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Erupción en La Palma

"Nunca me había enfrentado a un impacto emocional como el del volcán de La Palma"

"Con catástrofes así te das cuenta de lo pequeños que somos y de lo poco que sabemos", afirma la primera española en ganar un Premio Pulitzer de fotografía

La fotógrafa navarra Susana Vera.

Susana Vera (Pamplona, 1974) se convirtió hace un año en la primera española en ganar un Premio Pulitzer de Fotografía. Gracias a su trabajo en los disturbios de Hong Kong de 2019 para la agencia Reuters ofreció acento español al ansiado galardón. Entre el 16 y 25 de octubre viajó a La Palma para cubrir la erupción volcánica para la agencia de noticias en el que, dice, ha sido el trabajo de «mayor impacto emocional» de su vida



Tras 25 años trabajando como fotoperiodista a lo largo y ancho de todo el mundo, Susana Vera llegó a Santa Cruz de La Palma a bordo de un barco el pasado 16 de octubre para realizar la cobertura informativa de la erupción del volcán de La Palma para la agencia Reuters, en la que trabaja desde hace 18 años. La única mujer española ganadora de un Premio Pulitzer de Fotografía llegó como parte de las rotaciones organizadas con sus compañeros de trabajo y acompañada de sus dos mejores amigas, la Canon EOS-1D X Mark II y la 5D Mark IV, con las que, además de retratar el volcán, realizó algunas series más conceptuales que muestran la otra cara de esta crisis volcánica.

El trabajo de tantos compañeros de la agencia les estará permitiendo realizar series fotográficas en La Palma con un sello más personal.

Sí, una de las ventajas de hacer rotaciones es esa. Además, la gente necesita un pequeño descanso físico, psicológico y emocional porque es una historia muy fascinante pero también es una catástrofe a nivel humano. Se han perdido propiedades, tanto casas como tierras, las vidas de muchas personas en la Isla están pendientes de un hilo y viven con una tensión psicológica diaria inaguantable. Cuando estamos allí tenemos que documentar eso y es imposible no vincularse emocionalmente con lo que está viviendo la Isla. Sin embargo, hacer rotaciones ayuda a poner un poco de distancia, a tomar un descanso necesario y que lleguen nuevas personas con ojos frescos y con el corazón liberado para así empezar a ver cosas que los que llevan muchos días trabajando ya no están viendo. Todos tenemos una historia personal que hace que cada uno de nosotros contacte con la gente de manera diferente. Cada uno tiene sus peculiaridades y singularidades y eso hace que todos los reportajes que hacemos tengan mayor grado de diversidad y puedan documentar la realidad desde diferentes ángulos.

"Miramos todo el rato hacia arriba y de repente cambié mi atención hacia la ceniza"

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¿Qué fue lo que usted se propuso retratar en sus imágenes?

Después de un mes de erupción, que fue cuando yo llegué, sabía que había ciertas cosas que tenía que seguir documentando pero también tenía que encontrar otras narrativas visuales para poder aportar algo nuevo. Pasados unos días fui consciente de que estamos todo el rato mirando hacia arriba, mirando qué es lo que está haciendo el volcán y por dónde transcurre la lava, y de repente simple y llanamente cambié mi foco de atención y me fijé en cómo la ceniza cambiaba el paisaje, algo que están viviendo todos los palmeros y que solo depende de cómo sopla el viento. Desde que llegué a la Isla, aún sin ver el volcán, lo primero que sentí fue la ceniza en suspensión, delante de mi cara y entrando en mis ojos, y pensé que es con eso con lo que tienen que vivir los vecinos. Están sujetos a vivir con la ceniza dependiendo de la fortuna con la que sople el viento, independientemente de si están cerca o lejos del recorrido de la lava del volcán. La vida de muchísima gente ha cambiado, no solo para los que han perdido sus casas o plantaciones, sino también para aquellas que no está en el recorrido de la lava pero que ven cómo el paisaje a su alrededor va siendo modificado por la ceniza. Centré mi foco de atención en otra arista, una de las muchas que se podían cubrir para ser lo más equilibrados posible a la hora de dar cobertura informativa. Fue un ejercicio estilístico más conceptual, alejado del drama humano y centrado en las formas que se crean en el paisaje debido a la ceniza volcánica.

Caramelo entre la ceniza. Susana Vera / Reuters

"La ceniza se metía en las cámaras y ahora nuestros objetivos hacen ruido"

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Debido a la situación de La Palma, ¿a nivel técnico tuvo que cambiar su forma de trabajar?

A nivel de equipo y personal hubo un cambio porque había que ir con protección. Me quedé en una casa en El Paso, muy cerca de donde se encuentra el volcán, y al principio llevaba mascarillas FFP2, pero empezamos a sentir dolor de garganta y tos y acabamos con mascarillas FFP3 y con gafas para poder protegernos, porque cuando el viento soplaba fuerte era difícil trabajar. La ceniza se metía en las lentes y a través de los botones de la cámara y ahora todos nuestros objetivos hacen ruido porque no hemos conseguido limpiarlos del todo. Cuando estaba allí, limpiaba las cámaras de manera continuada por miedo a que dejaran de funcionar.

Así que una vez ha regresado a casa, no solo se ha llevado a la Península la experiencia sino también alguna secuela en sus equipos.

Es algo anecdótico porque no todos tienen la suerte de poder limpiarse y respirar aire puro a los pocos días. Es cierto que tuvimos que tomar precauciones, pero igual que nos pasa en muchos otros trabajos y estamos acostumbrados a adaptarnos a los acontecimientos que vamos a cubrir.

A lo largo de su carrera ha podido cubrir con su cámara diferentes acontecimientos por todo el mundo. ¿Qué diría que es más complicado, retratar una catástrofe natural o una crisis humana?

No sé si es más difícil esta cobertura, pero la sensación de falta de control ha sido mucho mayor. Las coberturas de crisis sociales, como pueden ser las que se produjeron en Cataluña hace unos años o en Hong Kong, en 2019, demandan de los fotógrafos tener los sentidos muy a flor de piel porque tienes que preocuparte de tu bienestar y cubrirte las espaldas para poder seguir realizando el trabajo. Hay un grado de tensión, de nervios, de adrenalina, de peligro, incluso de miedo pero, aunque sabemos que se pueden descontrolar las cosas en cualquier momento, también podemos predecir el comportamiento humano, por lo que todo es menos incierto porque tenemos más experiencia. Con una catástrofe natural te das cuenta de lo pequeños que somos y de lo poco que sabemos. Los científicos están dando información diaria con respecto al comportamiento del volcán pero ellos son los primeros que reconocen que, por mucho que se vayan conociendo cada vez más cosas, no tenemos control sobre la naturaleza y la incertidumbre es infinitamente mayor. Yo tenía cierto grado de nerviosismo diario porque no sabíamos qué iba a pasar y sentía los movimientos sísmicos, veía que la actividad del volcán comenzaba a aumentar de manera brutal y no sabíamos si iba a llegar la lava a más casas. Todo eso es algo a lo que yo nunca me había enfrentado a nivel emocional y tiene un impacto. Con la naturaleza te encuentras muy pequeña, no sabes por dónde van a ir los tiros y te encuentras parada haciendo la cobertura, igual que las personas que por desgracia están sufriendo los efectos de la erupción en primera persona.

Llaves entre las cenizas. Susana Vera / Reuters

"He tenido la suerte de encontrarme con gente estupenda en momentos difíciles"

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¿Qué puesto ocuparía La Palma si existiera un ranking de experiencias de los trabajos que ha realizado?

A cada sitio al que acudo trato de ir lo más libre de prejuicios posible para absorber lo máximo a nivel personal. Siempre aprendes muchas cosas a nivel profesional pero a mí lo que me importa es lo que he ido adquiriendo a nivel humano porque esta profesión tiene esa gran ventaja, que es una vocación, y se resume en contar historias de personas. Así que, aunque no tengo un ranking, La Palma ha sido una experiencia única para mí porque nunca había sido testigo de la erupción de un volcán y no creo que tenga muchas más posibilidades de cubrir algo así en otro momento de mi vida. No solo se debe a lo único sino a la suerte que he tenido de encontrarme con gente estupenda, de una calidad humana tremenda en momentos muy complicados.

Un año después de haber ganado el Premio Pulitzer, ¿diría que ha cambiado su visión de la profesión?

No, los premios son un chute tremendo para alimentar el ego y estoy muy agradecida y me ilusionó mucho haberlo recibido; sigo ilusionada. Hay una parte de mí que es absolutamente consciente de que ese premio formará parte de mi historia personal y laboral y también de la gente que me quiere, que son los que aguantan este modo de vida que tengo. Para mí es un premio compartido que no me ha hecho interpretar la profesión de forma diferente. Los premios te pueden dar un poco más de visibilidad pero llevo trabajando para Reuters 18 años y esto para mí ha sido como un espaldarazo, un regalo por muchos años de profesión. Pero los premios son fortuitos, es una lotería. Hay muchos compañeros que llevan años peleando por hacerse un hueco y que tienen una capacidad tremenda para contar historias de manera íntima y equilibrada, haciendo justicia a aquellas historias que no siempre llegan a los medios de comunicación, y no les dan un premio por ello. El Pulitzer es fantástico a nivel de ego pero solo da más energía para seguir por este camino, que es tan fantástico pero que también tiene un alto precio porque es difícil de conciliar.

Detalle en el pavimento de La Palma, tapado por la capa de restos volcánicos. Susana Vera / Reuters

Se convirtió en la primera española que se alza con esta distinción. ¿Están las mujeres lo suficientemente representadas y reconocidas en la profesión?

No hemos llegado a la igualdad real. Estamos haciendo las cosas bastante mejor que antes y cada vez hay más mujeres que acceden a ella, y dentro del periodismo hay cada vez más ramas en las que el número de mujeres va creciendo. En fotografía sigue habiendo un desequilibrio pero en los últimos años los medios de comunicación están haciendo un esfuerzo para incluir mayor diversidad. Pero esa diversidad no debe quedarse solo en la de género, porque el mundo es muy heterogéneo y la realidad, muy diversa. Todos procedemos de una cultura específica, de unas experiencias personales muy concretas y es en la riqueza de la diversidad en lo que ha de basarse el periodismo, y para ello es fundamental que las plantillas sean lo más variadas posible. No hemos adquirido la paridad pero estamos en el camino. Hay que dar más oportunidades a las personas que han estado invisibilizadas.

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