercio de la provincia se encuentra en una situación de riesgo importante de pérdida de suelo cultivable. El Programa de Acción Nacional contra la Desertificación advierte de que 94.360 hectáreas están afectadas por el proceso y otras 89.989 se encuentran en peligro muy alto, lo que suma cerca del 40% del total de las 581.000 hectáreas de superficie que tiene Alicante.

Al problema de la falta de lluvias, incendios y erosión, el Ministerio para la Transición Ecológica ha constatado que las proyecciones de cambio climático prevén que la aridez y el aumento de las temperaturas van a multiplicar el proceso de desertificación, entendida como tal la degradación de las tierras, hasta 2040. Los técnicos advierten de que el avance de la aridez puede afectar al suministro hídrico de los árboles, lo que limitaría la fijación del carbono. Las zonas con una situación de mayor riesgo son el litoral de la Marina Baixa (con capital en Benidorm), el interior de l’Alacantí (la comarca de la capital) y todo el Alto y Medio Vinalopó (Villena y Elda), además del interior de la Vega Baja (Orihuela, Torrevieja,…), pero este en menor medida. Estas áreas se corresponden con la ubicación de los acuíferos sobreexplotados y en los que el nivel del agua está a 400 y 500 metros de profundidad.

Como en el Sáhara

La provincia ha perdido 50.000 hectáreas de cultivos en lo que va de siglo, al pasar de las 180.000 en producción en el año 2000 a las 129.900 con la que se cerró 2020. Un proceso que, paradójicamente, se frenó el año pasado (la superficie cultivada cayó un 1% respecto a 2019), debido a una mayor demanda de productos en Europa y una especie de 'boom' de los cítricos, que sustituyeron a las cientos de vides arrancadas.

Paisaje hortícola alicantino alejado de la desértica zona sur en la frontera con Murcia. Tony Sevilla

Según los registros pluviométricos que maneja el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, hay comarcas de la provincia que registran valores de lluvia en algunos municipios por debajo, incluso, que los del Sahel, la zona habitada entre el Sáhara y la frontera de la sabana de Sudán, donde la precipitación está en 120 litros por metro cuadrado al año. En la provincia, la humedad del suelo llegó a caer en 2014 por debajo del 10% debido a la falta de lluvias. Un centímetro de suelo puede tardar hasta mil años en formarse tras perder todas sus cualidades.

Unos 1.500 millones de toneladas de suelo se pierden por erosión anualmente en España, lo que equivale a decir que cada minuto se destruyen 3.000 toneladas de suelo. Si se tiene en cuenta que en la generación de un par de centímetros de espesor de suelo la naturaleza invierte 1.000 años y que, según algunos edafólogos, nuestro país pierde cada año 1 milímetro de suelo, se puede deducir que actualmente su capacidad de regeneración es 20 veces inferior a la de su pérdida.